IA, migración y cambio climático: retos para el mundo del trabajo
Óliver Zazueta – Edición 504

El director de la Oficina para México y Cuba de la Organización Internacional del Trabajo, Pedro Américo Furtado de Oliveira, conversa acerca los desafíos que el mercado laboral enfrentará en los años por venir y de la posición de nuestro país ante los cambios recientes
La serpiente ha salido del huevo y las distopías están a la orden del día; lo que la ciencia ficción vaticinaba hace algunos años, hoy parece dar consistentes señales de existencia: la inteligencia artificial (IA) irrumpiendo en la vida diaria, la crisis climática amenazante y los flujos migratorios desbordados. Son fenómenos que alimentan el miedo, así como las respuestas totalitarias y proteccionistas.
Ante estos escenarios, a veces se necesitan voces que llamen a la calma y la cordura, y una de ellas parece ser la de Pedro Américo Furtado de Oliveira, director de la Oficina para México y Cuba de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), quien participó en las jornadas Emplearte ITESO 2024, en octubre pasado, y considera que es necesario romper varios mitos alrededor de estos aparentes azotes y disrupciones que, evidentemente, modificarán la vida del homo faber, es decir, aquel que crea objetos o idearios artificiales y con ellos se inserta en un modelo de producción social.
Desde agosto de 2020, Furtado de Oliveira es director de esta sede regional de la OIT. Su formación académica básica tiene que ver con Relaciones Internacionales —licenciatura en la Universidad de Brasilia, un máster en la Universidad Libre de Bruselas y un título de posgrado en Integración Económica Europea por la Universidad de Ámsterdam—.Ha sido catedrático de varias universidades y también director de la Oficina de la oit para Argentina (2015-2020), así como especialista sénior en Diálogo Social y Trabajo Infantil de la sede de la oit en Ginebra (2008-2015).
Asimismo, ocupó cargos relevantes en su natal Brasil, como asesor internacional de la Asociación Brasileña de Supermercados; fue responsable del área internacional del gobierno del Distrito Federal de Brasilia y consultor del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil. Además, coordinó entre 2001 y 2008 el Programa de Eliminación de Trabajo Infantil (IPEC) de la OIT en Brasil.

Del algoritmo a la economía verde
La mayor inquietud con respecto a lainteligencia artificial es que podría terminar sustituyendo a los humanos en toda sus actividades, incluidas las laborales, reconoce Furtado de Oliveira; no obstante, opina que se debe tener cautela ante estos vaticinios fatalistas.
En la OIT se han hecho proyecciones que calculan que entre 20 y 38 por ciento de los empleos podrían verse afectados por la IA, pero esto no significa una sustitución o automatización de puestos, sino su transformación. Se prevé que entre 8 y 14 por ciento de los trabajos podrán verse mejorados por la productividad que se generará, y que sólo entre 2 y 5 por ciento corren el riesgo de desaparecer. Lo mismo ocurre con el trabajo que tiene que ver con el cambio climático, pues las necesidades empresariales ante las regulaciones ambientales y las políticas obligadas de cuidado ecológico harán necesarios nuevos perfiles de empleo.
¿Qué podría ocurrir en términos laborales con el cada vez más frecuente uso de la IA?
La tecnología y la inteligencia artificial están reduciendo elementos dentro de las dinámicas productivas que van a mejorar las condiciones de trabajo. Es un mar de oportunidades para las empresas que están incluyendo una tecnología específica digital para mejorar la productividad, y habrá que ver cómo aprovechar eso para generar otros empleos calificados. Aquí también es importante el papel de las instituciones educativas, que puedan acompañar al sector productivo, que las empresas puedan contar con la estructura de educación para generar las competencias que están necesitando.
¿Afectará por igual a todos?
Lo que sabemos es que es probable que la IA va a diferir significativamente entre hombres y mujeres: más del doble del empleo femenino podría verse afectado, con mujeres que hacen trabajos administrativos, especialmente en los países de renta alta. También sabemos que los trabajadores asalariados, como vendedores, arquitectos, educadores, trabajadores sanitarios o de servicios personales, tienen más probabilidad de beneficiarse de los efectos transformadores de la IA.

¿Qué podemos hacer ante este reto tecnológico?
Para solventar los desafíos de la IA, considero que es necesario implementar programas de aprendizaje permanente para mitigar las pérdidas de empleo. Es verdad que el mundo tecnológico nos hace muy individualistas, pero las empresas necesitan tener esa capacidad de trabajar con otros, de hacerlo en equipo. En lugar de despedir a una persona porque su puesto no existe más, se debería ver cómo transformar ese puesto en otra ocupación dentro de la misma empresa, a través de políticas de recalificación.
¿Qué repercusión cree que podría tener el cambio climático en cuestiones laborales?
La tendencia de toda la sociedad es ver el lado negativo. Obviamente, el cambio climático y los desafíos tecnológicos generan algunos miedos, pero seguramente también algunas profesiones ya no estarán de moda, sobre todo en procesos productivos que no estén colaborando con la descarbonización. El reverdecimiento de la economía es importante, es un proceso que ya no se puede detener. Vimos que en Inglaterra ya rompieron con el carbón. Hay procesos productivos que no están generando empleos sostenibles. Esa es una oportunidad para ver qué se puede hacer e invertir en procesos que van a “enverdecer” su producción. En cualquier sector hay oportunidad de encontrar mecanismos alineados a la protección ambiental y para eso van a necesitar mano de obra que pueda entender esas necesidades. Es un asunto de formación profesional.
Durante años se ha hablado del aprendizaje técnico y las habilidades duras. Con esta reconfiguración del trabajo, ¿qué tan importantes van a ser ahora las habilidades blandas?
Las habilidades duras van a seguir siendo importantes; es fundamental aprender el oficio, el trabajo tradicional, pero sí se van a tener que agregar otros elementos, como la inteligencia emocional. Tendrá que ser parte del currículo de la formación profesional. Es un combo: considerar esas competencias blandas va a posibilitar, dentro de un proceso más duro, otras habilidades en el entorno laboral. Ambos tipos de habilidades tienen que estar lado a lado; pero es importante entender que muchas veces las estructuras educativas no saben cómo manejar las habilidades blandas, y muchas se adquieren en la propia casa. Las familias y las escuelas están lidiando con fracasos, con frustraciones escolares, y toda la estructura educativa tiene que estar alineada para generar, dentro de los espacios de enseñanza, formas de superarlo. La formación debe darse a lo largo de toda la vida, no solamente cuando uno está terminando una formación técnica: tiene que ser un proceso en el que uno va acumulando competencias sobre la marcha.

México dreamers
Otro panorama cambiante en los últimos meses tiene que ver con el endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos tras la llegada de Donald Trump a la presidencia de ese país, lo que complica los anhelos de muchos migrantes que usan a México como territorio de paso para sumarse a la fuerza laboral del vecino del norte. Mucho antes de que esto ocurriera, desde la OIT ya consideraban necesaria la gestión de esta fuerza productiva, para que quienes la integran puedan estar legalmente en calidad de trabajadores extranjeros temporales, o incluso quedarse en territorio mexicano de modo permanente.
De acuerdo con Furtado de Oliveira, puede crearse una modalidad de visitantes trabajadores fronterizos en las zonas agrícolas del sureste mexicano, o pugnarse por la aplicación de principios de contratación equitativa como país de destino, desarrollando una regulación pertinente para la protección, por un lado, y para la regulación de los reclutadores y empleadores, por otro.
¿Ve un área de oportunidad con los migrantes como fuerza laboral?
Justamente, es uno de los trabajos que estamos haciendo en mi oficina, y también aquí, en Jalisco, donde sabemos que el sector agroindustrial necesita mano de obra. Las necesidades de empleo temporal en Norteamérica hacen que mucha mano de obra se vaya para Estados Unidos y Canadá, y eso está impactando a la producción local mexicana. Se puede necesitar mano de obra de personas refugiadas o en movimiento, aunque sea de manera temporal, o de quienes están tratando de cruzar la frontera. Incluso, muchos de quienes están huyendo de la violencia, de la falta de oportunidades, de las pandillas, podrían ver a México como lugar para quedarse: que sean los México dreamers. Este país está siendo también un lugar de destino.
¿En qué proyectos en específico han trabajado en este terreno?
En Chiapas hicimos un piloto para reformular y rediseñar la política del Sistema Nacional de Empleo, en las cinco oficinas que existen allá, en Tapachula, Tuxtla, Palenque y otras más. Hicimos guías para que el funcionariado del Estado entienda las circunstancias de las personas migrantes y que, dentro de la ley mexicana, permita que mientras esperan sus visas temporales esas personas puedan estar ocupadas aquí. Tenemos dos convenios acerca de migración laboral que México está por ratificar, eso va a facilitar varios aspectos. Todavía está en la mentalidad empresarial que sólo hay un cupo de 10 por ciento para mano de obra extranjera, pero esa ley se hizo dentro del contexto industrial mexicano de hace muchos años, para que no se importara mano de obra en los altos mandos y para que los refugiados o migrantes no pudieran afiliarse a un sindicato. Ahora estamos buscando que haya una contratación equitativa y condiciones básicas que tienen que ofrecerse: que sepan que no hay derechos menores para las personas por contratar. México necesita mano de obra temporal, necesita de los jornaleros agrícolas que vienen de otros lados, incluso del mismo México.

México y su primavera laboral
Durante la administración de Andrés Manuel López Obrador se vivieron cambios legales sustanciales en materia laboral en México, tales como la regulación del outsourcing, la democratización del sindicalismo, las alzas al salario mínimo, el aumento de las vacaciones mínimas. Esta nueva administración, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum, parece seguir la misma tónica: por ejemplo, ya se aprobaron la reforma al Infonavit, la regulación del trabajo en plataformas digitales y la Ley Silla (derecho al descanso en un asiento con respaldo), y se vienen las discusiones en torno a la reducción de la jornada laboral, el aumento a 30 días del aguinaldo para el sector privado o los permisos por luto.
En este sentido, Furtado de Oliveira considera que se vive una coyuntura muy favorable en el país para impulsar y mejorar el sector laboral, que se suma a oportunidades como, por ejemplo, el fenómeno del nearshoring, que también tiene claroscuros.
¿Qué tan importantes han sido los cambios recientes en materia laboral en México?
México está viviendo una primavera laboral. Lo que pasó en el sexenio pasado no fue algo que se generó ahí, sino que se dio anteriormente, y la reforma laboral se concretó con López Obrador. Esta reforma es trascendente y estoy convencido de que va a transformar las relaciones laborales y el futuro de este país en un contexto global. Para muchos países del mundo, incluso en Europa, hablar de reforma laboral es un tabú, porque se presupone que va a quitar derechos. México rompió esta lógica con una reforma trascendental en la que éstos se generaron, apegados a un sistema de supervisión de cumplimiento de las normas de la OIT, de los países que ratifican su integración.
¿Qué tanto han valido la voluntad del gobierno o la participación de otros sectores para impulsar esta reforma, y las que vengan?
Toda política pública debe ser discutida por el sector sindical y los empresarios. Por ejemplo, la reforma mexicana en torno al outsourcing, y ahora que se está discutiendo la jornada laboral, debería seguir un proceso en el que el Estado genere mecanismos de consulta con empleadores y sindicatos —los más representativos, por supuesto—. Estoy hablando de un diálogo social tripartito.
¿Cuál es el rol de la OIT en esto?
Tenemos un mecanismo en el que los actores del mundo del trabajo pueden presentar quejas ante la oit, en paralelo al mecanismo de supervisión. Por ejemplo, durante mucho tiempo en México tuvimos quejas contra las centrales sindicales, respecto al hecho de que los sindicatos mexicanos no estaban velando por los derechos de los trabajadores, es decir, que eran sindicatos charros, que estaban protegiendo al empleador. Esa conducta permanente cuestionaba el sistema sindical mexicano y, a la vez, complicaba las relaciones industriales y las inversiones. Las quejas hicieron que México, en Ginebra, tuviese que explicar qué estaba pasando: era un poco vergonzoso como Estado. Creo que toda esa dinámica, en el contexto de la OIT, generó y disparó en México la reforma laboral. La génesis de esta reforma viene desde el sistema de normas de la OIT; claro, eso le interesaba a López Obrador para la inversión y para redimensionar y reinventar el sindicalismo, que estaba perdido y tenía mala reputación.

Y fue una carta importante para la renegociación del T-MEC también…
Claro, está mancomunado y está dentro del Sistema de Disposición de Normas de la OIT. Lo que es interesante es que muchos acuerdos comerciales tienen cláusulas que tienen que ver con la prohibición del trabajo infantil o el trabajo forzoso, pero carecen de dientes, son recomendaciones. Los acuerdos comerciales no tenían dientes capaces de hacer cumplir las cláusulas; movidos por estos sistemas de normas, favorecieron que se incluyera un Capítulo 23 (sobre derechos laborales). Es un acuerdo comercial en el que se establece un nuevo mecanismo de cumplimiento de las normas de los convenios de la oit, básicamente la libertad sindical y la negociación colectiva. Sí o sí, México tenía que implementar esto.
Justo dentro de ese Capítulo 23 se incluyó el Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida, como procedimiento de resolución de controversias a fin de reforzar el cumplimiento de los compromisos laborales asumidos —con sanciones, no al sector productivo, sino directamente a las empresas que incumplan la normativa—. ¿Ayudó esto en la negociación de los contratos colectivos y a la democracia sindical?
Vuelvo al asunto de los dientes: ese mecanismo protege al sector, porque si hay un problema con el sector automotriz por el no cumplimento de un convenio colectivo, se puede decir: “Bueno, ya no importo más carros de México”. Pero no todas las empresas están así, entonces no puedes poner a todas en la misma canasta. Por eso, el mecanismo va dirigido a esa empresa en particular, o a un sindicato charro que está sobornando o extorsionando a la empresa. Ese mecanismo funciona muy bien, y nosotros como oit lo estamos acompañando —aunque no sea un mecanismo de disposición de normas de la oit, pero al ser imparciales e independientes acompañamos los procesos—. Lo hicimos, por ejemplo, en Silao, Guanajuato, con General Motors: fuimos observadores internacionales del primer mecanismo.
¿Cree que se avecina un cambio positivo para el sindicalismo en México?
Es un asunto de cambio de mentalidad y de actitud: primero, hay que romper la idea de que un sindicato no sirve de nada; fueron años y años de mala reputación de los sindicatos en México. Por eso duele pagar 2 por ciento de mi sueldo de cuota sindical: ¿para qué, si el sindicato no me resuelve nada? Pero un buen sindicato puede ser algo bueno, vela por los derechos humanos, va a garantizar una buena gobernanza del espacio laboral. Las empresas tienen que cambiar su forma de trabajar. Estamos en pleno proceso de transformación productiva, las empresas tienen que romper con prácticas viejas.
¿Cuáles son los riesgos laborales que usted ve con el nearshoring?
El riesgo que yo veo es que no haya inversión en generación de desarrollo e investigación local. Que se vayan a importar bienes de capital y listo, y no se invierta en desarrollo de talento local y de tecnología. Es importante que los espacios dedicados a la educación estén atentos para que los acuerdos con las empresas generen competencias y que haya una devolución a una inversión local en desarrollo. El otro riesgo es que vengan empresas con prácticas abusivas laborales, que no respeten las normas laborales a las que México se ha adherido ante la OIT.