De los “cimientos” a la obra: la academia y la vivienda social

De los “cimientos” a la obra: la academia y la vivienda social

– Edición 480

Pequeñas y alejadas de centros laborales, las casas terminan abandonadas. Foto: Gobierno de Tlajomulco

Desde las aulas, las universidades trabajan en mayor o menor medida en ofrecer alternativas que garanticen el derecho a tener una vivienda digna. Sin embargo, son contados los proyectos que consiguen salir del papel y hacerse realidad

En los años noventa, un grupo de alumnos y académicos del ITESO coordinó el proyecto “Chuluapan”, que buscaba trabajar con los pobladores de esta colonia en Ciudad Guzmán para generar su diseño urbano y que fuera constituida legalmente como tal, ya que hasta entonces era considerada un asentamiento irregular a pesar de que los propietarios contaban con sus debidos títulos. 

El proyecto estaba a cargo de Rosa Luz Mejía, académica del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU). Durante varios años, estudiantes y profesores trabajaron en el diseño urbano del sitio y para conformar sus protocolos de vivienda. No obstante, si bien éstos fueron concluidos y entregados, el proyecto de regularización no concluyó: el ayuntamiento no quería permitir la urbanización del espacio, ubicado en las faldas de la Sierra del Tigre, pues se trata de un Área Natural Protegida (ANP). De cualquier manera, los pobladores no fueron reubicados y la colonia siguió creciendo, sin viviendas ni entornos adecuados.

El anterior es un ejemplo de cómo desde las universidades se hacen intentos para generar cambios en la manera de vivir de las personas, no sólo en el aspecto social, sino también con respecto a los lugares donde se desarrollan; sin embargo, no todos han logrado ver la luz y se han quedado únicamente en las aulas. 

La vivienda como derecho universal  

Contar con una vivienda adecuada es una necesidad básica de las personas. Más aún: el derecho a la vivienda fue reconocido como universal en 1948.  

La Comisión Nacional de Derechos Humanos establece que el Estado mexicano tiene la obligación de respetar, proteger y desarrollar acciones que permitan a las personas disponer de una vivienda adecuada, sin que su adquisición comprometa la satisfacción de otras necesidades. Por su parte, la Comisión Nacional de la Vivienda (Conavi) establece que una vivienda es adecuada si ofrece acceso a oportunidades de empleo, servicios de salud, escuelas, guarderías y otros servicios e instalaciones sociales, o no está ubicada en zonas contaminadas o peligrosas. 

Pero del dicho al hecho hay un gran camino por recorrer. De acuerdo con María Milagros Atencio, profesora investigadora del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) de la Universidad de Guadalajara, si bien la vivienda social en México busca generar espacios dignos a bajo costo, las viviendas que se ofrecen suelen ser de dimensiones cada vez más pequeñas y ubicadas en las periferias de la ciudad, de modo que los subsidios no benefician a los ciudadanos ni a sus entornos, situación que se agudizó a partir de 2000. “Además de ser pequeñas, tenían falta de escuelas y hospitales cercanos, y los medios de transporte eran escasos, por lo cual muchas de estas viviendas comenzaron a ser abandonadas”, explica.  

Tipos de vivienda

:: Vivienda social: tipo de vivienda en cuyas construcción y distribución interviene una autoridad mediante algún tipo de subsidio. Estas viviendas deben ser de bajo costo para que sean accesibles para las familias mexicanas que lo necesitan, establece la Conavi.

:: Vivienda popular: la que, por lo general, es construida en autoproducción en barrios o zonas populares, de sectores de población económicamente débiles o con algún grado de marginación.

:: Vivienda residencial: desarrollada por particulares privados, por lo regular de gran tamaño y de alta plusvalía. Dirigida a grupos sociales con una economía sólida y creciente.

Sumar esfuerzos para transformar 

Como una manera de generar mejores espacios de vivienda social, popular y de construcción de comunidad, desde los años ochenta, el iteso ha participado con estudiantes de las distintas carreras que componen el Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU) para respaldar en cuestiones técnicas, analizando espacios, generando propuestas y dando seguimiento a distintas comunidades y colonias que requieren asistencia para desarrollar mejores condiciones de vivienda, explica Alejandro Mendo Gutiérrez, académico de esta casa de estudios y doctor en Ciudad, Territorio y Sustentabilidad por la udeg. 

En ese entonces, cuenta, alumnos y académicos de la licenciatura en Arquitectura se encargaron de dar asesoría constructiva y legal a distintas cooperativas de vivienda que comenzaban a organizarse entre ellas, como El Colli Sitio, en Zapopan, y la cooperativa Ricardo Flores Magón, en Guadalajara. El proyecto, agrega Mendo Gutiérrez, consistió en generar la planeación urbana del conjunto de viviendas en estos espacios, así como los planos para su construcción progresiva. 

Desde entonces, señala, se ha buscado que esta clase de ejercicios continúe. Ahora lo hacen a través de los Proyectos de Aplicación Profesional (PAP) para que los alumnos tengan la oportunidad de aplicar lo aprendido en espacios reales. Los pap, según la descripción del propio ITESO, no sustituyen lo que hacen las comunidades, sino que se suman a sus esfuerzos por transformarlas.  

Actualmente, menciona Mendo, se cuenta con diversas propuestas institucionalizas para continuar incidiendo en la vivienda de las personas, como la Cátedra UNESCO-ITESO, en la que se dan asesorías a distintos proyectos del sur de Jalisco por medio de cooperativas, como en el poblado de Usmajac, en Sayula; Tuxpan y San Gabriel.

Uno de los proyectos en los que el ITESO se ha involucrado con miras a lograr un mejor hábitat para los tapatíos es la estrategia de Desdoblamiento de la Vivienda, instrumentada por el Ayuntamiento de Guadalajara y puesta en marcha a finales de 2019. Gracias a ella, alumnos y profesores han tenido acercamiento con la alcaldía a fin de lograr mejores espacios para las familias tapatías que viven en hacinamiento. 

Foto: Lalis Jiménez

De acuerdo con la directora general del Instituto Municipal de la Vivienda de Guadalajara, Otilia Pedroza Castañeda, el proyecto está enfocado en otorgar distintas facilidades a los habitantes de colonias como Echeverría, Ferrocarril y Oblatos para que puedan, de manera regular y ordenada, construir espacios de vivienda adicionales a los ya existentes. 

Entre las facilidades que se les brindan, refiere Pedroza Castañeda, están los descuentos en la emisión de permisos para construcción y la vinculación con una caja de ahorro para que puedan obtener préstamos. Por su parte, estudiantes y académicos se encargan de analizar las condiciones actuales de la vivienda, calcular los costos y generar los planos de los proyectos arquitectónicos, para así conseguir espacios mejor ordenados según las necesidades de cada familia. 

“Estas vinculaciones son muy importantes para que los alumnos también generen interés desde la parte social y no sólo desde lo arquitectónico, pues, si bien es lo que más nos llama como arquitectos, los proyectos comienzan desde conocer las necesidades que tienen las familias”, señala la directora. 

Según establecen los criterios de vivienda adecuada de la Conavi, el diseño arquitectónico de una vivienda puede reducir la desigualdad social y brindar un beneficio económico a sus habitantes, como resultado del ahorro de energía y agua, y también soportar su bienestar social y general mediante el confort térmico. 

Traer a los que se fueron

Según los resultados del Censo de Población y Vivienda 2020, Guadalajara pasó de tener un millón 460 mil 148 pobladores en 2015, a un millón 385 mil 629 el año pasado, es decir, en sólo cinco años, la Perla Tapatía perdió 74 mil 519 habitantes. 

Zapopan pasó de un millón 332 mil 272 a un millón 476 mil 491: 144 mil 219 más en el periodo referido, convirtiéndose así en el municipio más poblado de Jalisco, mientras que Tlajomulco pasó de 549 mil 442 habitantes a 727 mil 750, es decir, recibió 178 mil 308 nuevos pobladores en los últimos cinco años. 

Por este tipo de cambios, la repoblación de diversas zonas de Guadalajara es otro de los proyectos en los que han trabajado el ITESO y el ayuntamiento tapatío. En conjunto, desde hace varios semestres echaron a andar un proyecto mediante el cual buscan conseguir que diversas colonias de Guadalajara, principalmente en el polígono central de la ciudad, vuelvan a ser habitadas. Un ejemplo son las colonias San Carlos, Las Conchas y la zona de 5 de Febrero, donde se busca aprovechar los recursos culturales de la zona, como el Parque Agua Azul, el Museo de Paleontología de Guadalajara y el Museo de Arqueología, a fin de motivar su habitabilidad y la generación de comunidad. Sin embargo, el proyecto no contempla vivienda social, sino que más bien está orientado hacia la vivienda residencial, debido a sus altos costos, explica el doctor en Diseño Ambiental e Ingeniería por la University College London, Óscar Humberto Castro.  

“Esa zona tiene un gran valor patrimonial y muchas de esas casas están abandonadas porque es muy caro mantenerlas, ya que hasta para intervenirlas se necesita el permiso del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Por ello, el ayuntamiento propuso esta política pública para analizar cómo se pueden aprovechar estas fincas. Este proyecto ha servido para demostrar que la política puede sonar muy bien, pero no es viable para la vivienda social”, refiere. 

Foto: archdaily.com

Una casa propia 

El proyecto de intervención en la vivienda que han llevado a cabo académicos y alumnos del iteso en el Cerro del Cuatro es, quizás, uno de los más importantes, ya que gracias a él más de 500 familias han conseguido su título de propiedad. 

Gerardo Cano Díaz, maestro en Arquitectura por el Tec de Monterrey, explica que por medio del PAP “Haciendo barrio: construyamos junto con la gente” han logrado trabajar, desde 2008, con los habitantes de barrios y colonias populares de Guadalajara para generar mejores espacios de vivienda, tanto en el aspecto estructural como social. 

A partir de 2012 trabajan en colonias del Cerro del Cuatro —Guayabitos y Francisco I. Madero 2da sección— brindando asesorías técnicas en el levantamiento de los predios, ayudando a obtener las medidas de las casas y de las calles para que las personas reciban las escrituras de sus viviendas. Gracias a este primer proyecto, refiere el académico, en 2019 se entregaron 500 títulos de propiedad.  

Otro de los proyectos es el establecimiento de un Consultorio de Mejoramiento de Vivienda, en el cual alumnos y profesores de Ingeniería Civil, Arquitectura, Psicología y Educación han trabajado con alrededor de 20 familias para conocer sus necesidades y los recursos con los que cuentan, a fin de buscar opciones adecuadas para que mejoren o amplíen su vivienda.  

“No favorecemos la irregularidad, sino que apoyamos la producción social de vivienda, la cual debe contener grupos organizados de personas apoyados con asistencia técnica. En este caso, somos los alumnos y los profesores quienes la brindamos”, añade Cano Díaz. 

Vivienda social en las periferias: el caso Tlajomulco 

Desde los años setenta, los fraccionamientos comenzaron a expandirse hacia las periferias de la ciudad, explica Alejandro Mendo. Aunque en un principio fueron construidos con expectativas de alta plusvalía, como son los casos de Santa Anita, El Palomar o Cañadas, poco a poco las constructoras y las autoridades optaron por construirlos para vivienda social, convirtiéndolos en un “modelo masivo de vivienda” hacia los años noventa. 

En ese entonces no existía un plan intermunicipal para dotarlos de servicios básicos, como transporte, recolección de basura o seguridad pública, ni de servicios complementarios, como escuelas u hospitales, explica Antonio Reyna, profesor investigador del Departamento de Salud Pública de la udeg. Por ello, añade, poco a poco se convirtieron en ciudades dormitorio: quienes habían adquirido su propiedad debían trasladarse hacia sus empleos o escuelas, con trayectos de hasta dos horas de viaje y regresar a la vivienda sólo para descansar. 

De acuerdo con el estudio realizado por Reyna Sevilla cuando era doctorante en Salud Pública, cuando estos espacios son descuidados por las alcaldías se convierten en lugares en los que se cometen asesinatos con gran frecuencia y en puntos de abandono de cadáveres y de hallazgos de fosas clandestinas. 

Según las investigaciones “Mapeo de cadáveres encontrados en el Área Metropolitana de Guadalajara: magnitud y tendencias” y “Geografía del homicidio en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG)”, en las que colaboró Reyna Sevilla, Tlajomulco es el municipio que registró la mayor tasa de homicidios de la Zona Metropolitana de Guadalajara, con 50.7 asesinatos por cada 100 mil habitantes (a 2018).

Si bien los resultados del estudio fueron dados a conocer públicamente, las autoridades municipales “nunca nos buscaron ni siquiera para conocer a detalle la información. Son datos que ni siquiera la Fiscalía tiene con ese detalle de análisis. Era información que estaba a su disposición, que les habría servido”, se lamenta Reyna Sevilla.  

Foto: Archivo

La recuperación de la vivienda 

Aunque el municipio de Tlajomulco creció de manera exponencial en cuanto al número de personas que habitan en él, irónicamente, también creció su número de viviendas abandonadas. 

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, Tlajomulco se ubica como el municipio de Jalisco con más viviendas en abandono (77 mil 709), con lo que superó a Zapopan que, hasta 2016, se hallaba en el primer puesto. Guadalajara aparece en el tercer sitio. 

Tlajomulco ha dado el primer paso para cambiar el destino de estas casas deshabitadas gracias al programa Renta tu Casa, mediante el cual el ayuntamiento ofrece ayudas económicas a los propietarios de viviendas deshabitadas para propiciar que éstas sean rentadas por 350 pesos a personas en condición vulnerable. Gracias a ello se han podido habitar 70 viviendas, con lo que se han beneficiado más de 200 familias, incluidos arrendadores y arrendatarios. “Hay quienes ven el vaso medio lleno o medio vacío. La cifra puede parecer baja en comparación con el número de viviendas deshabitadas, pero nosotros consideramos que es un gran avance porque a nivel nacional no hay otro municipio que esté logrando administrar así sus viviendas en desuso”, refiere el director general de Vivienda del Instituto para el Mejoramiento del Hábitat en Tlajomulco, Andrés Ampudia. 

Por su parte, el Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan) lleva a cabo distintas mesas de coordinación y análisis con académicos de diversas universidades, como el ITESO, la UdeG y el Tec de Monterrey para generar un cambio en la forma de habitar el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG). 

La iniciativa del gobierno de Tlajomulco ha recibido buenos comentarios desde la mesa del Imeplan por ser un programa enfocado a respaldar a madres jefas de familia, adultos mayores y personas con algún grado de discapacidad. El grupo también ha formulado diferentes recomendaciones para impulsarlo y lograr que más fincas sean habitadas.  

Un tequila que no ha cristalizado

En 2018, en el marco del ii Congreso Internacional sobre Sustentabilidad en los Hábitats, la Fundación José Cuervo, en conjunto con los posgrados de Sustentabilidad del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano del ITESO, lanzaron el I Concurso Internacional para el Proyecto Conceptual de Vivienda Social Sustentable, que buscaba que con materiales reciclados de la cadena productiva agave-tequila y materiales locales se lograran el diseño y la construcción de una casa que cumpliera con las necesidades de los habitantes de la región agavera de Jalisco. 

El diseño de esta “vivienda sustentable” debía cumplir con distintos requisitos, entre ellos que fuera estético, cómodo y seguro, y que respondiera a las normativas locales, con especial interés en ofrecer soluciones de vivienda a grupos marginados de esta zona. 

Participaron 80 proyectos creados por equipos de distintos países, como México, España, Italia, Argentina, Honduras, Costa Rica, Colombia, Brasil; sin embargo, de acuerdo con Alejandro Mendo Gutiérrez, si bien se logró la publicación de un libro que reúne las mejores propuestas presentadas, ninguna se ha llevado a cabo. 

  

San Mateo del Mar: la reconstrucción de la comunidad 

Los sismos ocurridos el 7 y 19 de septiembre de 2017 causaron daños en los estados de Oaxaca, Chiapas y Tabasco, que ocasionaron que decenas de comunidades indígenas perdieran sus hogares, como fue el caso de la de San Mateo del Mar, en Oaxaca. 

Derivado de la catástrofe, el gobierno de México puso en marcha una estrategia para que, a través del Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros, se entregaran entre 15 mil y 120 mil pesos a familias que habían perdido sus viviendas, con la finalidad de que pudieran reconstruirlas. Sin embargo, no todos los afectados recibieron el beneficio, por lo que fue necesario que diversas organizaciones sociales se sumaran para ayudar, explican Óscar Humberto Castro y Gerardo Cano Díaz, del ITESO. 

“Reconstrucción de vivienda y tejido social en San Mateo del Mar, Oaxaca” es uno de los proyectos mediante los cuales fue posible lograr la reconstrucción de la comunidad. En él, alumnos y académicos de las licenciaturas en Arquitectura y Psicología del ITESO participaron de manera multidisciplinaria en la reconstrucción tanto de las viviendas como del tejido social de esta comunidad. 

Durante dos años, y en conjunto con la Fundación Loyola y la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, se realizaron diversos trabajos en la comunidad, desde el análisis del suelo hasta el diseño de las casas y el uso de materiales adecuados para evitar que volvieran a derrumbarse en caso de presentarse otro sismo. Para ello, refirió Cano Díaz, fue necesaria la ayuda de traductores y la autorización de los jefes de la misma comunidad. El resultado fue la entrega de 30 casas con estructura de acero, ladrillo de adobe y techo de palma, diseño que tomó en cuenta la tradición constructiva y las condiciones climatológicas de la zona. Además, se instalaron 11 sistemas de captación de agua pluvial, filtros y nueve cocinas tradicionales de horno Comixcal con estufas ahorradoras de leña. También se logró capacitar a más de 30 integrantes de las familias beneficiadas y a 63 albañiles en procesos de construcción antisísmica, se impartieron talleres de fortalecimiento social y se capacitó a seis mujeres ikoots y sus familias en carpintería para la hechura de puertas y ventanas de madera y penca de palma. 

El proyecto fue merecedor de la medalla de oro de la Bienal de Arquitectura Jalisciense de la Academia Nacional de Arquitectura, capítulo Guadalajara.  

Foto: OCI

Se quedan en las maquetas 

En octubre de 2014, alumnos de la licenciatura en Arquitectura del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) de la UdeG presentaron a las autoridades tapatías 32 proyectos de remodelación de la zona norte del municipio de Guadalajara. Los trabajos fueron seleccionados por el entonces rector del centro universitario, Ernesto Flores Gallo, entre más de 120 propuestas presentadas para mejorar las condiciones de vivienda y construcción de comunidad en la colonia Lomas del Paraíso. 

Las propuestas de construcción fueron resultado de una serie de investigaciones que evidenciaron carencias y necesidades en la zona, como la falta de espacios adecuados para el desarrollo de los colonos, las malas condiciones del mercado que ahí se encuentra y el abandono y mal estado de las fincas. 

Pese a que la exposición fue presentada al entonces alcalde de Guadalajara, Ramiro Hernández —quien, de acuerdo con un boletín emitido por la udeg, “felicitó a los estudiantes y reconoció la calidad y el profesionalismo de los trabajos”—, ninguno de los proyectos se llevó a cabo. 

Estos ejercicios se realizan desde hace varios años, semestre con semestre, por académicos y alumnos del centro universitario para hacer visibles a los ayuntamientos y al gobierno estatal las fallas y oportunidades en torno a la vivienda y el hábitat de las distintas colonias del estado. Aunque son ejecutables, la Unidad de Difusión del cuaad explica que sólo quedan en proyectos porque “se necesita que se involucren los ayuntamientos y la iniciativa privada de la construcción”, cosa que no ha sucedido. 

Para evitar que los proyectos que surgen de la academia queden abandonados, en 2017, el sitio Arch-
Daily Colombia lanzó una convocatoria que buscaba recopilar propuestas universitarias de vivienda social. La respuesta fue de más de 100 proyectos provenientes de España y de 11 países de Latinoamérica. “La vivienda social aún es un desafío para gran parte de Latinoamérica, y si bien cada año cientos de estudiantes trabajan en proyectos que reflejan sus inquietudes en el ámbito de la vivienda social, su visibilización es bajísima y su materialización, nula”, refiere el sitio.

Una mirada hacia el trabajo de las universidades 

Si bien desde las universidades se han producido diversos proyectos que podrían representar una solución a los innumerables problemas de vivienda en Jalisco y en México, muchos de ellos son relegados. Por otra parte, también es necesario que las universidades refuercen sus lazos para demostrar la viabilidad de sus iniciativas como opción de mejora. 

Para María Milagros Atencio, del CUAAD de la UdeG, las autoridades se han centrado principalmente en las cifras de viviendas construidas, más que en evaluar si éstas cumplen su función social y si sus habitantes cuentan con los servicios básicos para desarrollarse plenamente. Tomar en cuenta las propuestas y las investigaciones hechas desde la academia puede ser una guía para mejorar las políticas públicas, ya sea para remediar aquello que se hizo sin la correcta planeación o para generar nuevas condiciones de vivienda adecuadas a los cambios sociales registrados en los últimos años.

“Porque, al final, la vivienda es un derecho, nada más que ese derecho es un poco más difícil de conseguir dado que necesita más recursos, porque a la larga este derecho habrá de constituirse además como un patrimonio”, finaliza Atencio. .

Vivienda en números

* 68.48 por ciento de las viviendas en México se han construido bajo procesos de autoproducción, de acuerdo con la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi).  

* Entre 10 y 15 años le toma a las familias autoconstruir y terminar sus viviendas, generalmente sin asesoría técnica en diseño y construcción, lo que produce una vivienda vulnerable y de escaso valor patrimonial. 

* 35 millones 219 mil 141 viviendas son las que reportó el Censo de Población y Vivienda 2020, del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi). 

* 3.6 personas son las que habitan, en promedio, las viviendas en el país. El promedio de personas por dormitorio es de 1.8 personas. 

* 7.3 millones de viviendas en México necesitan ser mejoradas o ampliadas para generar mejores condiciones de vida, según estadísticas del Centro de Innovación a la Vivienda de Hábitat para la Humanidad A.C. 

* 14 millones de viviendas, principalmente en las zonas urbanas, es el déficit registrado por la organización.  

* Cerca de 295 mil familias de Jalisco (6 de cada 10 de aquellos que siguen pagando o rentan) han enfrentado dificultades para pagar, lo cual representa que el acceso a la vivienda se ha visto severamente afectado por la crisis de covid-19, revela la encuesta “Impacto COVID. Un retroceso en derechos”. 

* El estudio también revela que los hogares de niveles socioeconómicos bajos son los que más complicaciones han tenido en este sentido: el 46 por ciento han enfrentado dificultades para pagar. 

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