Los humanos y los chimpancés mostramos una diferencia genética gracias a que tenemos un tercer tipo de célula: una de nuestras neuronas distingue de manera independiente los verdes y, por ende, podemos percibir un espectro de luz más rico
Existen en la retina dos tipos de neuronas que nos ayudan a interpretar la luz que percibimos, así como sus tonalidades. Las cónicas, que detectan diferentes longitudes de onda para identificar colores, y las cilíndricas, que permiten que tengamos visibilidad aun con poca iluminación. Ambas células son evidentemente sensibles a la luz; sin embargo, las cónicas acaso son más interesantes, pues tienen una característica que las distingue entre sí, y es que se activan de acuerdo con la longitud de onda que reciben. Unas neuronas sólo se encienden al identificar el color azul, otras únicamente se activan con el verde y, finalmente, otras más son exclusivas para el color rojo. A pesar de que nuestros fotorreceptores se prenden sólo al percibir tres pigmentos, esto es suficiente para experimentar toda la gama colorimétrica que vemos, lo que biológicamente nos da mayor precisión, pues podemos identificar diferencias de longitud de onda menores de tres nanómetros (nm) dentro del espectro de luz visible. Muchos mamíferos, a diferencia de nosotros, tienen una visión dicromática, con dos tipos de neuronas cónicas —por ejemplo, unas células son sensibles al rojo y al verde y otras sólo al azul—; esto los vuelve menos precisos ante los cambios de longitudes de onda. Los humanos y los chimpancés mostramos una diferencia genética gracias a que tenemos un tercer tipo de célula: una de nuestras neuronas distingue de manera independiente los verdes y, por ende, podemos percibir un espectro de luz más rico, con una visión tricromática.
Las tetracromáticas
Existen animales, como algunos reptiles y pájaros, que tienen cuatro diferentes tipos de células fotorreceptoras, lo que les permite ver espectros infrarrojos o ultravioletas. En los humanos también se han identificado mutaciones en las neuronas cónicas que permiten a ciertos individuos experimentar una variación más rica de colores; si bien no llegan a percibir espectros infrarrojos o ultravioletas, sí se ha descubierto que pueden identificar contrastes con más precisión. Estas personas pueden identificar cambios de longitud menores a un nanómetro. Se estima que esta mutación se presenta de manera característica en las mujeres, y que 12 por ciento de ellas la tiene.
Gris
Se ha descubierto que las retinas de pacientes con depresión son menos sensibles a los contrastes de luz. En un estudio realizado por el doctor Emanuel Bubl, en Friburgo, Alemania, se comprobó que hay correlación entre los grados severos de depresión y la menor sensibilidad a los colores; así, se encontró una disminución en la percepción de contrastes en un paciente deprimido. Los investigadores están considerando realizar un examen que pueda informar al médico el grado de depresión que sufre una persona, con base en el índice de sensibilidad al color que presente.
¿Tu azul es mi azul?
Algunos científicos aseguran que los seres humanos no percibimos los colores de la misma manera. Por ejemplo, puede haber diferencias pequeñas en las células cónicas rojas de una persona, que alcanzan un pico de excitación cuando detectan longitudes de onda de 590 nm, contra las células cónicas de un pintor como Rothko, que tal vez presentaban un pico de 620 nm. Esta variación puede ser enorme al percibir, por ejemplo, rojos y naranjas. Aunque la ciencia tiene la certeza de que objetivamente recibimos una longitud de onda similar, es posible que percibamos gradientes distintos de colores entre nosotros por las variaciones de exaltación en los fotorreceptores.
Sinestesia
Imagina que, al escuchar ciertas notas musicales, ves colores, o que ciertas letras en un enunciado se perciban como multicolores. Esto es a causa de una condición llamada sinestesia, por la que los sentidos se mezclan entre sí. Por mucho tiempo no contábamos con las herramientas para estudiar este fenómeno, pero recientemente se ha encontrado un patrón genético que explica una hiperconectividad en ciertas regiones del cerebro, lo que provoca una percepción combinada de sonidos o letras con colores. No mucha gente presenta esta condición, aunque parece que no es excesivamente rara entre los artistas (por ejemplo, Michael Jackson).