La normalidad a la luz de la fe
Luis Orlando Pérez Jiménez – Edición 476
Recuerda que una espiritualidad sana es aquella que pone en hechos y palabras eso que construye humanidad y que ayuda a hacerla plena
La actual situación de pandemia nos ha hecho recordar qué es lo fundamental en nuestra vida y qué necesitamos para seguir construyendo el mundo que habitamos. Desde ahí, tenemos que repensar las formas de relación con nosotros mismos, los demás y el medio ambiente. Desde una mirada de fe —de aquella que nos ayuda a notar la presencia de lo divino en lo cotidiano—, quisiera proponerte algunos elementos que podrían ayudarte a enriquecer eso que has descubierto por ti mismo. Iremos del ámbito personal a lo colectivo.
Reprogramar nuestro tiempo
Es posible que muchas de nuestras actividades laborales o académicas hayan cambiado su ritmo. Si bien estábamos agitados cumpliendo tiempos y nos desplazábamos de un lugar a otro, la nueva normalidad nos anuncia una forma distinta de distribuir nuestra agenda; y aunque ésta parezca lenta en comparación con el mundo previo a la pandemia, es necesario volver a ella desde las siguientes preguntas: ¿necesitamos generar nuevos parámetros para medir nuestro tiempo?, ¿tiene sentido exigirnos vivir al mismo ritmo que antes?
Reorganizar el espacio es construirme por dentro
Al estar en casa y compartir el espacio con las mismas personas todos los días, hemos podido observar con más calma nuestras debilidades y sombras. Contemplar tan de cerca la vida de los otros nos ayuda a mirarnos en ellos, en sus acciones y rutinas. Son un espejo que no nos gusta ver porque nos habla de lo que somos: personas limitadas y frágiles. Es importante dialogar desde eso que hemos descubierto de nosotros en los demás, y quizás así sea más fácil organizar los espacios que habitamos.
Revalorar lo vital
El alimento que llega a nuestras casas todos los días es fruto del trabajo de hombres y mujeres que día a día cuidan de la relación entre las semillas, la tierra y el agua. Sin su labor, en las ciudades y en los pueblos no podríamos subsistir. En varios lugares, los mercados campesinos han brindado su servicio cercano y salubre a las poblaciones que los incentivan y frecuentan. ¿Qué nuevos espacios de acceso a los frutos del campo necesitamos generar y promover? ¿Cómo podemos mejorar nuestra relación entre el campo y la ciudad?
Redescubrir lo colectivo
En México existe un movimiento denominado Red de Enlaces Nacionales, que está conformado por 74 grupos de personas en casi todos los estados del país. Su misión es buscar a personas que han sido desaparecidas, a partir de acciones de denuncia, y acompañarse mutuamente. ¿Qué podemos aprender de ellos? En medio de la pandemia han fortalecido su movimiento por medio de nuevas acciones creativas y solidarias: ¿tú con quienes construyes ciudad, colonia, justicia y verdad? ¿Será tiempo de unirte a alguna causa?
Espero que, al meditar en estas preguntas, las respuestas te ayuden a fortalecer tu espíritu. Recuerda que una espiritualidad sana es aquella que pone en hechos y palabras eso que construye humanidad y que ayuda a hacerla plena.