Urbanidad en línea

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Urbanidad en línea

– Edición 442

Cada función que añade una red social a su sistema pretende volverla más atractiva. Entendiendo este tipo de conceptos, compartimos una serie de recomendaciones sobre urbanidad digital.

Internet es el lugar de la omnipresencia, donde uno puede andar en Tumblr de trajecito y bien peinado y, al mismo tiempo, en pelotas en LinkedIn. ¿O cómo era? En la medida en que entendamos el objetivo de las plataformas virtuales —redes sociales, blogs, periódicos y foros en línea—, podremos comportarnos de acuerdo con lo que está permitido y lo que se espera de nosotros en cada una. Por ejemplo, lo primero que nos pide una red social al inscribirnos es que subamos una atractiva imagen para nuestro perfil. Sin información suficiente, nuestra identidad no destacará entre el mar de usuarios. Hay que vestir nuestra cuenta y dar la cara (aunque sea después de aplicarle unos ligerísimos y casi imperceptibles retoques con Photoshop). Si no hay remedio, o si no hay agallas, podemos colocar una caricatura de nuestro perro. La mayoría de las redes sociales tiene como objetivo final generar dinero a través de la publicidad, y restringir el tipo de contenidos que pueden publicar sus usuarios es una característica de las empresas que buscan abarcar la mayor cantidad de público posible. Mientras más información proporcionamos, mejor pueden comercializarnos y retenernos. Cada función que añade una red social a su sistema pretende volverla más atractiva. Entendiendo este tipo de conceptos, les presento una serie de recomendaciones sobre urbanidad digital.

 

Sigue y deja seguir

Existe una red social para cada tema, en la que puedes compartir tus intereses y se apreciará tu contenido. Recuerda que no eres el centro de internet y difícilmente alguien lo será por más de un día.

Las relaciones en la vida en línea se han vuelto menos binarias. Si configuras bien tus opciones, puedes “ser amigo de”, es decir, indicar un vínculo, sin tener que recibir las notificaciones de lo que publica ese “amigo”. Adiós a sus fotografías de comida o a sus idas al gimnasio.

Para mí, la mejor regla de etiqueta que existe en internet es que, al igual que en la vida real, no vale la pena obsesionarse con banalidades.

 

Internet se escribe con tinta

No publiques cosas personales: considera que, aunque existe la opción de publicar en privado, estás en internet, y tu información puede caer en las manos equivocadas. Por otro lado, difícilmente nos interesará saber de tus cuitas personales. En el mejor de los casos, das lástima y pena ajena. Si deseas compartirlas, hazlo con tu gente de confianza a través de mensajes privados o en una bitácora personal. Repito: incluso todo lo que envíes en mensajes privados, considéralo del dominio público. No quieres acabar con tu reputación hecha meme.

Por otro lado, es muy importante —y un deber de gratitud— que, si vamos a compartir algo en internet, mencionemos la fuente.

 

No seas agresivo

Aunque no lo parezca, recuerda que lo que hay del otro lado de la pantalla es un ser humano. Si vas a rebatir un argumento, elige muy bien tus palabras, recuerda que potencialmente estás a la vista de una multitud. Por la manera en la que discuten en la web, es muy fácil percibir el nivel cultural de las personas. Por otro lado, también te ves muy mal (e inexperto) si eres provocado por trolls y les respondes. Elige tus batallas. Es preferible mutear o bloquear a alguien que quedar como un perdedor. No le tengas miedo a la función “bloquear”, que por algo se programó. Por otro lado, abstente de compartir contenido violento o sensible, ya sean perritos torturados o el parto en agua de tu esposa. Usa tu sentido común y tu pudor.

Si vas a fisgonear a alguien, cuida tus dedos: a muchos se les ha escapado un like o fav a una foto de hace tres años. No pases por esa vergüenza.

Y otra cosa: está bien visto que defiendas de abusos a otros en las redes. Ciudadano web.

 

Escribe bien

Ya no hay pretextos. El navegador cuenta con corrector ortográfico, los smartphones predicen tu texto y la internet está llena de grammar nazis, esos seres que creen que su deber es corregir cualquier error de gramática y ortografía que observan. Así que, si no te quieres topar con estos individuos, no seas flojo y échale ganitas. Te ves mejor y te das a respetar más si cumples con esta mínima recomendación. Si tienes dudas, pregúntale a Google: te aseguro que te contestará en menos de medio segundo.

No escribas en mayúsculas, pues equivale a gritar. Gritar no es malo, pero es agresivo hacerlo todo el tiempo —y además es un detector de newbies—. Utilizar mayúsculas debería ser tu último recurso para llamar la atención. En su lugar, usa signos de admiración y sube contenidos multimedia. Pero, sobre todo, usa tu ingenio.

 

Responde los mensajes

Se entiende y se espera que te puedas tomar tu tiempo para responder un correo, pero no hacerlo es francamente grosero. Es una lástima menospreciar las bondades de la comunicación pausada. “He visto tu correo y a la brevedad te resuelvo” es un ejemplo de respuesta tranquilizadora y cordial. Ahora bien: que hayan leído tu mensaje en Whatsapp no implica que te tengan que contestar. Paciencia. m.

MAGIS, año LX, No. 498, marzo-abril 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de marzo de 2024.

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