Desnutrida y delgada porque sus padres no podían proveerle alimentos, Gretel, en su anhelo de dulces y golosinas, cayó en la trampa. La Gretel contemporánea, escuálida, se mira ante el espejo, pero no percibe su delgadez. Por la percepción distorsionada de su propio cuerpo, así como por la moda, en la publicidad, en los entornos laborales, cada vez más mujeres caen en la espiral autodestructiva de los trastornos alimentarios: anorexia y bulimia.
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