El maíz mexicano en tiempos de Trump

México se ha convertido en un importador de maíz, aun cuando tiene todo para ser un país productor.

El maíz mexicano en tiempos de Trump

– Edición 458

Los negociadores del TLCAN suponían que en un plazo de 15 años se podrían igualar las condiciones de competencia, lo que no sucedió: al contrario, México se convirtió en uno de los principales clientes del maíz estadounidense

En los últimos 100 años, México cambió radicalmente. En 1910, la población era cercana a 15 millones y 71 por ciento vivía en y del campo. En 2010 había 108.4 millones, 22.2 por ciento vivía en zonas rurales, y aun cuando el PIB agropecuario creció mucho, sólo representa 3.7 por ciento del PIB nacional.1

A finales del siglo XX se dio un cambio trascendental de política económica al aplicarse doctrinas neoliberales, con lo que dio inicio la apertura comercial del país que representó la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994.

En el TLCAN hubo ganadores y perdedores. Los principales ganadores fueron las empresas automotrices que encontraron en México mano de obra barata para ser más competitivas en sus mercados. En el sector agropecuario, los ganadores fueron los grandes productores de granos, de frutas y de hortalizas, mientras que entre los perdedores quedaron los pequeños productores de granos, con algunos excedentes para comercializar.

La apertura comercial del TLCAN se dio en un periodo de 15 años que concluyó en 2008 con los productos agropecuarios más sensibles (maíz, frijol, azúcar, leche en polvo y jugo de naranja congelado). En 1990, justo antes de negociar el TLCAN, la productividad por persona ocupada en la producción de maíz en Estados Unidos era 18 veces mayor que en México. El costo de producción por tonelada de maíz en el país vecino era de 93 dólares y en México de 180. Mientras que Estados Unidos producía 170 millones de toneladas de maíz, México produjo 14.6 millones. Los negociadores del TLCAN suponían que en un plazo de 15 años se podrían igualar las condiciones de competencia, lo que no sucedió: al contrario, México se convirtió en uno de los principales clientes del maíz estadounidense y de otros productos agropecuarios.2 De la clara desigualdad entre ambos países se deduce que el sector agropecuario mexicano fue “moneda de cambio” en los acuerdos de los otros sectores. A los negociadores con mentalidad liberal les resultaba fácil decir que “sobran campesinos en el campo mexicano” y que sería mejor traer el maíz de donde salga más barato, en lugar de producirlo en México, sin visualizar que las condiciones climáticas, energéticas o políticas pueden convertir los alimentos en bienes estratégicos para un país que dependa de la importación de éstos, tal como ya ha sucedido con el maíz. Para éste país es estratégico conservar su producción de alimentos. Esto no implica que sea por completo autosuficiente, pero por lo menos debería producir un alto porcentaje de lo que consume.

Productores mexicanos ya habían solicitado por años que se revise el capítulo agropecuario del TLCAN, mucho antes de que Donald Trump apareciera en la escena política. Según Trump, México ha mantenido bajos los salarios por una competencia desleal contra los trabajadores estadounidenses que ha tenido como consecuencia el que las empresas manufactureras trasladen sus fábricas a México; así, el presidente estadounidense busca, con la renegociación, que esos empleos regresen a su país.

Por lo anterior, al renegociar el TLCAN hay que:

:: Proteger y estimular la producción de maíz, porque aun cuando haya quien opine que es posible comprar el faltante en Argentina, Brasil o Ucrania, el cambio de proveedores y transportadores puede tomar meses o años.

:: Reconocer tres tipos de productores: autoconsumo, transición y comerciales, con políticas públicas diferenciadas para cada estrato. Y el TLCAN debe permitir diversos tipos de subsidios y estímulos adecuados regionalmente.3

:: Diseñar una ley, como la Farm Bill de Estados Unidos, que permita planear en un horizonte de cinco años y establecer presupuestos y apoyos multianuales para el sector agropecuario.

Otros productos importantes en la renegociación son el aguacate, el jitomate, el frijol, etcétera. Pero, sobre todo, se requiere que los negociadores oficiales escuchen antes a los productores. m.

 

1. INEGI, censos históricos.

2. “La disputa por los mercados”, Cámara de Diputados, 1992.

3. Manuel Villa Issa, ¿Qué hacemos con el campo mexicano?, Colegio de Postgraduados, 2011.

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