Spectare: miradas fascinantes

Foto de la serie «El costo humano de los agrotóxicos», del fotógrafo argentino Pablo Piovano.

Spectare: miradas fascinantes

– Edición 500

Foto de la serie «El costo humano de los agrotóxicos», del fotógrafo argentino Pablo Piovano.

Ensayos fotográficos en los que la mirada encuentra ocasiones para conocer realidades a menudo insospechables y que siempre resultan fascinantes

Una realidad difícil de ver

Como una ventana a realidades que pueden parecer lejanas, pero que no lo son tanto cuando se observan con atención, la sección Spectare busca promover una comprensión mejor de los problemas del mundo. Y a veces es difícil mirar esos problemas, pero hay que hacerlo. Por ejemplo, el trabajo del fotógrafo Pablo Piovano, que registra las consecuencias terribles que el uso de agrotóxicos ha acarreado a la población en zonas rurales de Argentina.

A lo largo de 20 años, ese país abandonó su tradicional perfil agroganadero para abrazar decididamente un modelo agroindustrial de base biotecnológica. Entre las consecuencias que trajo consigo este cambio está el uso de agroquímicos, una práctica que causa serios daños a la salud de las personas. En 2011, el diario Tiempo Argentino dio cuenta de que en el área donde se fumigaba con glifosato había más de 13 millones de habitantes, un tercio de la población total del país. En 2012 se utilizaron 370 millones de litros de agroquímicos sobre 21 millones de hectáreas, el 60 por ciento de la superficie cultivada del país. Esto significó que en una década los casos de cáncer en niños se triplicaran y las malformaciones en recién nacidos aumentaran 400 por ciento.

“Este trabajo intenta narrar el impacto, el daño humano que están causando los agroquímicos en el territorio nacional”, dijo Piovano cuando recibió, en 2016, el premio de la Fundación Gabo. “Nuestra tierra está siendo un territorio de experimentación, y esto se expande a América Latina, y posiblemente al mundo, todavía no tenemos la dimensión. Lo que sí he estado viendo a lo largo de este viaje en el que recorrí 15 mil kilómetros es que los casos de cáncer se han triplicado en algunos pueblos, que las malformaciones han aumentado de manera alarmante, que los casos de abortos espontáneos también se repiten de esa manera”.

El fotorreportaje “El costo humano de los agrotóxicos” se publicó en el número 471 de MAGIS (septiembre-octubre de 2019).

La aventura del día a día

“Había pasado la mayor parte de los últimos 20 años trabajando como periodista, fotografiándolo todo, desde batallas callejeras en Cisjordania y Gaza hasta encuentros de líderes mundiales. En China y en India documenté cambios tremendos que me parecía que valía la pena fotografiar”, recuerda la fotoperiodista Elizabeth Dalziel, al identificar el momento en el que, en medio de esa vida de aventuras y agitación incesantes, pasó un par de semanas en Kenia haciendo retratos de madres con sus hijos. Y entonces tuvo una suerte de revelación: “Empecé a preguntarme acerca de mis propias actitudes. ¿Por qué pensaba que valía la pena documentar a esas madres, en ese ambiente diferente y exótico? ¿Por qué pensaba que la maternidad en mi propio mundo carecía de ese brillo? ¿Por qué lo lejano es más valioso para una fotógrafa que el mundo a su alrededor?”.

Fue entonces que tomó la decisión de enfocar el objetivo de su cámara sobre la vida que ocurría en su entorno más inmediato: su familia, la vida de todos los días, esa “compleja historia” conformada por “las carreras para llegar a tiempo a la escuela, los viajes a la tienda, las clases de natación y las incontables fiestas de cumpleaños y excursiones. El mundo en el que navego todos los días con mis dos hijos pequeños”. Parte del resultado de esa decisión dio forma al Spectare del número 459 de MAGIS (agosto-septiembre de 2017), “El campo de batalla de las madres”: la demostración, al mismo tiempo conmovedora y luminosa, de que a menudo lo más excitante y lo más impredecible y fascinante del mundo tiene lugar en el espacio mismo donde se desenvuelve nuestra existencia cotidiana. Y hay que salvarlo del olvido.

Son ellos, somos nosotros

Como recordaba el editor y periodista Rogelio Villarreal en la presentación de Spectare de MAGIS 452 (junio-julio de 2016), poco después de la invención de la fotografía aparecieron los primeros fotoperiodistas, ávidos de llevar a las grandes metrópolis las imágenes de lugares y modos de ser muy distantes. “Desde la Vista desde la ventana en Le Gras, que tomó Niepce en 1824, la fotografía no ha dejado de desplegarse para mostrar al menos una parte de una escurridiza realidad heterogénea y cambiante: la naturaleza, la vida cotidiana, las turbulencias sociales, el horror de la guerra”.

Por ello, las fotografías ganadoras del premio Pulitzer en 2016 continuaban una tradición vieja y al mismo tiempo siempre sorprendente. Otorgado a fotógrafos del The New York Times y de la agencia Reuters, esas imágenes “nos conmueven porque ilustran con inmediatez y transparencia la odisea de los emigrantes y refugiados sirios a través del Mediterráneo hasta las costas de Europa; además, porque apelan directamente a nuestra ética y nuestra sensibilidad”, observaba Villarreal. Al verlas, “nos impresionan por las expresiones de angustia, tristeza, desesperación y miedo —que todos hemos experimentado—; por la composición, el juego de luces y contrastes —más la calidad técnica, el foco, el encuadre, el tratamiento de la imagen, la intencionalidad del fotógrafo y del medio, así como su honestidad—, todo esto en el marco de una naturaleza indómita, amenazante y bella. A la compasión se añade una sensación de vulnerabilidad, acaso semejante a la que sentían los primitivos ante las tormentas o los terremotos”.

La belleza como afirmación

“A esa niña le han dicho que su cabeza es demasiado grande, que su pelo es muy feo, que se ve sucia, que su cabello seguro huele mal, que parece loca con su peinado. La han ofendido y la han humillado en la calle y en la escuela, sus profesoras se han atrevido a cortarle sus trenzas con el argumento de que las cuentas que remataban su peinado hacían demasiado ruido. A esa niña de dos, de siete, de trece años, le han dicho que no hay belleza en sus rizos ni en sus cabellos alborotados. ¿Por qué es tan relevante cómo una niña luce su peinado?”, se pregunta Sofía Rodríguez al presentar las fotografías de Regis y Kahran Bethencourt, de Creative Soul Photography, que aparecieron en Spectare del número 478 de MAGIS (noviembre-diciembre 2020).

La pregunta tiene especial relevancia en un mundo en el que la estigmatización y la discriminación racial amenazan con resurgir. E importa porque, justamente, hay que dar realce a las posibilidades de respuesta a esa amenaza, como la que entraña la decisión de las mujeres y las niñas negras en Estados Unidos de hacer de su peinado un estandarte político: “es un desafío portarlo al natural, en un afro largo y profundo que se atempera sólo con las manos que lo tejen y lo trenzan; hay también una reafirmación de la propia belleza en la resistencia a alaciar, planchar, rapar al ras, o someter químicamente la cabellera, para ‘blanquear’ su existencia, para hacerla digerible, para no provocar con su diferencia […] Con su trabajo, los Bethencourt abren los espacios de representación para que esa niña excluida en la escuela se mire con asombro y encuentre en las flores y los hilos de colores tejidos rítmicamente en las cabezas de otras pequeñas, un espejo de ella misma que nutra su amor propio”.

Los vestigios de la utopía

Aunque lo normal es que las fotografías en Spectare estén protagonizadas por personas, lo cierto es que el paisaje es también un elemento fundamental de la vida y de vez en cuando vale la pena reparar en él. Sobre cuando está compuesto por formas particularmente significativas que dan cuenta de las vidas de hombres y mujeres que han transcurrido en presencia de dichas formas. Ejemplo de ello son las imágenes de los edificios que, en la segunda mitad del siglo XX, caracterizaron a la arquitectura brutalista como una elocuente concretización de los regímenes autoritarios de Europa del Este, y que MAGIS incluyó en su edición 477 (septiembre-octubre de 2020).

“Conjuntos habitacionales, hoteles, centros cívicos y monumentos, todos construidos con hormigón, proliferaron por todo el país”, escribe Ivana Sekularac al presentar las fotografías que Marco Djurica realizó en el territorio de lo que fuera Yugoslavia. “Se suponía que esa arquitectura mostraría el poder de un Estado ubicado entre dos mundos: el de las democracias occidentales y el del Este comunista. Un Estado que buscaba forjar su propio camino y crear una utopía socialista. Pero, tras la muerte de Tito, en 1980, la crisis económica se apoderó del país y las nuevas elites trataron de distanciarse del régimen, así como de su arquitectura. Y en 1991 dio comienzo la serie de guerras que conducirían al colapso de la nación”.

Sobrevivientes de aquellas guerras, estos edificios hablan de un mundo que ya no existe, pero que, de alguna manera ciertamente inquietante, sigue existiendo.

Sonreír y perdonar

Si la fiesta es la ocasión suprema para que la naturaleza humana se despliegue en toda su plenitud, la explosión de colorido del Festival Holi es esa ocasión llevada a sus máximas posibilidades, como puede apreciarse en las imágenes incesantemente gozosas que dieron forma a Spectare en el número 481 de MAGIS (mayo-junio de 2021), de la autoría de Anindito Mukherjee.

“Cada año, a lo largo y ancho de la India y Nepal, una nube de color se levanta sobre una muchedumbre que baila y se agita feliz”, escribió el propio fotógrafo para presentar su trabajo. “Las personas se arrojan polvos de colores con total libertad, los cuerpos y las ropas quedan cubiertos totalmente por los pigmentos. Sonríen […] En esta fiesta, en la mayoría de localidades indias y nepalíes se concentran personas de diferentes castas, condiciones sociales, religiones y edades. Los cuatro colores principales representan diferentes conceptos: el rojo refleja el amor y la fertilidad; el azul es el color de Krishna; el amarillo es el color de la cúrcuma; y el verde simboliza la primavera y los nuevos comienzos”.

Se dice que el Festival Holi tiene como propósito olvidarse de los errores cometidos, perdonar y perdonarnos y celebrar que el pasado ha quedado atrás.

2 comentarios

  1. La creatividad no tiene límites.
    La expresión visual es infinita: desde lo cotidiano hasta la denuncia más contundente.
    Ya se dijo: “una imagen dice más…”

  2. Gracias a la creatividad de unos, seguirá el asombro de otros; ojalá que nunca nos cansemos de crear, para que todos podamos experimentar asombro, es muy saludable..!!

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