Los mundos de Marjane Satrapi
Raquel Castro – Edición 503
Recientemente galardonada con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, es un ejemplo de cómo la biografía y la novela gráfica pueden ser poderosas herramientas para evidenciar y denunciar en qué medida los regímenes dictatoriales trastocan la vida de las personas
1. Irán se siente muy lejos de nosotros. Es decir, está lejos desde el punto de vista geográfico, pero cuando vemos imágenes de este país (en noticieros o documentales, principalmente), nos encontramos con conceptos que parecen de otra época o, cuando menos, de otra forma de entender el mundo: mujeres cubiertas de la cabeza a los pies; decisiones políticas tomadas por los líderes religiosos; castigos terribles por disentir… Hace un par de años, por ejemplo, hubo una ola de protestas por la muerte de Jina Mahsa Amini, una mujer de 22 años que estaba custodiada por la gašt-e eršâd, la patrulla de orientación, un escuadrón policial dedicado a arrestar y castigar a quienes no cumplen con el código de vestimenta islámico. Amini había sido detenida por no usar correctamente la hiyab, es decir, el pañuelo con el que se cubren el cabello las mujeres musulmanas. La versión oficial del gobierno fue que la joven falleció debido a un paro cardiaco, pero hubo testigos de que fue golpeada y su cadáver presentaba huellas de varias contusiones, incluida una en la cabeza.
2. Irán no siempre fue un estado teocrático. Desde principios del siglo XX y hasta 1979, sus gobernantes impulsaron una reforma cultural y social. Había escuelas mixtas, las mujeres podían convivir con hombres que no fueran de su familia, salir solas a la calle, ocupar cargos políticos y públicos. Por desgracia, no había libertad política y la riqueza del país se quedaba en manos de unos cuantos, favorecidos por el último sah —es decir, el rey de Persia— de Irán: Mohammad Reza Pahleví, que había gobernado desde 1941 y que, al igual que impulsaba aquellas reformas sociales, también consolidó un fuerte aparato represivo. Esto propició una revolución para derrocarlo, tras la cual tomó el poder el ayatola Ruhollah Jomeiní, líder de uno de los grupos religiosos más radicales que se oponían a la antigua monarquía. Todo esto fue noticia a principios de los años ochenta, pero pronto fue olvidado en Occidente. A fin de cuentas, Irán estaba muy lejos. Quizá, se pensaba con frecuencia, la mayoría del pueblo iraní apoyaba el cambio de dirección de su país.
3. Pasó el tiempo. El Medio Oriente nunca dejó de ser una causa de inquietud para el llamado norte global, del que somos una provincia; Irán estuvo en guerra contra Irak entre 1980 y 1988; Irak invadió Kuwait en 1990 y, en represalia, Estados Unidos lideró un ataque internacional a ese país al año siguiente, que el mundo conoció como la Guerra del Golfo; no lejos de ahí, el conflicto entre Israel y sus vecinos árabes tuvo varios momentos de crisis, mientras que Osama bin Laden y otros líderes islamistas radicales fundaron el Frente Islámico Mundial para la Yihad contra los Judíos y los Cruzados, que tuvo su momento más memorable con los ataques a las Torres Gemelas, en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001. Pero entonces, entre los años 2000 y 2004, la editorial francesa L’Association publicó Persépolis, la novela gráfica de cuatro partes autoría de Marjane Satrapi, y toda una nueva generación de Occidente volvió la mirada hacia Irán. Más específicamente, hacia las mujeres iraníes: las que eran niñas o muy jóvenes cuando el sah fue depuesto por los ayatolas y que se vieron obligadas a dejar las escuelas mixtas, la vida pública, los intentos de equidad. Tuvieron que cubrirse forzadamente con una hiyab.
4. Persépolis no era —no es— un panfleto político. Tampoco es una obra “histórica” en el sentido más común del término, pese a lo que pudiera uno imaginar por su título (Persépolis era el nombre que los griegos daban a Pars, la capital del Imperio Persa entre los años 512 y 330 a. e. c.). En cambio, es la narración íntima, a ratos estrujante y por momentos divertida, de una sola vida: la de su autora, quien tenía diez años de edad cuando tuvo lugar la revolución islámica y poco más de 30 cuando se publicó la obra. Es probable que el interés que despertó en tanta gente este cómic de largo aliento se deba justamente a eso: en un Occidente acostumbrado a la alienación del Otro, en el que se consideran extrañas o irracionales las cosmogonías de otras partes del mundo, Persépolis permitía que el lector se asomara a otro mundo que era parte del propio. El Otro se convertía en un interlocutor.
5. La historia que narra Satrapi es, como he dicho ya, autobiográfica. El primer volumen nos introduce en el mundo de Marjane, una niña de diez años que vive en Teherán durante la Revolución Islámica de 1979. Aquí, la autora nos pinta un cuadro vívido de su vida familiar en un hogar progresista y acomodado, donde la política y la religión comienzan a entrelazarse de maneras inquietantes. La historia arranca con el derrocamiento del sah, un suceso que Marjane observa con curiosidad, confundida por las contradicciones que presencia en el mundo adulto del que es más testigo que parte. A medida que las manifestaciones se intensifican y el régimen cambia, la transición de un sistema laico a uno teocrático es brutal, llena de nuevas restricciones y temores. La pequeña Marjane se enfrenta a la realidad del encarcelamiento y la represión política e intenta comprender su identidad en medio del caos, la injusticia y el horror. El tomo culmina precisamente con el inicio de la guerra entre Irán e Irak. En muchos países de habla hispana hubo críticas a esa primera entrega de Persépolis en las que llamaron a Satrapi (no queda claro si pensando en la autora o en su personaje) “la Mafalda iraní”, precisamente debido a que las páginas mostraban cómo la inocencia y la rebeldía de una niña inteligente y vivaz resultan en situaciones incómodas para los adultos que tienen que explicarle el mundo.
6. Sin embargo, el tono de la historia pierde ese aire infantil en el segundo volumen. Sus páginas abarcan los años entre 1980 y 1984 y la protagonista/autora ha crecido y se ha convertido en una adolescente rebelde, que analiza sin piedad las fallas de los adultos e intenta vivir su adolescencia al mismo tiempo que su país está sumido en el horror impuesto por el régimen teocrático y las atrocidades de la guerra. Sus padres, preocupados por su seguridad, intentan protegerla, pero la joven está decidida a explorar su identidad. Una de las secuencias más memorables de toda la historia tiene lugar en una atmósfera de miedo constante, en las calles semivacías de una Teherán que habíamos llegado a ver llena de vida y movimiento. Es aquella en la que Marjane, después de haberse hecho una chamarra con la leyenda “punk is not ded” (mal copiada del lema de la banda inglesa Public Image Limited), pide dinero a su madre para ir en busca de casetes; la madre le pregunta por qué no se conforma con el que ya tiene, de los Bee Gees, pero Marjane replica que los detesta. Ya con esto entrevemos que la apariencia de ortodoxia y “virtud absoluta” de la sociedad teocrática no es del todo cierta: que hay todavía espacios, aunque sea pequeñísimos, para la transgresión o la resistencia. Poco después, la impresión se confirma cuando Marjane, ya en la calle, camina entre un grupo de hombres de aspecto atemorizante, de oscuras barbas y bigotes, de miradas torvas. Cuando más tememos que estos vayan a increparla o incluso a hacerle daño por su vestimenta, resulta que todos son vendedores clandestinos y (hablando en voz baja, para que nadie más los oiga, como traficantes de droga o de pornografía en otras sociedades) le ofrecen grabaciones piratas de toda la música occidental que el régimen ha prohibido, desde Pink Floyd y Julio Iglesias hasta “Jickael Mackson”.
7. Finalmente, los padres de Marjane toman una decisión drástica: enviarla a Viena para que continúe sus estudios en un ambiente más libre. La tercera parte de Persépolis comienza con la llegada de Marjane a Viena, a los 15 años de edad, y los choques culturales y sociales que enfrenta, desde problemas con el idioma hasta la discriminación por ser extranjera. Sin embargo, también están los problemas típicos de cualquier adolescente: desengaños amorosos, la búsqueda de su vocación, experimentación con drogas. La necesidad de independencia se conflictúa con la de pertenecer a un grupo, lo que se intensifica por la lejanía de su familia. Al final, gana el deseo de reconectar con sus raíces y Marjane decide volver a Irán.
8. El último libro comienza con el regreso de Marjane a Irán, en 1988, y presenta sus intentos por adaptarse a la vida de una sociedad que sigue atrapada en un régimen extremista. A medida que avanza el relato, la joven experimenta una crisis existencial tremenda y, finalmente, tras enfrentarse a múltiples desafíos personales y profesionales —incluido un matrimonio fallido—, decide marcharse de nuevo, esta vez a París, para continuar sus estudios en Bellas Artes.
9. Lo interesante de la trama de Persépolis es que incluso en los momentos más oscuros ofrece humor y ternura; además, el punto de vista de su autora (y protagonista) dota de humanidad a los personajes que la rodean, lo que vuelve a su novela gráfica un documento invaluable sobre la Historia moderna (así, con mayúscula) de Irán. Sin embargo, eso no es todo lo que hizo de Persépolis una obra relevante. Su valor artístico también se manifiesta en su estilo gráfico, su narrativa visual y su estética.
10. Una de las características más distintivas de Persépolis es su uso del blanco y negro. Esta elección no sólo es estética, sino que también refuerza el tono emocional de la obra. El contraste entre las sombras y las luces crea una atmósfera que refleja la dualidad de la vida en Irán: la opresión y la resistencia, la tristeza y la esperanza. Satrapi utiliza trazos simples y expresivos, casi infantiles, que permiten a los lectores sintonizar con las emociones de los personajes sin distracciones visuales. Pero no hay que dejarnos engañar: detrás de esa aparente simpleza hay una narrativa visual rica en simbolismo y matices, lo que le permite ir, de una manera tersa y elocuente, de lo público a lo privado, de lo individual a lo colectivo y de lo trágico a lo entrañable. O viceversa.
11. El éxito de Persépolis fue inmediato. El primer tomo recibió el Premio Coup de Coeur a Mejor Autor Revelación en el Festival Internacional del Cómic de Angulema, uno de los eventos más importantes del género. El segundo volumen no se quedó atrás, llevándose el premio a Mejor Guion en 2001. Para el tercer tomo, su fama ya era internacional y se convirtió en un símbolo de lucha por la libertad, en especial para las mujeres en Irán. En 2007, Marjane trabajó con el director Vincent Paronnaud para llevar su historia a la pantalla grande. La adaptación cinematográfica, también titulada Persépolis, obtuvo el Gran Premio de la Crítica en el Festival de Cannes y el Premio César a Mejor Guion Adaptado. Además, fue nominada al Oscar como Mejor Película de Animación en 2008.
12. Desde entonces, Marjane Satrapi ha seguido con su trabajo en los ámbitos del cómic y del cine, pero también en la pintura. Por ejemplo, obras suyas han sido exhibidas en prestigiosas galerías parisinas, y en los recientes Juegos Olímpicos de París se presentó un tapiz de nueve metros de largo y tres de alto basado en una obra suya creada específicamente para este fin. Por lo demás, tiene todo el sentido del mundo que una obra conmemorativa como aquella se haya realizado como tapiz, tejido de forma artesanal, ya que otra de las novelas gráficas de la artista está dedicada de forma específica al arte textil. Se trata de Bordados, publicada originalmente como Broderies en 2003, también por L’Association, aunque en este caso se trata de una historia sobre la relación que guarda la labor femenina del hilo y la aguja con la comunicación intergeneracional, a partir de las costumbres y anécdotas de las mujeres de su propia familia.
13. Ese interés de Satrapi por el entrecruzamiento de la vida pública con lo íntimo, lo sutil y lo efímero, aparece en otra de sus novelas gráficas (que, por cierto, también fue llevada al cine): Pollo con ciruelas (Poulet aux prunes, 2004). En este caso, el protagonista es Nasser Ali Khan, un intérprete de tar (una especie de laúd iraní) que decide suicidarse. La obra, basada en la vida de un personaje real, habla del mundo iraní antes de la Revolución Islámica y aborda algunas de las grandes preocupaciones de la autora: la vida familiar, la trascendencia de lo cotidiano, la búsqueda del sentido en medio del dolor. Como Persépolis, esta novela contrasta momentos de felicidad con otros de gran tristeza, sin perder nunca su particular sentido del humor. Pero, además, en este caso hay elementos de realismo mágico y un juego constante con el transcurso del tiempo: la trama abarca los ocho días previos a la muerte de Khan, pero transcurre entre saltos al pasado y al futuro.
14. Cuatro datos adicionales de Pollo con ciruelas: 1) como Persépolis, también ganó un premio en el Festival Internacional de la Historieta de Angulema, el de Mejor Novela Gráfica; 2) el título se refiere al platillo favorito de Khan; 3) en la versión fílmica actúan Isabella Rosellini y Chiara Mastroianni (hija de Catherine Deneuve y Marcello Mastroianni); 4) la película estuvo nominada al León de Oro en Venecia.
15. El trabajo de Satrapi en el cine no ha consistido sólo en la adaptación de sus novelas gráficas. En 2012 escribió y dirigió La banda de las Jotas (La Bande des Jotas), una película live action de humor negro, crimen y formato de road movie; y en 2014 dirigió la comedia negra Las voces (The Voices), estelarizada por Ryan Reynolds (¡sí, el mismísimo Deadpool!), con la que ganó tres premios en Francia. También dirigió una biografía de Madame Curie, Radioactiva (Radioactive, 2019), protagonizada por Rosamund Pike; y a mediados de 2024 salió su filme más reciente, Paradis Paris, otra comedia negra en la que actúan Monica Belluci y Eduardo Noriega, entre otros. En estos filmes, sobre todo en los que además de dirigir ha escrito o coescrito el guion, siguen presentes algunos de sus grandes temas (lo público contra lo privado, la visibilización de lo cotidiano, la lucha de las mujeres por encontrar su sitio), pero se aprecia en particular su sentido del humor, juguetón, irreverente y rebelde.
16. Quizás esa es la característica más cautivadora de Marjane Satrapi: desde Persépolis, ha demostrado que se puede hablar de los grandes temas sin renunciar al espíritu punk que abrazó en su adolescencia y que sigue siendo parte de su personalidad. Que no se tiene que adoptar una pose solemne o amargada para luchar por lo que se considera justo. Y que a veces simplemente hay que alzar la voz, aun si eso incomoda a otros e incluso si es necesario hacerlo desde la distancia. Porque a pesar de que toda su carrera profesional se ha desarrollado con sede en Francia, la artista nunca ha dado la espalda a sus raíces y, más específicamente, a las mujeres de su país. Un ejemplo de ello es el libro Femme, vie, liberté, coordinado por Satrapi en 2023. Se trata de un proyecto colectivo que documenta las revueltas en Irán tras el asesinato de Jina Mahsa Amini, que usaron esa frase (“Mujer, Vida, Libertad”; en persa: Zan, Zendegi, Azadi) como eslogan. La obra, en formato de cómic, es una colaboración entre activistas, artistas, periodistas y académicos con la dirección y las contribuciones de Satrapi. Eligieron el formato gráfico porque de haber usado fotografías, o si la hubieran hecho en video, habría sido censurada en Irán. Por el contrario, la versión persa está disponible en línea de forma gratuita como una estrategia adicional para luchar contra la represión y a favor de los derechos humanos, en especial los de las mujeres iraníes.
17. Ahora, a sus 55 años de edad y tras múltiples reconocimientos a lo largo de su carrera —incluidos varios doctorados honoris causa, el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2024 y su elección como miembro de la Academia de Bellas Artes de Francia—, Marjane Satrapi sigue siendo una figura influyente que utiliza su arte para abogar por un mundo más justo e inclusivo. Su trabajo no sólo narra historias, también inspira movimientos y desafía a las generaciones a luchar por sus derechos. Después de leer la obra de esta artista extraordinaria, Irán se siente más cerca de nosotros y de las luchas tan necesarias de nuestro tiempo.