Desde el más allá (informático)
Jos Velasco – Edición 436
Actualizar el estado en Facebook, hacer un tuit, subir una foto a Instagram. La actividad en las redes sociales es una de las cosas más comunes para las personas. Pero… ¿qué pasa con las redes sociales después de el usuario muere?
Casual, estás del otro lado del mundo y recibes una llamada: tu amigo ha fallecido. Aturdido, cuelgas, y de inmediato ocurre un milagro: recibes un correo suyo. Te asustas, te enojas, sientes que estás soñando, te duele, no captas qué clase de broma es ésta. Abres el mensaje y lo entiendes: alguno de sus familiares utilizó su libreta de contactos para avisar a todos del fallecimiento. La sesión abierta de su tableta lo permitió. Te das cuenta de que incluso gente que no tenía por qué saberlo, lo supo. El correo con copia a todos abrió viejas heridas, que lapidó al siguiente instante. Todo pasó con tal rapidez que nadie se encargó del duelo digital. En internet todo pasa cada vez con mayor velocidad. El insensible de Facebook siguió sugiriendo a tu amigo para que la gente lo añadiera a sus perfiles. “Personas que quizá conozcas”, junto con la foto del muertito. Escalofríos. De todos modos hacen clic, hacen tap, hacen ¡ay!… Los deudos descubren la horrenda persona que fue tu amigo y que amenaza con seguir flotando en el éter informático por toda la eternidad. ¿Cómo evitarlo? Es imposible limpiarlo todo (internet se escribe con tinta), existen puños de redes sociales a medio usar que no lo conocían. Ni de lejos se puede dejar al muerto en paz. Tu amigo nunca se preguntó si necesitaría a alguien que se encargara de su velorio cibernético, tampoco si era posible hacer explotar sus cuentas con un algoritmo. No pasó por su cabeza el deseo de que le dejaran mensajes, así como lo hacían en su cumpleaños, o que le hicieran un altar para que sus exparejas pudieran acechar.
Administrador de cuentas inactivas de Google
No te gustan los albaceas. No quieres dejar problemas. Cambias con regularidad tus contraseñas y consideras que no vas a tener tiempo de estar actualizando papelitos legales. No confías ni en el gobierno para este trabajo. No quieres que tu reputación se vea comprometida ni dañar a tus seres queridos. Estableces el tiempo de espera después del cual tu cuenta se considerará inactiva: tres, seis, nueve o doce meses, y decides qué quieres que se haga con tus fotos, correos y documentos cuando faltes: que se supriman o que algunos de tus deudos puedan acceder a la información. Aquí puedes programarlo.
Cuentas conmemorativas en Facebook
Las cuentas de Facebook se pueden convertir en una especie de altar. Algunas de las características de las cuentas conmemorativas son: nadie puede iniciar sesión y no se pueden aceptar nuevos amigos, los amigos podrán compartir recuerdos y enviar mensajes privados, y las biografías no aparecen en secciones como “Personas que quizá conozcas”. Facebook solicita llenar un formulario con el nombre de la persona, la URL del perfil, su correo, la relación con la persona fallecida y un enlace a una nota necrológica como prueba del fallecimiento.
Papelito habla
Te gustan los albaceas. Quieres dejar a un encargado. Alguien que aplique bien las políticas de privacidad y los términos y condiciones de cada sitio web. Nunca cambias tu contraseña, pues el indicador de fuerza de contraseña te dijo que era fuerte y se lo crees. La escribes en un papel que será entregado a tu persona de confianza, indicando en tu testamento que además se le entregue un certificado de defunción. Así podrá cumplir tus deseos post mortem virtuales. Sólo el albacea sabrá si tus bytes quedarán cerrados o si se podrán manosear.
No dejar problemas virtuales
Ejemplos: fui dueño del dominio miempresitafamiliar.com y no definí el contacto administrativo del mismo, y además me llevé las contraseñas del servicio de hospedaje a la tumba. Tuve una fanpage en Facebook y no agregué a más administradores porque mi negocio era moverle su “Face” a la empresa. Dejé abierto mi correo alterno, que nadie nunca debió consultar, porque de hacerlo develarían las redes sociales que nada tienen que ver conmigo, como la de mi alter ego fantástico erótico musical que nunca protegí porque me gustaba vivir en el peligro.
Cómo dejar un último mensaje
Existen servicios de paga que te permiten subir un video que nadie verá hasta que tres de tus amigos en Facebook, designados por ti, reporten tu fallecimiento. Aunque ahora me pregunto: ¿qué pasa si mueren todos tus amigos juntos? Ojalá que no. Por otro lado, existen otras opciones gratuitas, como la programación de tuits. FutureTweets te ayuda a programar los tuits que desees. Programé uno para cuando cumpla 100 años de edad, que incluye la fórmula para el progreso mundial. Ahora sólo falta ver quién muere primero: el servicio o yo.