Conciertos para los tiempos de distancia social
Adriana López-Acosta Sandoval – Edición 476
Pasadas las primeras semanas del vómito de colaboraciones musicales en Zoom (Jimmy Fallon, basta ya), todo indica que ésta será la forma común de experimentar la música en vivo, por lo menos el resto del año. Y, de ser así, como escuchas, esperamos algo más genuino
Quizá nunca tanto como ahora extrañamos tocarnos, aunque sea involuntariamente, en la fila del baño de un concierto; o rozar los codos en el encore, tropezarnos al bailar, abrazarnos en la canción favorita. Nunca como ahora entendemos que una de las partes vitales de la música en vivo era compartirla en un mismo espacio físico con el otro, sudor ajeno y todo.
Es una cosa extraña, esa de intercambiar la experiencia colectiva de mirar hacia un escenario y romantizar los empujones de desconocidos, por la de servirse un tecito y ver en la pantalla a una fracción de nuestra banda favorita tocar en su sala.
Se ven tan mortales; tan indefensos en su recuadro de Zoom, sin más pirotecnia y faramalla que la que decidan poner en el fondo de su cuarto, a modo de decoración.
En marzo, cuando no sabíamos de los estragos mentales y financieros que nos causaría el covid-19, aplaudimos ingenuamente cada concierto en línea.
Pero, pasadas las primeras semanas del vómito de colaboraciones musicales en Zoom (Jimmy Fallon, basta ya), todo indica que ésta será la forma común de experimentar la música en vivo, por lo menos el resto del año. Y, de ser así, como escuchas, esperamos algo más genuino.
Porque, en una industria que insiste en sanitizar y perfeccionar cada aspecto (y que amenaza con tener pérdidas de hasta 9 mil millones de dólares e incontables empleos), la música en vivo es de las pocas oportunidades de ver y sentir algo real.
Queremos más Meryl Streep cantando a Soderbergh mientras se prepara un coctel, y menos play-backs teatrales.
Tour mundial por la casa
“Here’s my thing, for your emptiness”, dijo Phoebe Brigers en una entrevista para el New Yorker sobre el lanzamiento de su nuevo disco, Punisher. Y, para promocionarlo, realizó una gira de livestreams —con todo y póster— en la tina del baño, en su cama y la cocina. Como muchos de los buenos conciertos en línea, ya no está disponible (la plataforma de Instagram ya no guarda los videos en vivo por 24 horas, y muchos artistas deciden no archivarlos en IGTV). Pero hay valientes en YouTube que han rescatado algunos, como su livestream para Pitchfork.
Música para la resistencia
Lena Waithe no es música. Pero esta productora, guionista y actriz es una gran aliada de la industria. Durante la pandemia, Waithe fue anfitriona en su cuenta de Instagram de las Backyard Sessions del productor Josiah Bell. Primero fue un set de ocho horas para hacer fiesta mundial con los desvelados, que se hizo viral, y de ahí comenzó una colaboración de conciertos en su casa transmitidos en vivo. Tras el asesinato de George Floyd y las protestas de #BlackLivesMatter, realizaron una sesión musical para solicitar donaciones abiertas para las fundaciones. Algunos momentos están disponibles en el IGTV de Waithe.
Grunge con sana distancia
El distanciamiento social fue pretexto para muchas grandes ideas y mucha mediocridad sobreeditada en video. Y luego sucedieron cosas como Post Malone en el bar de su casa, acompañado de Brian Lee, Nick Mack y Travis Baker, cada uno en un cuarto diferente de la mansión en Salt Lake City, tocando canciones de Nirvana para el Fondo de Respuesta Solidaria de la OMS. No hay trucos de edición ni pirotecnia. Sólo música tan buena que hasta Krist Novoselic´ (bajista de Nirvana) lo vio en vivo. Ah, y recaudaron más de cinco millones de dólares.
El Black Mirror de la música en vivo
Si todo falla y el covid-19 nos arruina los eventos masivos, siempre podemos confiar en la realidad virtual para darnos una probada de cómo será vivir en tiempos en los que cualquier episodio de Black Mirror parezca un documental. Epic Games ya lo experimentó, al poner en su videojuego multijugador Fortnite un concierto de Travis Scott “en vivo”. Y, como en la vida real, había que reservar lugar, esperar en el foro y vivir la experiencia acompañado —pero de 12 millones de “asistentes”, cada uno en su casa—.
Cuando se acaba la fiesta en la sala
Si alguien sabe qué hacer en estos tiempos, reacomodar y reconcebir un set musical con limitaciones espaciales y tecnológicas, es NPR Music, creador de Tiny Desk Concerts. La tradición la inició esta organización, y la propagó con la versión en casa, con Tiny Desk (Home) Concerts. Hay varios buenos artistas, pero nadie recreó la estética covid —tanto musical como espacialmente— como Buddy and Kentz Jamz. Es el after party del que todos nos estamos perdiendo al estar encerrados, pero que podemos recrear, cada uno, en la soledad de nuestras salas.