¿Qué tal si se pudieran iluminar las ciudades sin necesidad de costosas instalaciones, y si en lugar de encender y apagar las lámparas únicamente bastara con regarlas?
Una señal inequívoca de que una ciudad funciona es su sistema de alumbrado público. Cuando éste falta o es deficiente en alguna colonia, sus habitantes enfrentan peligros que seguramente se evitarían con la presencia de la luz. En la Zona Metropolitana de Guadalajara conocemos bien este problema: por una parte, los ayuntamientos no se dan abasto para cubrir todas las áreas que carecen del servicio, y, por otro lado, la instalación de luminarias en tiempos recientes ha dado pie a licitaciones por lo menos dudosas e irregularidades en la contratación de empresas dedicadas a ello. Y, mientras tanto, a la gente sigue faltándole luz por las noches.
¿Qué tal si se pudieran iluminar las ciudades sin necesidad de costosas instalaciones, y si en lugar de encender y apagar las lámparas únicamente bastara con regarlas? Es una posibilidad, gracias a los avances más recientes de la biotecnología y de la nanotecnología. Y, según una nota del sitio MIT News, ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts han dado un paso decisivo para hacerla realidad. Mediante la implantación de nanopartículas especializadas en las hojas de plantas acuáticas, consiguieron que éstas dieran luz a lo largo de cuatro horas. Los investigadores han trabajado con una enzima llamada luciferasa, que es la que da luminiscencia a las luciérnagas, y, de acuerdo con sus observaciones, con la optimización del proceso pronto conseguirán que la luz de una planta sea tan brillante como para iluminar un espacio de trabajo.
“La idea es crear una planta que funcione como lámpara de escritorio sin necesidad de conectarla: la luz estará provista por el modo en que la planta misma metabolice la energía”, afirma Michael Strano, profesor de ingeniería química en el MIT. Esta tecnología también podría usarse para producir iluminación de baja intensidad en espacios interiores, así como para crear árboles que funcionen como luminarias en las calles.
Hacia 2013, una start-up llamada Glowin Plant Project llegó a reunir casi medio millón de dólares para avanzar más rápidamente en la producción de árboles luminosos; sin embargo, ya para 2017 la iniciativa tuvo que cancelarse debido a la falta de liquidez y por las restricciones de instancias gubernamentales y los cuestionamientos de grupos ecológicos que han visto con reservas este uso de la biotecnología. No obstante, su visión fue inspiradora, y el trabajo como el que realizan los investigadores del MIT hace pensar en que no está lejos el día en que los árboles, además de oxígeno, brinden luz a las ciudades. *