Resignificar los espacios
Moisés Navarro – Edición 467
La existencia de un edificio nos puede decir muchas cosas. No únicamente su valor arquitectónico, sino también lo que significó para la ciudad cuando se construyó y lo que significa ahora. El olvido de un parque, de una construcción de valor patrimonial o de una edificación no tan antigua, pero con valor para los ciudadanos, nos puede hablar de un gobierno que fracasó, y en ocasiones de una sociedad desinteresada. Su buena conservación denota lo contrario.
Otras veces, las ciudades se enfrentan a decisiones complicadas. ¿Qué hacer ante un edificio arquitectónicamente bello, pero cuyo significado entraña un dolor histórico? Irlanda, por ejemplo, encara una situación semejante. Está entre la disyuntiva de conservar el último asilo de las Hermanas Magdalenas o derribarlo para construir un hotel; entre conmemorar a las víctimas u olvidarlas.
Mediante el diseño y la reconceptualización se pueden otorgar salidas a este tipo de problemas. No sólo supone un reto creativo y de imaginación, también se involucra a la iniciativa privada, a los gobiernos y a la sociedad para generar una solución en la que la ciudad reinvente y se (re)apropie de este tipo de espacios. Por otra parte, el rediseño paisajístico y de interiores permite también que estos conceptos se apliquen a sitios con historias más simples, pero con retos igual de complejos y estimulantes.
Centro Cultural Gabriela Mistral
El edificio Diego Portales quedó aislado de cualquier dinámica urbana. Era repudiado por toda clase de ciudadanos chilenos, pues fue símbolo tanto del gobierno de Salvador Allende como de la dictadura de Augusto Pinochet. Para su reintegración, la ciudad de Santiago, por medio de un concurso público, lo convirtió en un centro cultural con espacios abiertos, salas de teatro, de danza, biblioteca y un estudio de grabación. Se inauguró en 2010, pero no se ha dejado de trabajar en su intervención.
Value Farm
Cuando hablamos de contaminación atmosférica es inevitable pensar en alguna fábrica como principal responsable. Que una abandonada fábrica de vidrio sea un referente de sustentabilidad en China es un triunfo del arquitecto Thomas Chung, quien utilizó los espacios de ese lugar para formar un huerto urbano comunitario —que además utiliza el agua que llega naturalmente a ese sitio— de 8 mil 120 metros cuadrados. Por si fuera poco, también funciona como parque cultural.
De supermercado a biblioteca
Once mil quinientos metros cuadrados de superficie tenía un viejo Walmart abandonado en la ciudad de McAllen, Texas. Ahora es la biblioteca pública más grande de una sola planta de Estados Unidos. Se repintaron las paredes, se removieron muros y se organizaron los espacios con cristales. El trabajo de diseño de interiores fue exhaustivo, pues además se logró aislar acústicamente varias áreas. Cuenta con un auditorio, una librería de libros usados y una galería de arte.
Sai Tso Wan
Es difícil imaginar que el primer centro recreativo de Hong Kong se haya construido sobre un basurero que albergó hasta 1.6 millones de toneladas de basura. Ahora tiene un parque de atracciones, canchas de futbol y de beisbol que son las más exitosas. También cuenta con paneles solares, sistema de aprovechamiento de agua y turbinas que generan energía y funcionan gracias al gas metano de la basura que se trató antes de la inauguración del parque.
Centro de las Artes San Luis Potosí
Una bella e inusual construcción de estilo neoclásico fue concebida como prisión en el porfiriato. En dicho lugar se cometieron torturas, asesinatos e innumerables vejaciones a los presos que estuvieron ahí. Dejó de operar en 1999, y ahora las crujías funcionan como escuela de artes. Tiene foros y un jardín especializado en cactáceas endémicas del desierto potosino. Se ofrecen visitas guiadas que relatan las espeluznantes historias que guarda el lugar.