22 de abril: lo que no hay que olvidar
Vanesa Robles – Edición 486
Producido por Jorge Federico Eufracio Jaramillo, académico del Cifovis, el medio documental Nunca más abril, que combina el arte con el rigor metodológico, se estrenará en ocasión del 30 aniversario de las explosiones en Guadalajara
Jorge Federico Eufracio Jaramillo defiende por lo menos dos hipótesis a propósito de las secuelas que dejaron las explosiones del 22 de abril de 1992 en el oriente de Guadalajara. La primera, afirma el académico del ITESO: es posible ver el dolor de quienes sobrevivieron con lesiones. La segunda, que se puede lograr que tanto el proceso como los resultados de la investigación cuantitativa sobre esa tragedia sean rigurosos y al mismo tiempo comprometidos, y que se puedan publicar en plataformas distintas.
Con el fin de demostrar estas hipótesis, aunque también para recordarle a la población más joven de Guadalajara lo que ocurrió hace 30 años, en abril próximo comenzará a circular el medio documental Nunca más abril, de 35 minutos de duración. El profesor investigador del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social (Cifovis) es productor, investigador y cofundador de un equipo de trabajo, en conjunto con el realizador Ricardo Cárdenas Pérez, quien es profesor investigador de la Universidad de la Ciénega del Estado de Michoacán (Ucemich).
¿Y qué fue lo que ocurrió el 22 de abril de 1992? En plena Semana de Pascua, unos minutos después de las 10 de la mañana, se produjeron explosiones a lo largo de entre ocho y 12 kilómetros de calles, a unos kilómetros de la Calzada Independencia, en Guadalajara. Las autoridades de ese momento contabilizaron 212 personas muertas, 69 desaparecidas y mil 470 lesionadas. Aquel día también quedaron destruidas varias decenas de casas y negocios, así como algunas escuelas. Una de las explicaciones de los estallidos fue que un derrame de gasolina del poliducto Salamanca-Guadalajara habría llegado hasta el sistema de alcantarillado del sector Reforma de la ciudad.
Nunca más abril narra estos hechos y, sobre todo, las consecuencias que tienen todavía en la vida de las personas que se vieron afectadas. Para su edición obtuvo un financiamiento de 100 mil pesos del Fondo Proyecta, de la Secretaría de Cultura de Jalisco.
Por supuesto, antes de la edición el recorrido fue largo.
Sin planearlo, el documental comenzó a cocinarse en 2016, cuando Jorge Eufracio entrevistó a varios personajes —en particular funcionarios públicos— que tuvieron alguna relación con las explosiones de 1992: al entonces alcalde de Guadalajara, Enrique Dau Flores; el jefe de bomberos, el mayor Trinidad López Rivas; el exdirector del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), Juan Gualberto Limón; el exdirector de Pemex, Javier Jiménez Espriú; y el entonces procurador de la República, Ignacio Morales Lechuga. A esta serie de entrevistas, publicadas en Testimonio sobre una herida abierta (Miguel Ángel Porrúa, 2017), le faltaba la voz de una víctima, recuerda el investigador. “Fue así como llegué a Lilia Ruiz Chávez Ruiz”, una de las dirigentes de la asociación 22 de Abril en Guadalajara, A. C., de personas lesionadas.
Con el tiempo, el acercamiento al objeto de estudio se fue transformando en una relación íntima con los y las lesionadas de ese grupo, y la investigación desembocó en un documento audiovisual.
Para el documental, Jorge Eufracio y Ricardo Cárdenas partieron de la idea de que es posible que una lente transmita a los espectadores el sentimiento de dolor de las personas lesionadas.
El profesor investigador del Cifovis afirma que, culturalmente, algunos mexicanos somos muy unidos cuando ocurren las tragedias, pero con el paso del tiempo pocas veces nos preguntamos qué sucedió con las víctimas, dónde están. En el caso del 22 de abril, “tenemos a un gobierno que no resolvió varios problemas que dejaron las explosiones, y también a una sociedad que olvidó fácilmente”, considera.
El director y el productor de Nunca más abril nos hacen recordar, por medio de las vidas de cinco personas para quienes, 30 años después, las calles partidas, el polvorín que duró varios días y el olor a muerte siguen vigentes en cuerpo y alma.
El personaje central es Lilia Ruiz, a quien le falta la pierna izquierda desde aquella mañana cuando se partió el camión de la ruta 333 en el que viajaba al tianguis. La cámara sigue además a Nacho González, quien fue perdiendo la vista como consecuencia de un golpe en la cabeza al caer en una de las zanjas que dejó el estallido. También aparece José Antonio Vargas, con discapacidad motora desde 1992, cuando recién había cumplido 14 años —ahora es campeón nacional de basquetbol—.
Otra protagonista es doña Chuy González, con lesiones permanentes en el cuello y las piernas, después de que varios cuerpos humanos volaron por el aire y le cayeron encima. Por último, está Ángeles Pérez, quien perdió a su esposo tras 12 años de resistencia a las secuelas de las heridas. “Ella es el ejemplo de la lesionada moral del 22 de abril de 1992; jamás recibió una indemnización”, explica Jorge Eufracio.
Se le pregunta cómo logró que un documento visual cuyo propósito es mostrar el dolor, escape de los amarillismos. Responde que la cotidianidad de la vida de estas personas es suficiente. “El asunto es que la discapacidad es parte de su vida. No se la ponen y se la quitan. Es importante mostrar esa discapacidad en un país donde las personas discapacitadas son invisibles”.
En cuanto a qué diferencias encuentra entre la realización de una pieza audiovisual y un artículo académico para una revista de ciencias sociales, mencionó que “en muchos trabajos académicos, mi objeto de análisis teórico ha sido el dolor y las emociones, desde la sociología y la antropología. Eso me llevó a pensar en la parte visual de las emociones. A partir de la hipótesis de que éstas pueden verse, recurrí a la antropología visual y me di cuenta de que un documental y una serie fotográfica no son solamente una herramienta, sino una investigación en sí mismas. [Además,] este tipo de documentos llega a públicos más diversos”.
El principal reto, añade, fue hermanar la teoría social con la estética y las soluciones técnicas que demandaba el medio documental. Y todo eso con la pulcritud metodológica y el conocimiento teórico. Ésa fue la parte más importante y la más difícil.
El medio documental se pudo editar gracias a los 100 mil pesos del Fondo Proyecta. La pieza comenzará a circular en plataformas gratuitas, entre marzo y abril de 2022. Hay que decir que algunos de los integrantes de este equipo pusieron sus quincenas para costear el resto de la producción, y no escarmentaron, pues planean continuar el trabajo y realizar un largometraje en 2023, cuando se cumpla el aniversario 30 de la asociación 22 de Abril en Guadalajara, A.C. .
Nunca más abril es una coproducción ITESO-Ucemich, con la colaboración de Kultu Films.
Producción general e idea original: Jorge Eufracio.
Guion: Jorge Eufracio y Ricardo Cárdenas.
Dirección y fotografía: Ricardo Cárdenas.
Fotografía adicional: Claudia Hernández y Juan Carlos Taravelsi.
Sonido directo: Juan Carlos Taravelsi.
Edición: Daniel Santana.
Corrección de color: Priscila Panduro.
Diseño sonoro: César Hernández.
Fotografía fija: Claudia Hernández.
Asistente general: Monserrat Eufracio.
Investigación: Jorge Eufracio.
Asistente de investigación: Sagrario Paredes.
Diseño gráfico: José María Navarro.
Música original: Pablo Tolentino.
Con la participación de:
Lilia Ruiz .
Ángeles Pérez .
María de Jesús González.
José Antonio Vargas.
Ignacio González.