Paolo Bifani: ¿De quién es la naturaleza?
Juan Carlos Núñez – Edición 402
El desarrollo científico-tegnológico y la globalización económica abren nuevas preguntas en torno a la validez ética de los procesos de mercantilización de formas de vida. Paolo Bifani, pionero en el análisis de estos problemas, estuvo en el ITESO para hablar sobre los desafíos éticos que genera la privatización de la naturaleza.
De padres italianos, Paolo Bifani nació hace 66 años en Etiopía, en la ciudad sagrada de Gondar, muy cerca del lago Tana del que brota el Nilo Azul (Bahr Al-Azzaq) que se junta con el Nilo Blanco (Bahr Al Abyadi) proveniente de los lagos Victoria, Kyoga y Alberto, para formar el gran río Nilo.
En Nápoles, Paolo sufrió los estragos de la segunda guerra mundial que llegaba a su fin. Los bombardeos, la falta de alimento y los muertos en las calles son los recuerdos que marcaron esa época.
El ahora experto en medio ambiente y desarrollo, estuvo a punto de ser arquitecto por tradición familiar, y fue futbolista profesional, si bien su pasión era la economía. Cuando en la década de los años setenta fue invitado a trabajar sobre medio ambiente para la Organización de Naciones Unidas, el asunto le pareció sumamente extraño: “en aquella época casi nadie hablaba de eso y se sabía muy poco, tuve que estudiar mucho”.
En poco tiempo el tema lo apasionó y desde entonces no lo ha dejado. Ha trabajado la relación del medio ambiente y el desarrollo en diversas oficinas de la ONU, entre ellas las que se ocupan del medio ambiente, de la alimentación, del desarrollo, del comercio y el desarrollo, y de la propiedad intelectual. También ha sido consultor y asesor del Banco Interamericano de Desarrollo, de la Comisión de la Unión Europea y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Bifani ha vivido en diez países de todos los continentes. Actualmente radica en un pequeño poblado de Francia, muy cerca de la frontera con Suiza. Tiene cinco hijos y habla cuatro idiomas. Es autor de los libros Medio ambiente y desarrollo, un texto de 700 páginas, y de La globalización: otra caja de Pandora. Ha publicado además múltiples artículos en revistas especializadas.
Es profesor en diversas universidades en España, Chile, Brasil, Colombia, Costa Rica y México. En nuestro país ha impartido cursos en la UNAM, la Universidad de Guadalajara y el ITESO. También imparte clases en los cursos de CEPAL–Banco Mundial sobre Comercio Internacional y Desarrollo.
Paolo Bifani, con su enorme barba roja, carga siempre un viejo portafolios repleto de papeles y acetatos que muestran las cifras de la degradación del planeta. Pese a todo es optimista: “El desarrollo económico y el respeto al medio ambiente son perfectamente compatibles, hay muchos ejemplos de ello, pero es importante buscar ese encuentro. Que el desarrollo económico tome en cuenta el respeto al medio ambiente y que los ecologistas entiendan que el desarrollo económico no implica necesariamente la destrucción de la naturaleza”.
Ayahuasca (Banisteriopsises caapi)…………………………..Preparación de la Ayahuasca
¿DE QUIÉN ES LA NATURALEZA?
La ayahuasca (Banisteriopsises caapi) es una planta sagrada para los indígenas del Amazonas, que la utilizan ancestralmente en sus rituales. Se trata de una liana con la que preparan una bebida que permite “separar el alma del cuerpo”. Cumple, en más de 400 tribus sudamericanas, una función similar a la que los huicholes le otorgan al peyote; en 1986 una compañía de Estados Unidos recibió una patente para los derechos exclusivos de explotación de la planta. En India, la cúrcuma se utiliza milenariamente como planta medicinal, especialmente para curar heridas; en 1995 esta planta fue patentada por dos científicos estadunidenses. Cuatro años más tarde, la Universidad de Minnesota y la trasnacional holandesa Quest International patentaron una bacteria que se encuentra en el pozol, una bebida tradicional maya que tiene propiedades curativas.
Estos tres casos, entre otros, generaron un intenso debate en torno a la validez ética de la privatización de la naturaleza. Mientras que científicos que trabajan para las compañías trasnacionales afirman que lo que hacen es patentar algunos componentes que ellos descubren en los seres vivos, agrupaciones indígenas y organizaciones no gubernamentales afirman que se trata simple y sencillamente de un “robo” a las culturas ancestrales.
Tanto el gobierno de India como representantes de los indígenas del Amazonas pidieron la revocación de las patentes.
Una vieja historia
La historia y los debates en torno a la propiedad de la naturaleza no son nuevos, afirma Paolo Bifani, experto en medio ambiente y desarrollo, quien estuvo en el ITESO para impartir el seminario “Los desafíos éticos de la privatización de la naturaleza”, que organizó el Centro de Formación Humana. Lo que sucede, aclara Bifani, es que el avance científico tecnológico realiza en poco tiempo procesos que antes llevaban años y ha logrado intervenir en lo más íntimo de la vida: las secuencias genéticas. “Por eso se ha avivado el debate. Ya no se trata de procesos de hibridación natural, sino de la posibilidad de insertar genes en una especie de otra completamente distinta.”
Estos dos factores, junto con la velocidad de los procesos de intercambio comercial, han intensificado las discusiones en torno a la privatización de la naturaleza. “En 1492 no había ovejas en lo que ahora es México. Tuvieron que pasar 88 años para que hubiera 200 mil. El arroz llegó al Caribe hasta 1612 y a Brasil en 1700. Ahora en unas cuantas horas puedes llevar una especie al otro lado del mundo.”
Ovejas en Anérica (Ovis aries)………………………….Cinchona (Cinchona calisaya)
Bifani recuerda que el papel de las compañías trasnacionales en los procesos de privatización de la naturaleza también es antiguo. “Basta recordar a las navieras inglesas y holandesas, compañías trasnacionales, que controlaban el comercio internacional desde la época de la colonia y el papel que jugaron en la sustracción de material genético. Los grandes jardines botánicos no eran sólo parques para que los novios fueran a pasear, eran los lugares en que se adaptaban, conservaban y reproducían las especies sustraídas de sus lugares de origen.” Así, los ingleses se llevaron el caucho de Brasil para plantarlo en Asia. La Cinchona, el árbol del que se obtiene la quina, base de importantes medicamentos contra la malaria, fue llevada de Bolivia a India por exploradores ingleses. El árbol del pan fue llevado de África al Caribe para alimentar a los esclavos que llegaban de aquel continente, en una operación asesorada por los botánicos de los Reales Jardines del Reino Unido. “El mismo Thomas Jefferson sacó clandestinamente arroz de Italia para llevarlo a Estados Unidos. Como estaba prohibido sacar las semillas, las escondió en el forro de su levita”, cuenta Bifani.
LA DIFERENCIA
Paolo Bifani establece una diferencia muy clara entre apropiarse de la naturaleza y privatizarla. No son sinónimos, afirma. El hombre siempre se ha apropiado de la naturaleza, eso le ha permitido sobrevivir y desarrollarse. Comer un fruto, utilizar agua para regar un sembradío o construir una cabaña con madera, son acciones que implican una apropiación de recursos naturales. La privatización, explica, “es una forma de apropiación que tiene características particulares. Una apropiación alude al valor de uso de los elementos de la naturaleza, los utilizamos porque nos ayudan a algo, pero en el momento que esos elementos de la naturaleza pasan a ser apropiados de tal forma que se restringe su acceso a ciertas personas y se excluye a alguien de ese bien, entonces la apropiación tiene otro carácter. Se le asocia entonces un concepto de precio, de valor de mercado y de venta. En ese momento el uso del bien se restringe a aquellos que tienen la posibilidad de pagar un precio por él, es decir, se excluye a quienes no tienenen esas capacidades. Ya no es sólo apropiación sino privatización. Cuando la privatización se asocia a esta situación monopólica, supone el beneficio de unos pocos a costa del perjuicio de la mayoría”.
Este fenómeno muy antiguo, indica el especialista, se ha acentuado en los últimos decenios, “sobre todo con la propiedad de material genético. Al incorporar la naturaleza a los bancos genéticos, han privatizado estos recursos cuyo derecho de propiedad no es tan fácil de determinar ¿a quién pertenece una secuencia genética de una planta o de un animal? El material genético no había entrado a una relación de intercambio tan clara que implicara restringir el acceso de muchas personas. Yo creo que es lo que caracteriza a la privatización en estos momentos”.
Precipitación pluvial……………………………….. Propiedad privada
El doctor Bifani pone como ejemplo de la apropiación de la naturaleza el caso de algunas tribus nómadas de África. “Ellos tienen muy bien controlados los pozos de agua, saben perfectamente dónde están y los reglamentan estrictamente. Esa forma de apropiación está absolutamente organizada y controlada por una práctica cultural, pero está reglamentada precisamente para el beneficio de todas las tribus, a ninguna se le excluye. El agua no pertenece a ningún miembro individual, ni siquiera a la comunidad, pero es ésta la que establece acuerdos y normas para todos. Ahí hay un claro control de la comunidad sobre el mecanismo de apropiación. Eso es diferente a cuando, por ejemplo, sobre esos mismos pozos de agua yo pusiera un cerco y dijera: ‘Usted quiere darle agua a sus vacas, entonces usted tiene que pagar tanto’. Ahí yo excluyo a algunos grupos del uso de esa agua. En este caso, la simple apropiación se transforma en privatización.”
Algo así ocurrió recientemente en Bolivia cuando se otorgó el control del agua potable a una compañía privada que pretendía incluso prohibir que la gente recolectara agua de lluvia en baldes y tinas.
UN DEBATE TARDÍO
Paolo Bifani considera que el debate ético-filosófico en torno a la privatización de los recursos genéticos ha resultado insuficiente: “Al principio no hubo mucha discusión porque se trataba sobre todo de asuntos relacionados con procesos agrícolas o comerciales. Una de las primeras patentes de formas de vida se otorgó a un microorganismo modificado, una bacteria del género pseudomona al que se le han incorporado dos plásmidos (moléculas de ADN) generados por ingeniería genética y que tiene la capacidad de degradar compuestos de hidrocarburos. Este bicho degrada el petróleo. Era algo que se veía como un asunto fundamentalmente industrial. Casi nadie entendía lo que significaba y no hubo grandes discusiones. Pero cuando el asunto comenzó a tocar más de cerca al ser humano, con los problemas del genoma humano, entonces la gente comenzó a reaccionar y de ahí se empezó a desatar claramente el debate ético, político y social sobre el tema”.
Sin embargo, hasta ahora no se han logrado establecer acuerdos claros en torno a cuáles son los límites en los procesos de privatización de la naturaleza. No hay mecanismos de control, ni conciencia suficiente sobre los riesgos de mantener estas prácticas sin medidas que los restrinjan, afirma el experto para quien no existe “ningún misterio” en torno a quiénes son los actuales beneficiarios de estas acciones: “Yo no creo que las trasnacionales se preocupen mucho por los beneficios sociales. Las trasnacionales deben rendir cuentas a consejos de administración y los socios que quieren que al final del año haya cierta cantidad de billetes. No hay que engañarse con eso. Es cierto que el material genético puede ser utilizado para desarrollar remedios, mejorar procesos químicos o farmacéuticos, y eso sería un gran beneficio para la humanidad, pero si yo utilizo este producto para aumentar mi control de mercado y maximizar mis utilidades a costa de la restricción de los beneficios únicamente para quien pueda pagar grandes sumas de dinero, entonces ahí hay un problema serio”.
Flor de Cúrcuma (Curcuma longa)………………………..Polvo tumérico de cúrcuma
LAS SOLUCIONES
Empero, Paolo considera que la discusión, que alcanza cada vez a mayores sectores de la sociedad, puede generar acciones que permitan establecer límites a la privatización de la naturaleza y acuerdos que no sólo beneficien a unas cuantas compañías: “Creo que justamente el asumir este riesgo debiera motivar a la sociedad para establecer mayores discusiones, con más profundidad y crear entonces mayores mecanismos de control de estos procesos”.
Algunas de estas acciones han tenido éxito. En 1996, la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica presentó una solicitud de revocación de la patente de la ayahuasca, en la que se argumentaba: “El otorgamiento de esta patente es un profundo insulto a mas de 400 pueblos indígenas que habitamos en la cuenca amazónica por cuanto es una planta sagrada utilizada para curar nuestros males, limpiar nuestros espíritus y predecir nuestro futuro. La ayahuasca pertenece a todas las comunidades que la usamos y por ello es imposible que pueda ser de propiedad de un solo hombre”. La Oficina de Patentes de Estados Unidos concedió la revocación, pero no con base en el argumento de los indígenas sino con el de que la Universidad de Michigan ya había registrado la planta.
India consiguió también revocar la patente sobre la cúrcuma. “Ellos reclamaron y argumentaron: ‘Esto no pueden patentarlo ustedes, primero, porque es una especie que nosotros usamos desde la antigüedad y su uso está registrado en muchos textos. Y segundo, porque no cumple con las condiciones de novedad absoluta que exigen los sistemas de patentes. Nosotros lo tenemos registrado desde la antigüedad como un producto que se usa para estos fines que son los mismos para los cuales ha sido patentada en Estados Unidos’. El argumento de la India fue muy fuerte y la oficina de patentes tuvo que revocarla. Les ayudó mucho que ellos tenían registros ancestrales”, comenta Bifani.
Este experto en medio ambiente sostiene que para la protección y la defensa de las riquezas naturales de los países en desarrollo es imprescindible la participación del Estado: “Desgraciadamente en muchos países esto no está asimilado y hay una tendencia a asumir que el Estado debe desaparecer. Eso está bien en actividades que no son fundamentales, pero el Estado tiene una función de control muy importante. Lo que hay que hacer es ir reduciendo el Estado empresario y aumentar el Estado benefactor, que es lo que se da en los países desarrollados, pero el Estado tiene que regular el uso de ciertos bienes”.
Una forma muy concreta de que el Estado asuma su responsabilidad en este tema son las leyes que controlan a los monopolios: “Una ley antimonopólica es necesaria en todos los países en desarrollo. Ésta es una de las formas de evitar el abuso de las patentes. Es curioso que justamente sea Estados Unidos el que tiene desde hace muchos años una ley muy fuerte para controlar los monopolios, el que ha asumido claramente la importancia del control del Estado. En cambio, son muy pocos los países en desarrollo que tienen una buena ley de competencia”.
“Hay muchas cosas que hacer”, agrega Bifani, “pero hay que empezar ya. Más grave que los problemas de los que hemos hablado es la falta de conocimiento y de interés de gobiernos, universidades y ciudadanos por este tema que definitivamente marcará nuestro futuro.” m.