En los países subdesarrollados, las malas condiciones de higiene producen más muertes que muchas enfermedades letales. Según cifras de la ONU, cerca de 40 por ciento de la población mundial carece de inodoros conectados al drenaje
Hace un par de décadas, Bill Gates puso su granito de arena para revolucionar el universo de las computadoras. Desde Microsoft ideó máquinas y programas que catapultaron el desarrollo tecnológico en una avalancha que sigue sin detenerse. Pero eso ya quedó atrás. Ahora, desde la fundación altruista que mantiene junto con su esposa, Melinda, Gates prepara otra revolución: una que incluye inodoros, 42 millones de dólares y que tendrá como campo de batalla las regiones más pobres de países subdesarrollados.
Desde la comisión de Agua, Sanidad e Higiene de la Fundación Bill y Melinda Gates, el fundador de Microsoft lanzó un reto a los diseñadores de 22 universidades: reinventar el inodoro. Así, se dio forma a una convocatoria que busca diseños novedosos que cumplan con algunos requisitos fundamentales: deben, por principio de cuentas, ser económicos, de fácil instalación, no depender del alcantarillado ni de la energía eléctrica y de bajo costo de mantenimiento. De las universidades invitadas, ocho fueron las finalistas para participar en la revolución del inodoro.
Aunque en una primera lectura pudiera parecer una frivolidad, el matrimonio Gates tiene fundamentos para llevar a cabo esta empresa: en los países subdesarrollados, las malas condiciones de higiene producen más muertes que muchas enfermedades letales. Según cifras de la ONU, cerca de 40 por ciento de la población mundial carece de inodoros conectados al drenaje, mientras que cerca de un millar deja sus desechos al aire libre, lo que genera severas afectaciones en la salud, sobre todo de los niños.
La preocupación por hacer más funcional el inodoro y contribuir al cuidado del planeta no es nueva ni depende solamente de la iniciativa de los Gates. Desde hace años se ha buscado la manera, por ejemplo, de que el escusado consuma menos agua —el tamaño del tanque se ha reducido de forma considerable— y ya se pueden ver imágenes de un inodoro que fusiona, en una misma pieza, lavamanos y escusado: el agua que se usa para el aseo de las manos va a parar al tanque del váter.
Las cuestiones técnicas no son las únicas que deberán considerar los diseñadores. Bill y Melinda pusieron otro reto: que el diseño incluya el aprovechamiento de los desechos humanos en la forma de energía, agua limpia o fertilizantes. Menuda empresa. m
A cambiar el váter