Tejer el África: El Anatsui
Dolores Garnica – Edición 435
Surgido de los movimientos inspirados en la emancipación del África negra en los años cincuenta, El Anatsui estudió arte y las técnicas artesanales y coloridas de su cultura en Kumasi, Ghana Central.
Kente es el nombre del tejido exclusivo para los reyes africanos. Corcholata, madera y metal es el material que teje para el mundo el ghanés El Anatsui.
Un tejido delicado, frágil, perfecto y festivo, hecho con láminas oxidadas, corcholatas de refresco, botes de plástico aplastado y tablones de madera africana. Una nueva forma de coser y tejer a partir de procesos contemporáneos para intentar retratar imagen, diseño, letra, lengua escrita, símbolos, signos, señales, dioses, personas, fronteras, situación e imaginación del África Occidental, como si El Anatsui (Anyaco, Ghana, 1944) siguiera la tradición del bordado y el tejido de su tierra con el fin de mostrarnos la contemporaneidad de su identidad y su arte. Un ghanés, uno de los artistas contemporáneos más reconocidos del planeta, que no renegó de sus raíces, sino que supo aprovecharlas.
Surgido de los movimientos inspirados en la emancipación del África negra en los años cincuenta, cuando los artistas intentaban regresar y crear desde su tradición una nueva identidad, El Anatsui estudió arte, las técnicas artesanales y coloridas de su cultura en Kumasi, Ghana Central. Fue desde allí, y gracias a sus viajes por Europa, donde conoció la experimentación postduchampiana y creó una nueva forma de “tejer” materiales pertenecientes a su tradición (maderas africanas y tinturas naturales) en telares de aspecto ligero, pero esculpidos con motosierra y ahumados después con antorcha de acetileno. Lo de El Anatsui fue, primero, grandes formatos fabricados con tablones pintados y unidos con alambre, colgados como un gobelino, tapete o textil, para recrear los antiquísimos diseños del tejido africano que rememoraba la vieja tradición del tejido kente (de lino, algodón y seda con figuras geométricas, que se tejían primero en tiras largas y que después se cosían entre sí: verdaderas obras maestras exclusivas para las vestiduras y adornos de los reyes); imitando con madera durísima las texturas de una tela: sus arrugas, dobleces y la ligereza de su peso y soltura, una maravilla por la que obtuvo, desde entonces, el reconocimiento que lo ha llevado a los principales museos, galerías, festivales, bienales y ferias de arte alrededor del planeta. En 2010, el Royal Ontario Museum de Toronto, Canadá, preparó When I Last Wrote To You About Africa, la retrospectiva que terminó su deambular por Norteamérica en 2012.
Con el tiempo, El Anatusui descubrió la bondad de la materia prima de la vida cotidiana, y así empezó a tejer no sólo madera, sino también trozos de plástico de botellas, corcholatas, lámina y latas, formando un discurso cada vez más inmerso en la problemática de la identidad africana: comenzó a investigar lenguas escritas ya extintas y códigos de comunicación entre etnias y minorías, e incluso entre presos, para volverlos enormes y duros paneles que todavía parecen de tela: resplandecientes, brillosos y, en ocasiones, ya los últimos registros de formas —desaparecidas o en vías de extinción— de pensar, mirar y comunicarse. Después llegó su interés por el fenómeno de la migración africana a Europa, y su obra se volvió reflexiva a través de sus “visas” monumentales o sus instalaciones, donde troncos de madera se transforman en habitantes cruzando fronteras, banderas sin territorio, mapas sin habitantes, puentes derrumbados o murales repletos de notas de periódico con cifras sin nombres de africanos muertos que intentaron cruzar. En 2009, El Anatsui obtuvo el Premio Príncipe Claus, y en la Bienal de Venecia de 2007 tapizó la fachada del Palazzo Fortony, con lo que evidenció el porqué del interés de la crítica internacional en el arte de su continente.
El trabajo de El Anatsui es un intento urgente de registro de aquello que parece querer exterminar la globalización. Una emergencia creativa para preservar en lo actual el delicado oficio textil de una comunidad cada vez más igual a las demás. Una incansable búsqueda de pertenencia e identidad, utilizando los procesos más contemporáneos de las artes visuales y aprovechando su etapa más libre, pero también esa maestría técnica que muchos añoran en las artes visuales: la función de la materia prima del arte, su destrucción, su transformación, su regeneración y hasta su reciclaje. m
Para leer
:: El Anatsui: Art and Life, de Susan M. Vogel (Prestel, Estados Unidos, 2012)
:: El Anatsui: When I Last Wrote to You about Africa, de Lisa M. Binder (Museum for African Art, Estados Unidos, 2011).
En la web
:: Biografía y links de interés.
:: Video: “El Anatsui: Studio Process”