Atmósfera, motivo y fascinación
Sergio Padilla – Edición 443
La música ha sido un vehículo privilegiado para acercarse a la experiencia kantiana de lo sublime, esto es, cuando el ser humano no puede expresar con palabras ni conceptos su fascinación ante la naturaleza
En la biografía de muchos de los más grandes compositores de la historia se da testimonio de su fascinación y búsqueda de contacto con la naturaleza, tanto para encontrar venas de inspiración para su obra como a fin de crear la atmósfera propicia para componer. Sabemos que Ludwig van Beethoven hacía frecuentes paseos a parajes boscosos cerca de Viena para encontrar momentos de inspiración y sosiego. El compositor Gustav Mahler hizo construir una pequeña cabaña a orillas del lago Attersee, en Austria, donde se alojaba por largos periodos en los veranos para componer sus sinfonías. El italiano Giuseppe Verdi, uno de los más reconocidos compositores operísticos de todos los tiempos, vivió gran parte de su vida en una villa campestre cerca de Busseto, su ciudad natal, pues consideraba fundamental el contacto permanente con la naturaleza.
Cuántas obras musicales se han acercado con sonidos instrumentales y colores orquestales a los ritmos de las estaciones, al discurrir del día desde el amanecer, el ocaso y la noche; el fluir de los ríos, la vida de los animales, la majestuosidad de las montañas, la fuerza de las tormentas y del viento, además de la lucha por la vida de los hombres del campo. La música ha sido un vehículo privilegiado para acercarse a la experiencia kantiana de lo sublime, esto es, cuando el ser humano no puede expresar con palabras ni conceptos su fascinación ante la naturaleza. m.
The Four Seasons Vivaldi
Il Giardino Armonico
Teldec, 1994
Una de las obras más famosas en el campo de la música barroca —y quizá de todos los tiempos— es el ciclo de cuatro conciertos para violín y orquesta que Antonio Vivaldi (1678-1741) dedicó temáticamente a cada una de las cuatro estaciones del año. De manera magistral, el compositor va pintando y describiendo con música diversas escenas de la naturaleza, sus matices, sus sonidos y sus cambios a lo largo de las estaciones. Estos conciertos son parte de una serie conocidos como Il cimento dell’armonia e dell’ invensione Op. 8, publicadas en 1725.
Beethoven: Symphonies Nos. 4 & 5 & 6
Vienna Philharmonic Orchestra, Christian Thielemann
Major Entertainment, 2011
Una de las obras más paradigmáticas de la relación entre la música y la naturaleza es la Sinfonía no. 6 en Fa mayor, op. 68, compuesta en 1808 por Ludwig van Beethoven (1770-1827) es conocida como “Pastoral”. Esta pieza es uno de los primeros intentos en el romanticismo musical por describir con sonidos las más diversas realidades; aunque el propio Beethoven dijo que en esta sinfonía, más que describir ciertos paisajes naturales y escenas bucólicas, quiso expresar los sentimientos y emociones que la naturaleza provocaba en su alma.
Saint-Saëns: Carnival of the Animals
Cristina Ortiz, Pascal Rogé, Charles Dutoit
Decca, 1990
La suite El carnaval de los animales, compuesta en 1886 por el francés Camille Saint-Saëns (1835-1921), es una obra que está entre la música de cámara y la orquestal, pues su interpretación requiere la ejecución de dos pianos y un pequeño ensamble de cuerdas, flauta, clarinete y xilófono. El objetivo del compositor fue hacer un divertimento en el que describe con música a diversos animales y sus entornos. Una de las partes más logradas y famosas de esta obra es cuando se dibuja, con un chelo y los dos pianos, el sereno nado de un cisne en el lago.
Debussy: Orchestral Works – La Mer
Pierre Boulez
Sony Classical, 1995
La pasión por el mar del músico francés Claude A. Debussy (1862-1918) lo llevó, entre los años 1903 y 1905, a componer El mar, tres bocetos sinfónicos para orquesta, una de las obras más valiosas y revolucionarias de su repertorio. En ella, el compositor dibujó, con un magistral manejo hasta entonces poco conocido de la paleta orquestal, sus propias impresiones sobre diversas escenas marítimas con títulos de lo más sugerentes: Del alba al mediodía en el mar, Juego de olas y Diálogo del viento y el mar.
Strauss: Eine Alpensinfonie, Op. 64
Royal Concertgebouw Orchestra, Bernard Haitink
Phillips, 1990
Obra considerada entre las que alcanzan las más altas cumbres en el desarrollo del género sinfónico es la Sinfonía alpina, Op. 64, de Richard Strauss (1864-1949), compuesta entre 1914 y 1915. A través de los sonidos de una orquesta de más de ciento treinta músicos, el compositor describe, diríamos que con lujo de detalles, escenas y emociones en la jornada de ascenso y descenso a una montaña, pasando por ríos, tormentas, escenas pastoriles y el camino del sol desde el amanecer hasta el ocaso, cuando el viajero regresa a la quietud del valle.