La idea de “lo natural” es una noción en la que confiamos para dar por hecho que el mundo debería ser de cierto modo, aunque nuestra intervención en él siempre nos aleje de esa suposición.
Si entendemos por naturaleza aquello que excluye todo artificio —es decir, toda interferencia de lo humano—, sólo podemos presumir su existencia, pues ya el hecho de preguntarnos por ella es muy poco natural. Y, sin embargo, es una noción en la que confiamos para dar por hecho que el mundo debería ser de cierto modo, aunque nuestra intervención en él siempre nos aleje de esa suposición.
Pero, por aceptable que nos parezca cómo una orquesta emula el sonido de una tormenta, cómo una fotografía deslumbra tanto como el fulgor del sol o que sea posible el entendimiento de un edificio con el paisaje donde se yergue, conviene tener presente lo que Oscar Wilde demostró: no es el arte el que imita a la vida, sino al revés. Cierto color de la bruma sobre el Támesis, adujo como ejemplo incontestable, únicamente se pudo ver hasta después de que un pintor lo pusiera en un cuadro. m.