Distincta: nuevos horizontes
Gabriel Orihuela – Edición 500
Reportajes que exploran los nuevos horizontes en los que están construyéndose las posibilidades de un mundo mejor en los ámbitos de la educación, la investigación y la innovación en el ejercicio profesional
“Dentro de algunos años, quizá, los historiadores verán el año 2011 como aquel en el que la gente tomó las plazas en distintas partes del mundo —Túnez, Egipto, España, Grecia, Chile, México, Estados Unidos— para mostrar su inconformidad ante las reglas económicas y políticas que lo rigen”, se lee en el sumario del primero de una serie de imprescindibles textos que MAGIS publicó en la edición de diciembre de 2011–enero de 2012 en la sección Distincta.
Esas palabras —¿de José Miguel Tomasena? ¿Édgar Velasco? ¿José Israel Carranza?— pretendían puntualizar la importancia de esos movimientos. Cuando las personas se preguntaran qué pasaba por la mente de millones de personas en el mundo que —cada quien con sus razones, cada quien con su estilo— plantaban cara al capitalismo y sus consecuencias, tendrían que voltear a registros como éstos.
Luego de revisar las 121 ediciones más recientes de MAGIS, disponibles en una hemeroteca digital que es una joya por sí misma, me queda la impresión de que ese sumario puede aplicarse a esta sección: si queremos saber cómo eran la vida, nuestras esperanzas, sorpresas y temores, Distincta es un excelente lugar para buscar.
MAGIS presenta la sección explicando que el término distincta, en su significado original, es “lo que es variado o pintado con diferentes colores”, y que por ello fue elegido para dar nombre al espacio donde se publican los “artículos sobre diversos temas de interés en los campos de las ciencias, las humanidades y la administración”.
Y es verdad: la diversidad de temas que se han tocado en esta sección garantiza plenamente satisfacer los gustos más variados. Pero en esa oferta informativa se detectan muchos tópicos que, en su momento, eran novedades y que el tiempo terminó por convertir en parte de nuestras pláticas cotidianas y —si nos falta algo de suerte, o de pericia, o de interés— en nuestros incesantes retos.
El mundo contemplado a través de los medios
En un taller en México, junto a colegas de toda América Latina, incluido el Nobel colombiano Gabriel García Márquez, Ryszard Kapušciński reflexiona sobre los cambios en el periodismo y los medios de comunicación. Y la importancia de esto es que hay una suerte de convención entre los estudiosos del tema según la cual este periodista polaco fue el mejor del siglo XX.
Ahora, en un texto de su autoría, Kapušciński destaca que la discusión actual se enfoca demasiado en aspectos técnicos y económicos, dejando de lado el aspecto humano.
La revolución electrónica, reconoce, ha transformado al periodismo. Antes, ser periodista era una vocación noble; hoy, es una ocupación que muchos pueden abandonar fácilmente. La información, antes valorada por su búsqueda de la verdad, ahora se trata como una mercancía para vender. Esto ha atraído capital y los románticos buscadores de la verdad han sido desplazados por hombres de negocios.
Sin embargo, Kapušciński reconoce que la revolución de los medios es reciente y aún puede mejorar. A pesar de la abundancia de “basura”, existen programas y diarios excelentes gracias a personas extraordinarias que trabajan con pasión para mostrar los peligros y esperanzas del mundo. Estas personas, dedicadas y sacrificadas, son el verdadero testimonio de un planeta que merece ser conocido y salvado.
Por ejemplo, ya desde el número 381 (agosto de 2005), María Asunción Lara, doctora en Ciencias del Programa de Maestría y Doctorado en Ciencias Médicas Odontológicas y de la Salud de la Facultad de Medicina de la UNAM, y maestra en Psicología Aplicada y en Psicología Clínica en las Universidades de Aston y de Surrey, en Inglaterra, hacía una advertencia que suena más actual que nunca: “La depresión es un problema serio de salud mental, sobre todo en las mujeres, que requiere medidas de prevención y tratamiento acordes con las características culturales, sociales y económicas de nuestra población”, como se lee en su artículo “Mujeres y depresión”.
O, para seguir con los temas tristemente actuales desde entonces, en el número 395 (diciembre de 2006–enero de 2007), el maestro en Gestión Social del Hábitat por el ITESO, Héctor Hugo García Sahagún, sorprendía con un acercamiento creativo a un asunto incómodo: la narcoestética.
Muy al inicio de esa crónica, García Sahagún cuenta cómo se interesó en el tema de su investigación, a la que dedicó 14 meses impregnados de miedo: uno de sus clientes, un productor de calzado agobiado por la competencia extranjera, le preguntó cómo podría llamar la atención de las personas que más dinero tenían en ese momento —y que con seguridad siguen siendo las que más tienen—. Al preguntarle quiénes eran los dueños de tal liquidez, la respuesta fue contundente: “¡Los narcos!”.
En su escrito coinciden la imagen de Jesús Malverde, la música de Nortec y las exhibiciones del Museo de Enervantes. Si García Sahagún quisiera actualizar su crónica, no le sobrarían elementos en un tiempo en el que cada festejo en el calendario se llena de “ramos buchones” y los corridos tumbados encabezan la lista de reproducciones en las plataformas de streaming musical, por no hablar de respetables centros joyeros en cuyas vitrinas conviven los crucifijos con los “cuernos de chivo”, o la Virgen de Guadalupe con la Santa Muerte.
Con todo, las premoniciones de Distincta incluyen también fenómenos sociales menos escabrosos, pero igual de ordinarios en la actualidad, aunque en su momento fueron sumamente novedosos.
Es el caso de “De perros, gatos y humanos. Una historia sobre nuestra relación con las mascotas”. Ahí, la introducción al reportaje de Laura Santos afirma: “Los amantes de los perros han salido del clóset”. Y, aunque se publicó apenas hace una década —en la edición 438, de febrero–marzo de 2014—, hoy cuesta trabajo pensar que alguna vez estuvieron en el armario.
En el texto, Santos cuenta de su relación con su propio perro, de la reciente aprobación de leyes para proteger los derechos de los animales y de las posibles explicaciones de que nos enamoremos de nuestras mascotas. En una sociedad donde nos vemos cada vez menos, en la que los dispositivos multimedia suplantan los vínculos personales, el perro nos brinda esa caricia que seguimos necesitando, recibe ese abrazo que queremos dar, pero que las tabletas no nos permiten, observó, haciendo una paráfrasis de lo que le dijo otro de sus entrevistados.
Para acompañar la investigación, MAGIS convocó a sus lectores para que compartieran fotografías con sus mascotas: el resultado es de una belleza entrañable.
Laura también advierte sobre lo equivocado que es tratar a perros y a gatos como si fueran humanos. En captar esa tendencia tampoco se equivocó. Al final, ese reportaje también anunció un fenómeno que posteriormente sería más notorio.
2011: Ocupar las plazas
Hace 13 años, el mundo fue testigo de una serie de irrupciones sociales que acontecieron en lugares como la plaza Tahrir, en Egipto, y hasta en Times Square, en Nueva York, pasando por las acampadas de “los indignados” en España y las manifestaciones en casi mil ciudades el 15 de octubre de ese año.
Estas protestas globales reflejaban un descontento masivo y una indignación generalizada difíciles de definir. Insurgencias modernas, las movilizaciones se caracterizaron por su naturaleza abierta y festiva, su uso eficaz de la tecnología y su creatividad en las consignas.
En esta serie de textos —encabezados por el de Rossana Reguillo, pero complementado y redondeado por los de Natalia Barragán, Álvaro González, Daniela Pastrana, Myriam Vachez y Rubén Martín— se cuestionaba qué significaban estos movimientos en el contexto de la situación económica y política del mundo. Y aún más relevante, si la sociedad se encontraba ante una nueva forma de articulación política o ante insurgencias fugaces condenadas a la marginalidad.
Sea cual sea la respuesta a esas preguntas, las manifestaciones de 2011 representaron un ejercicio de inteligencia colectiva y un aprendizaje acelerado en los que los participantes se instruyeron en nuevas maneras de relacionarse entre sí.
En una actualidad en la que fuerzas que parecían vencidas hace unas décadas ganan cada vez más espacios, y en la que parece prevalecer, en especial entre los jóvenes, un escepticismo generalizado respecto a la participación política, vale la pena regresar a estos escritos.
Alertas tempranas
De entre las varias decenas de temas que se han tocado, tres más llamaron mi atención como alertas tempranas a cuestiones que nos acompañarían desde entonces —ojalá que no para siempre—.
El primero lo abordó Perla Blas. Se publicó en la edición de junio-julio de 2015 (MAGIS 446): “Las ruinas que dejó el boom de la vivienda popular en México”. El título se explica solo y esas ruinas las seguimos viendo por toda la ciudad y por muchas urbes.
El relato inicia con la narración de una historia en el fraccionamiento Urbi de Tonalá, que tiene vista a la barranca y es vecino de un tiradero de basura: una historia del intento de una invasión a una de las casas. Es decir, algo que puede estar ocurriendo ahora mismo, en cualquier parte del país.
Me pregunto qué dirán los historiadores de los siglos próximos cuando analicen esas ruinas de casas tan pequeñas que en su planta baja caben apenas la cocina, una sala-comedor, un patio, una cochera y un medio baño, y con un par de habitaciones en el piso de arriba para dar la impresión de amplitud, cuando lo único que ofrecen es una forma más compleja de llegar a la cama.
En el reportaje, Perla explica que el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, José Ángel Gurría, advirtió que las autoridades mexicanas debían promover mayor flexibilidad y brindar diversidad de opciones de vivienda para frenar la expansión urbana, reducir el número de viviendas desocupadas y ayudar a detener el “vaciamiento” de los centros urbanos.
El tiempo mostró que las autoridades no escucharon ni siquiera a uno de los hijos predilectos del neoliberalismo.
El segundo reportaje al que hago referencia es uno que relata un problema para el que no se ha encontrado solución y, de hecho, ni siquiera se tiene la sensibilidad suficiente aún: “Pensiones, un problema de jóvenes”, de Jesús Estrada (MAGIS 453, agosto-septiembre de 2016).
“Estudia, saca tu licenciatura y tu maestría, consigue un trabajo que te permita jubilarte y disfrutar los últimos años de tu vida. En resumen, éste era el horizonte laboral de millones de personas que crecieron conforme la lógica capitalista del siglo XX. Pero la promesa se rompió”, inicia su reportaje Jesús, con una cadencia que recuerda al arranque de Trainspotting, la película noventera de Danny Boyle, basada en la novela de Irvine Welsh.
En el texto, Hanna Trejo, que en ese entonces era una estudiante veinteañera, explicaba que esperaba ejercer su profesión “en algún medio de comunicación, especialmente en radio, en producción, conducción, y grabar spots promocionales y, en un futuro, tener mi propio estudio de grabación”. Aunque emocionada por el futuro, también lo imaginaba con miedo.
Pienso en Hanna porque la conozco: en aquellos años era mi alumna y la recuerdo como una de las más avanzadas de un grupo que, ya de por sí, destacaba. Espero que esté bien y que el futuro le haya cumplido alguna de esas promesas.
“Cuando las buscadoras volvieron a la cocina” es el título de un reportaje mucho más reciente: apenas en la edición de septiembre-octubre de 2023 (MAGIS 495), Priscila Hernández presenta los Recetarios para la memoria, un proyecto que es, a la vez, “una impresionante afirmación de la esperanza”. Cada una de las recetas de esos libros es un homenaje a un familiar desaparecido, es la oportunidad de recordarlos como esa sonrisa que a todos nos provoca el tener enfrente nuestro platillo favorito.
“Mi hermano Felipe llegaba con ramilletes de flores de calabaza recién cortadas. Entonces, mi mamá nos preparaba tortillas recién hechas alrededor del comal”, se lee en el texto a Alejandra Díaz Castro, del colectivo Buscadoras Guanajuato.
En el epílogo del libro, finaliza Priscila su relato, la fotógrafa Zahara Gómez Lucini, cuyas imágenes ilustran la publicación, escribe: “Este libro es un pretexto para abrir diálogos, poner sobre la mesa esas ausencias sin justicia, esas ausencias son de todxs. Hoy en México se busca a más de 100 mil personas”.
Algún día, un historiador leerá eso y se preguntará cómo hicieron esas mujeres para resistir la barbarie; de qué estaban hechas para no darse por vencidas cuando todos los demás, incluidas las autoridades, lo habían hecho.
Una transformación urbana ¿inevitable?
Guadalajara está experimentando una transformación significativa con la construcción de nuevos desarrollos inmobiliarios.
Eso, ahora, queda muy claro. Pero este reportaje de 2016, escrito por Perla Blas, fue una de las llamadas de atención tempranas sobre un fenómeno que, cada vez con más fuerza, se vuelve parte de nuestro vocabulario cotidiano: la gentrificación.
Este proceso, caracterizado por la llegada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo y el desplazamiento de los residentes originales, es impulsado a menudo por las autoridades mediante cambios en los usos del suelo. Así, el incremento en la plusvalía de las zonas afectadas beneficia a unos pocos a expensas de los más vulnerables.
Ya en ese entonces, la gentrificación era evidente en la colonia Lafayette, mientras que la transformación de la calle López Cotilla en una Zona 30, con la intención de mejorar la movilidad peatonal y reducir el tránsito vehicular, generaba críticas por la falta de estacionamiento y la percepción de que la inversión no resultaba en mejoras significativas.
Grupos activistas argumentaban que la experiencia de otras ciudades, como Barcelona y São Paulo, muestra que la gentrificación puede ser mitigada mediante políticas integrales que consideren a todos los habitantes, al promover una ciudad inclusiva y diversa. Por su parte, promotores culturales y economistas proponían una colaboración entre las autoridades, los inversionistas, la academia y la sociedad para garantizar el acceso a vivienda digna y asequible, mediante la integración de los niveles socioeconómicos medios y bajos.
Ocho años después, ese llamado parece haber sido un clamor en el desierto.
Tendencias notorias
Aunque Distincta presenta piezas individuales en cada entrega, al ver la colección completa en la hemeroteca es posible detectar varios temas principales, tendencias tan importantes que han merecido que los colaboradores de la revista regresen a ellas una y otra vez.
Así, las condiciones laborales son una preocupación constante. Basta leer títulos como “Vocaciones paralelas” (febrero-marzo de 2010, MAGIS 414), en donde Gerardo Lammers expone la necesidad de que los trabajadores desarrollen una habilidad distinta, no sólo como un plan alternativo a su trabajo de día, sino como una forma de lo que actualmente llamamos autocuidado.
En octubre-noviembre de 2013 (MAGIS 436), Vanesa Robles puso sobre la mesa el asunto de la deuda histórica con las trabajadoras del hogar en “Trabajo doméstico, el gran pendiente de la legislación”. Exactamente un año después (octubre-noviembre de 2014, MAGIS 442), Elizabeth Ortiz volvía a poner el dedo en la llaga con “Mujeres trabajando: mismas labores, menos ingresos”.
Entre la esperanza de un cambio futuro y la tendencia periodística a la denuncia, otros reportajes dejaron registro de diversos aspectos de la vida y las necesidades de los trabajadores. De esta forma, “El derecho a desconectarse del trabajo”, que escribí para el número 462 (marzo-abril de 2018), envidiaba las reformas legislativas en Francia, recientes en ese entonces. “Trabajo y depresión: la espiral a una vida de autómatas”, también de Vanesa Robles (enero-febrero de 2019, número 467), es una crónica de la cotidianidad de los empleados que sigue siendo actual, pues esa cotidianidad sigue siendo francamente mala.
Después, desde luego, llegó la pandemia. No sé si les pasa a ustedes, pero muchas personas —y me incluyo— siguen dividiendo la vida en dos eras: antes y después de la pandemia.
Esos cambios que trajeron el miedo, el encierro y la adaptación a las nuevas condiciones, quedaron también patentes en artículos como “Tener el miedo a raya”, que Vanesa Robles publicó apenas unos meses después de iniciado el confinamiento (julio–agosto de 2020, MAGIS 476).
“Tiempo de aprendizaje para las universidades”, firmado por un servidor (septiembre–octubre de 2020, MAGIS 477), trataba de las formas en que estos centros de estudio tenían que adecuarse a una nueva realidad: la de las clases en línea, el uso de la tecnología en el aula y el efecto que esto tendría en los estudiantes.
Luego, con la masificación del trabajo en casa y las modificaciones legales que la acompañaron, Laura Santos se preguntaba: “¿Tenemos derecho a una silla ergonómica?” (noviembre–diciembre de 2020, MAGIS 478).
Otra arista de los cambios que trajo el virus la presentó Iván González Vega, en “Infomedia, el mal que quiere acostumbrarnos a vivir en pandemia” (enero–febrero de 2021, MAGIS 474).
A toro pasado, en 2024 casi nadie en México respeta la legislación sobre el home office, mientras que somos tan susceptibles al engaño de las redes como antes. Así son las inercias.
Desde entonces, la covid-19 dejó de aparecer en esta sección y eso es una buena noticia en sí misma. Que nunca vuelva.
Este reportaje no fue escrito por un robot (aún)
Hoy, gracias a aplicaciones como ChatGPT, Gemini, Copilot, Lensa, Dall-E y Midjourney, la mayoría de la gente tiene una idea más clara de los alcances de la inteligencia artificial (IA).
Sin embargo, hace apenas seis años —en realidad, año y medio—, el público en general veía esta tecnología como un poco más que ciencia ficción.
En ese contexto apareció este reportaje, en el que ya se advertía que la expansión de las entonces nuevas tecnologías estaba reconfigurando los modelos de negocio y transformando el panorama laboral.
La automatización y la inteligencia artificial comenzaban a tomar el control de tareas antes realizadas por humanos, desde fábricas autónomas hasta supermercados sin cajeros y vehículos que se conducen solos. Estos fenómenos son parte de la Cuarta Revolución Industrial, también conocida como Revolución 4.0, y que, junto con la inteligencia artificial, abarca tecnologías como el Internet de las Cosas, la impresión 3D y el big data.
Entonces, como ahora, estas innovaciones prometían aumentar la eficiencia y reducir costos operativos, pero también planteaban importantes desafíos laborales.
Según el Foro Económico Mundial, surgirán nuevos empleos, pero muchos trabajos actuales desaparecerán y se incrementará la brecha entre las habilidades requeridas por los patrones y las que poseen los empleados. Las voces optimistas ven en estos cambios una oportunidad para la creación de nuevos empleos y la mejora de la calidad de vida.
Pero, ya con más información, tal vez la gente esté llegando a la conclusión que compartió en su cuenta de X la escritora polacoirlandesa Joanna Maciejewska: “Quiero que la ia me lave la ropa y los platos para poder hacer arte y escribir, no que la ia haga arte y escriba para que yo pueda lavar la ropa y los platos”.
Difícil selección
Cuando me invitó a escribir este texto, el editor de MAGIS, José Israel Carranza, me pidió elegir cinco hitos en la historia de Distincta. Eso ha sido lo más complicado de este ejercicio. El periodismo que se hace en esta sección es realmente bueno; además, las personas que escriben los artículos no son sólo excelentes periodistas, sino también grandes
amigos.
De esta manera, renunciando a que fuera una decisión objetiva, intenté que la selección fuera lo más representativa posible de esos trabajos “variados y pintados de colores” que se pretende presentar en esta sección con cada nueva entrega.
Los títulos “ganadores” son “El mundo contemplado a través de los medios”, “2011: Ocupar las plazas”, “Una transformación urbana ¿inevitable?”, “Este reportaje no fue escrito por un robot (aún)”, y el ya mencionado “Tener el miedo a raya”. Ésta es la explicación que di a José Israel: “Los criterios son diferentes, pero tienen que ver con el autor (en el caso de Kapušciński), la importancia internacional de los sucesos (en ‘2011: Ocupar las plazas’, cuya propuesta es no sólo por el texto de Rossana Reguillo, sino por todas las historias relacionadas con ese título), así como las primeras menciones a asuntos que terminaron siendo muy relevantes con el tiempo: la gentrificación, la inteligencia artificial y, claro, la pandemia”.
Los resúmenes de esos cinco trabajos aparecen en los recuadros que acompañan a este escrito. Traté de mantener el espíritu original de sus (entrañables y admirados) autores y, si alguno de mis comentarios los demerita, me disculpo de antemano y los invito a que lean los originales. Mientras, termino este recorrido deseando larga vida a sus editores y colaboradores.
Hagamos votos para que Distincta sea un oráculo para la ciudad, y no la Casandra de la mitología tapatía.
Tener el miedo a raya
Habían pasado algunos meses desde el inicio de lo que, de manera muy subestimada, la gente llamaba “la cuarentena”. Encerradas en las casas, las personas enfrentaban la pandemia de covid-19 de diversas maneras, pero con un sentimiento común: el miedo.
En este reportaje/crónica, redactado con su admirable pericia, Vanesa Robles narró cómo el miedo había emergido como una respuesta natural ante la crisis sanitaria, económica, política y social global.
Un virus invisible y omnipresente, que se transmite fácilmente y que obligó a medidas drásticas como el confinamiento, había desatado el estrés y el miedo a grados individuales y colectivos. El miedo, sin embargo, no es universal ni homogéneo: se manifiesta de diferentes maneras según el contexto social, económico y cultural. En algunos lugares, como en colonias populares de Guadalajara, las medidas de prevención no se seguían estrictamente, lo que evidenciaba una percepción distinta del riesgo.
El confinamiento también exacerbó otros problemas. La salud mental se vio gravemente afectada, con personas que experimentaron ataques de pánico y una sobrecarga de información que generó una percepción de riesgo constante. Expertos explicaron que el miedo puede ser útil para seguir medidas de protección, pero también puede incapacitar si se vuelve dominante.
El miedo, altamente contagioso, afecta a la psicología social y nos hace más intolerantes y conservadores. Y mientas expertas subrayaban que la información excesiva y la falta de claridad podían agravar la situación, otras advertían acerca de la importancia de controlar el miedo para evitar que causara más daño.
La pandemia ya pasó (y qué bien se siente escribirlo); sin embargo, con retos tan apremiantes como el cambio climático y el inminente arribo de una nueva epidemia, haríamos bien en recordar las lecciones que aprendimos en 2020 y 2021.