“La música consiste en colores”
Sergio Padilla – Edición 465
Debussy alguna vez dijo que “la música consiste en colores” y transformó la manera de componer para hacer del arte de los sonidos un lenguaje más sensual, más capaz de expresar con efectos orquestales y nuevos acordes los colores de la naturaleza
Cuando se piensa en la relación entre la música y el color, de modo inevitable viene a la mente el nombre del francés Claude A. Debussy, quien nació en St. Germain-en-Laye el 22 de agosto de 1862 y murió en París el 25 de marzo de 1918. Este inspirado músico, que alguna vez dijo que “la música consiste en colores”, transformó la manera de componer para hacer del arte de los sonidos un lenguaje más sensual, más capaz de expresar con efectos orquestales y nuevos acordes los colores de la naturaleza y la sutileza de la palabra en la poesía. Algunos lo catalogan como el primer compositor impresionista. El crítico musical español Álvaro Guibert escribió atinadamente: “Siempre me acuerdo de la frase de Harry Halbreich, el gran musicólogo:’Debussy fue el primero en componer con sonidos, más que con notas’. Sin necesidad de derribar la tonalidad, Debussy creó sonidos emancipados, exentos de sus obligaciones en cuanto notas de la escala y liberados de los barrotes rítmicos del compás” (El Cultural, Marzo 26 de 2018).
Su música suena distinta a la de compositores anteriores, y hay que aprender a escucharla también de modo distinto. Debussy fue un profundo conocedor de los valores musicales de compositores barrocos como Bach, hasta el lenguaje de creadores de la talla de Wagner. Escuchó y estudió con mucho interés las obras de sus contemporáneos, como Tchaikovsky y Franck. Es así que tuvo una base sólida para atreverse a proponer un lenguaje diferente que marcó la evolución de la música en Occidente.
Debussy: Images. Emmanuel Krivine. Warner Classics, 2018
No hay mejor manera de presentar la relación que Debussy establece entre música y color, que con una de sus composiciones más emblemáticas: Imágenes para orquesta, escrita entre 1906 y 1912. La obra consta de tres secciones: “Gigues” es la primera; luego “Ibéria”, la más famosa del tríptico al pintar musicalmente diversas impresiones sobre España; y “Rondes de printemps”. Acerca de esta obra, Debussy escribió: “Cada vez más creo que la música no es, en su esencia, una cosa que pueda fluir dentro de una forma rigurosa y tradicional. Está compuesta de colores y de momentos de tiempo rítmicos”.
Debussy: Prelude to the Afternoon of a Faun. Paavo Järvi, Cincinnati Symphony Orchestra. Telarc, 2006
El Preludio a la siesta de un fauno es una de las obras más conocidas y revolucionarias de Debussy, quien dijo acerca de esta obra: “La música de este preludio es una ilustración muy libre del bello poema de Stéphane Mallarmé. No pretende, en modo alguno, ser una síntesis del mismo. Son más bien los decorados sucesivos a través de los cuales se mueven los deseos y los sueños del fauno en el calor de la siesta. Luego, cansado de seguir la huida temerosa de las ninfas y las náyades, se abandona al sueño embriagador, lleno de ensoñaciones por fin realizadas, de posesión total en la naturaleza universal”.
Debussy: La Mer. The Cleveland Orchestra & Pierre Boulez. DG, 1995
La pasión de Debussy por el mar lo llevó, entre los años 1903 y 1905, a componer La Mer (El mar), tres bocetos sinfónicos para orquesta que se consagraron pronto como una de las obras más valiosas y revolucionarias de su repertorio. En ella, el compositor “dibujó”, con un magistral manejo hasta entonces poco conocido de la paleta orquestal, sus propias impresiones sobre diversas escenas marítimas: “Del alba al mediodía en el mar”, “Juego de olas” y “Diálogo del viento y el mar”. Sugerencia: escuchar esta obra a la par de la lectura de la novela Océano mar, de Alessandro Baricco.
Debussy: Claire de Lune & Other Piano Favorites. Martin Jones. Nimbus Records, 1994
Una de sus creaciones para piano más apreciadas en la historia de la música es el “Claro de luna”, una de las cuatro piezas de la Suite Bergamasque, compuestas por Debussy en 1890, pero que fueron revisadas en 1905, año en que tomó su forma definitiva la pieza referida y que es una de las más conocidas del compositor francés. A pesar del carácter etéreo de la pieza, cada nota de piano es una sutil pincelada de colores, pero tan poderosamente expresiva a lo largo de sus escasos cinco minutos de duración, que ha sido utilizada no pocas veces como música incidental en escenas de diversas películas.
Mussorgsky: Pictures At An Exhibition (Piano & Orchestra). Brendel, Vienna Philarmonic Orchestra, Previn. Decca, 1994
Hay una obra que primero trascendió a la fama por la partitura original para piano y, después, por el arreglo para orquesta hecho por un músico influenciado por Debussy, lo que nos permite constatar la diferencia de colores entre una y otra versiones. Estamos hablando de Cuadros de una exposición, suite escrita para piano en 1874 por el compositor ruso Modest Mussorgsky (1839-1881). Pero lo que hace más famosa a ésta de por sí joya musical, es la orquestación que en 1922 hizo el compositor francés Maurice Ravel (1875-1937), al trasladar los colores del piano a la riqueza de la paleta orquestal.