Música y gozo espiritual
Sergio Padilla – Edición 506

El ser humano ha recurrido al arte para tratar de expresar lo inefable y comunicar lo que las palabras no alcanzan a decir. Lo ha intentado hacer por medio de poemas e inspiradas obras musicales
Uno de los sentimientos más difíciles de describir con palabras es, quizás, el gozo espiritual, porque aquello que lo provoca suele estar vinculado a una profunda experiencia de plenitud, paz o sentido de trascendencia. Desde una perspectiva mística, el gozo es un signo de la resonancia con la que puede experimentarse el misterio de Dios. San Ignacio de Loyola, en su autobiografía conocida comúnmente como El relato del peregrino, refirió que la experiencia contemplativa que tuvo de la Santísima Trinidad, mediante la “elevación del entendimiento”, le provocó un profundo “gozo y consolación”, y que “toda su vida le ha quedado esta impresión de sentir grande devoción”.
A lo largo de los siglos, ante la dificultad de describir las experiencias espirituales, el ser humano ha recurrido al arte para tratar de expresar lo inefable y comunicar lo que las palabras no alcanzan a decir. Lo ha intentado hacer por medio de poemas e inspiradas obras musicales. Tal como alguna vez lo expresó el entonces cardenal Joseph Ratzinger: “Cuando el hombre entra en contacto con Dios, las palabras se hacen insuficientes. Se despiertan esos ámbitos de la existencia que se convierten espontáneamente en canto”. Algunos de los grandes compositores de todos los tiempos han creado obras que expresan el gozo del encuentro con lo divino, actualizando lo dicho por Leonardo Boff: “Le cantamos a Dios por Dios mismo, porque Él existe… una experiencia de la que están llenos los salmos. Ese encuentro nos hace cantar”.
Bach: “Jesus bleibet meine Freude”, from Cantata BWV 147
John Eliot Gardiner
Archiv, 2000
El compositor Johann Sebastian Bach representa la más alta cumbre del periodo barroco de la música, y una de los más grandes de toda la historia del arte. Las cantatas sacras son manifestación de Bach como hombre de una fe profundamente enraizada en la dimensión humana, ya que en estas obras se escuchan los más variados sentimientos e ideas respecto a la relación humana con Dios: miedo, gozo, gratitud, súplica y alabanza, tal como queda patente en el coral “Jesús alegría de los hombres”, de la Cantata 147.
George Frideric Händel: Messiah
Andrew Davis
Chandos, 2016
Una de las piezas musicales más conocidas del gran público es el famoso y majestuoso Aleluya, del oratorio de Händel El Mesías, compuesto en el verano de 1741 y estrenado en 1742, y que ha tenido desde entonces un éxito sin precedentes. Está escrito a partir de textos en inglés de Charles Jennens, que recogen pasajes bíblicos del Antiguo Testamento, así como otros del Nuevo Testamento que meditan con gozo sobre el mesianismo de Cristo; destaca especialmente el aria “¡Alégrate, hija de Sión!”.
Mozart: Exsultate Jubilate KV 165
Leonard Bernstein
DG, 1992
El exquisito y expresivo motete Exsultate, Jubilate (“Alegraos, expresad el júbilo”), es una obra de juventud de Wolfgang Amadeus Mozart, ya que la compuso en 1773, cuando tenía apenas 17 años, pero ya era un compositor con amplia experiencia. Está escrita para voz de soprano, ya sea de mujer o de niño, acompañada por una orquesta de pequeñas dimensiones. Tiene tres partes: un aria de inicio, un recitativo y el aleluya final. Es una obra alegre, que finca su grandeza en su sencilla y fresca alabanza.
Mozart: Laudate Dominum
Neville Mariner
Decca, 1992
En el año de 1780, Mozart compuso las Vísperas solemnes para un confesor, a fin de que fuera interpretada en celebraciones litúrgicas de la catedral de Salzburgo. La última de las cinco partes de la obra es el aria Laudate Dominum (“Alabemos al Señor”), basada en el salmo 117: es simplemente sublime. Resulta imprescindible escucharla en la voz de la joven soprano eslovaca Patricia Janečková, quien falleció a la edad de 25 años a causa del cáncer, pues hace una de las interpretaciones más bellas de esta obra.
Dan Forrest: Jubilate Deo
Festival Coral Rivertree Singers, Warren Cook
Hinshaw Music, 2016
El compositor estadounidense Dan Forrest (1978) ha destacado por su talento y su inspiración en obras corales de tipo religioso, pues considera su trabajo como una forma de expresión de su fe cristiana. Forrest ha dicho: “Haré la música más hermosa que pueda, no porque la música sea mi fin último, sino porque quiero desarrollar al máximo mis dones hacia el verdadero fin último: glorificar a Dios”. Su obra Jubilate Deo (“Regocijaos en Dios”), estrenada en 2016, da testimonio de su fe.