Según las investigaciones de Tenoli, en México hay alrededor de un millón de tiendas de abarrotes, de las cuales 90 por ciento está en el sector informal.
Una mujer va a la tienda de la esquina. Compra pan, leche, crema y jamón. Al hacer la cuenta, no le alcanza: le faltaron, digamos, tres pesos. No hay problema: el dueño de la tienda los anota en su libreta de cuentas por saldar: conoce a la mujer desde que era niña. En la libreta hay muchas cuentas por saldar y no hay problema: conoce a su clientela; ha atendido la tienda siempre, aunque cada vez le cuesta más trabajo mantener su negocio: las tiendas de conveniencia se multiplican y contra ellas es más difícil competir. Pero ahora los tenderos, al menos los de Iztapalapa, ya no están solos: Tenoli ya está listo para inyectarles power.
¿Qué es Tenoli? Es un proyecto de Rodrigo Sánchez Gavito y Thomas Ricolfi, egresados de la Maestría en Desarrollo Internacional de Harvard, que, junto con Nicolas Carayon, especialista en emprendimientos sociales, quieren ayudar a los tenderos de barrio. ¿Cómo? Vinculando a los dueños de estos negocios con organizaciones no gubernamentales y empresas de tecnología, así como brindándoles acceso a créditos, capacitación y apoyos gubernamentales y a toda herramienta que pueda ayudarlos a potenciar su desarrollo.
Según las investigaciones de Tenoli, en México hay alrededor de un millón de tiendas de abarrotes, de las cuales 90 por ciento está en el sector informal, y si bien en muchos casos representan el único ingreso familiar, no tienen acceso a servicios y prestaciones por esta condición. “Nuestra misión es ayudar a esas familias a que sus negocios crezcan para que puedan salir de la pobreza. Creamos un ecosistema propicio y sostenible, en el que los tenderos tienen acceso de forma gratuita tanto a servicios como a nuevos productos para vender”, explican en la descripción del proyecto en la plataforma Fondeadora.
El nombre del proyecto viene del náhuatl tenoli, que significa puente. Y eso es precisamente lo que buscan Sánchez Gabito Ricolfi y Carayon: crear un puente entre los tenderos de barrio y cualquier agente que pueda contribuir a su desarrollo, llámense nuevos proveedores, contadores, etcétera. “Crearemos este ecosistema a través de nuestros centros de atención, que son espacios de interacción ubicados directamente en el corazón de zonas urbanas marginadas, donde la densidad de tienditas de abarrotes es más alta y donde más lo necesitan las comunidades. Ofreceremos servicios y talleres (contabilidad, microcrédito, asesoría legal, administración de negocios) y daremos acceso a nuevos productos que las tienditas puedan vender”, añade el texto.
Tenoli comenzó con el pie derecho: su campaña en Fondeadora superó la meta (querían recabar 200 mil pesos y al final llegaron a 319 mil 65 pesos). Ahora, el siguiente paso es abrir el centro Tenoli en Iztapalapa y comenzar a apoyar a las primeras 30 familias dueñas de una tienda de barrio. Y después seguir tendiendo puentes. O como ellos dicen: seguir dándole power a las tienditas. m.