Itesianos colaboran con pacientes de El Zapote
Enrique González – Edición 438
A través del Proyecto de Aplicación Profesional Programa de Atención a la Vulnerabilidad y Exclusión, el ITESO realiza una importante labor con los pacientes del Hospital Psiquiátrico de El Zapote. Para muestra, una exposición que tuvo como sede la biblioteca del campus.
A unos 35 minutos del ITESO, en un apartado y anacrónico lugar que cuando se inauguró en 1956 se llamaba Granja de Recuperación para Enfermos Mentales, siete mujeres comienzan a mezclar colores con pinceles: el azul con el morado, el rojo con el gris, el anaranjado con el verde. Acto seguido, dejan que sus manos corran por las cartulinas blancas que les han facilitado. Son casi las once de la mañana. La sesión de arteterapia se cubre de sol debajo de un kiosco ubicado en uno de los extremos de la clínica, cuyo nombre oficial ahora es Centro de Atención Integral en Salud Mental Estancia Prolongada, aunque, en realidad, todos lo conocen como el Hospital Psiquiátrico de El Zapote —o El Zapote, a secas—, ubicado en Tlajomulco y gestionado por la Secretaría de Salud Jalisco.
Orquídea, Martha, Laura, Vicky y casi todas las internas seleccionadas para el taller, se muestran sonrientes y cariñosas con los nuevos rostros que ven llegar a su entorno. Están diagnosticadas con distintos grados de esquizofrenia y diferentes trastornos de personalidad. Son guiadas pacientemente por Beatriz Hermosillo y Daniel Quirarte, alumnos de Psicología del ITESO, quienes forman parte del Proyecto de Aplicación Profesional Programa de Atención a la Vulnerabilidad y Exclusión, coordinado por los académicos Claudia Vega y Everardo Camacho, quien, rodeado por los abrazos y las risas de un par de estas noveles artistas, supervisa la sesión.
Camacho lleva casi 30 años acudiendo a El Zapote y, consciente de lo complicado que resulta reinsertar a la mayoría de los pacientes en el mundo que está más allá de sus muros y mallas ciclónicas, rescata la labor de acompañamiento que lleva a cabo el ITESO a través del citado PAP y de otros proyectos anteriores. En este caso, el trabajo tuvo como desenlace una exposición de pinturas realizadas por las internas, que se pudo apreciar en el segundo piso de la biblioteca del ITESO durante noviembre.
Esfuerzo contra esos pacientes invisibles
El Hospital de El Zapote tiene diversas áreas: infantil, pacientes agudos, consulta externa y pacientes crónicos. Las mujeres que participan en el proyecto viven en este último pabellón.
Daniel y Beatriz explican que, además de la pintura, con ellas llevan a cabo actividades tales como el psicodrama, en el que cada paciente le pide a las otras que representen teatralmente algún episodio non grato de su vida. Daniel puntualiza que trabajar con estos pacientes es importante porque “realmente no existen para la mayoría de la gente. [A los enfermos mentales] los encerramos, los excluimos donde nadie los vea. Lo que queremos es cuestionar esas barreras. Entre más interacción tengan con otras personas, será mejor para todos”.
Camacho explica que las labores del pap se distribuyen en varias áreas del hospital: hay alumnos que trabajan con pacientes “agudas”, a quienes les brindan información sobre el trastorno mental que sufren, los efectos de los fármacos que les recetan y sus derechos humanos; otros lo hacen con varones “crónicos” en el desarrollo de habilidades cognoscitivas; hay dos alumnos que trabajan en el manejo del estrés de los pacientes mediante técnicas de biofeedback y, unos más, colaboran en las terapias grupales de Unidad Intermedia de Rehabilitación (Unire), diseñadas para orientarlos en la “adquisición de competencias sociales para desenvolverse en el mundo fuera del hospital”.
De El Zapote al ITESO
El día de la exposición en la biblioteca del ITESO, Martha, Laura, Consuelo, Orquídea, Mónica y la tímida Victoria pudieron convivir, charlar, reír y responder a las preguntas de casi un centenar de asistentes a la inauguración de la exposición, que mostró más de 40 pinturas hechas por ellas y que estuvieron a la venta. “Con todas mis compañeras estoy contenta y con ustedes también porque han venido a ver nuestros cuadros. Sea mucho o sea poco lo que nos den, de todos modos los queremos y los vamos a recordar siempre”, expresó Orquídea, autora de una pintura titulada “Azul y gris para decirle adiós a los malos recuerdos”.
Durante la inauguración de la muestra, Imelda Barajas, coordinadora de la Unire del Instituto Jalisciense de Salud Mental, hizo un llamado para que “las instituciones educativas brinden a los pacientes psiquiátricos las facilidades para que continúen sus estudios, incluso una licenciatura, como parte de un proceso de reinserción social. Así como para un discapacitado físico hay rampas o existe el sistema Braille, pues que también haya este tipo de condiciones para las personas que tienen una enfermedad de este tipo, para que no se limiten y puedan estudiar una carrera”.
Una vez inaugurada la exposición, decenas de universitarios acompañaron a las pacientes en un recorrido por sus obras, preguntándoles qué sentían cuando las pintaron, por qué habían usado tal o cual color, felicitándolas por sus habilidades artísticas, curioseando sobre distintos aspectos de su vida e intentando en todo momento hacerlas sentir lo más cómodas posible.
Ellas les correspondieron con generosas explicaciones sobre sus procesos creativos, el origen de sus obras (miedo, soledad, tristeza, amor) y amplias confesiones personales no carentes de referencias a su tortuoso pasado, sin olvidar una buena cantidad de francas sonrisas y apretones de manos. m