En los días germinales del año ya está cobrando forma algo. Tal vez nos baste con procurarnos la ilusión de que sea lo mejor
El origen es siempre el final: sólo hace falta agregar tiempo. Que algo germine quiere decir también que está encaminándose ya a su extinción: una vida, una idea, una civilización.
Acaso porque son visibles sólo gracias a la más ardua tecnología, los gérmenes más bien nos conformamos con representárnoslos en la imaginación. Pero aun eso es difícil: ¿en qué momento comenzaron a cobrar forma una decisión, un amor, una catástrofe? ¿Siempre hay posibilidades de arrancar el mal que está en germen —en una conciencia, en un organismo, en una sociedad—, pero nunca conseguimos hacerlo porque es indetectable?
En los días germinales del año ya está cobrando forma algo. Tal vez nos baste con procurarnos la ilusión de que sea lo mejor.