Harald Haas, profesor de la Universidad de Edimburgo, trabaja en lo que ha tenido a bien llamar tecnología Li-Fi (Light Fidelity), una nueva manera de transmisión de datos que podría sustituir, o por lo menos complementar, a la cada vez más extendida Wi-Fi.
Está usted en el aeropuerto. Al tiempo que aguarda su turno para abordar, también espera un correo electrónico importante que definirá el rumbo de su empresa. Está usted en el aeropuerto porque debe realizar un viaje muy largo, y la espera es angustiosa porque debe dar respuesta a ese correo inmediatamente, y sabe que, una vez que suba al avión, deberá desactivar las antenas de su dispositivo móvil para que no interfieran con las de la aeronave… Eso, por lo menos, hasta ahora.
Harald Haas, profesor de la Universidad de Edimburgo, trabaja en lo que ha tenido a bien llamar tecnología Li-Fi (Light Fidelity), una nueva manera de transmisión de datos que podría sustituir, o por lo menos complementar, a la cada vez más extendida Wi-Fi. Para explicar cómo funciona, Haas parte de la premisa de que “las comunicaciones inalámbricas se han vuelto un servicio público, como la electricidad o el agua”. Sin embargo, añade, hay cuatro problemas en la manera en que se transmiten los datos en la actualidad: “Transmitimos datos inalámbricos mediante ondas electromagnéticas, ondas de radio, pero éstas son limitadas, caras y sólo tenemos cierto espectro disponible; las torres de transmisión celular consumen demasiada energía, que se usa principalmente para enfriar los aparatos; al usar las ondas de radio, es necesario apagar los celulares en vuelos, en hospitales, lo que merma la disponibilidad; y hay un problema de seguridad: las ondas radiales pueden ser interceptadas”.
¿Cómo resolver esto? Según Haas, reemplazando los cerca de 14 mil millones de focos incandescentes que hay en el mundo por luces LED. El académico explica que la luz forma parte del espectro electromagnético y, por ende, puede transmitir datos sin necesidad de usar las ondas de radio, además de que tiene mayor capacidad de transmisión. Para ello, añade, basta con incluir un pequeño microchip en las lámparas LED y un dispositivo receptor en los dispositivos móviles. De este modo, habría 14 mil millones de unidades para transmitir datos, que resolverían los problemas de capacidad, energía, disponibilidad y seguridad —“la luz no puede atravesar una pared, entonces nadie puede interceptar esos datos”, afirma Haas.
Las aplicaciones son muchas: puede usarse para transmitir datos debajo del agua (lo que para Wi-Fi es imposible), en plantas petroquímicas, en hospitales, en aviones, en las calles. “Cada lámpara puede ser un punto de acceso gratuito”, dice Harold Haas, para quien la tecnología Li-Fi puede propiciar un “futuro limpio, ecológico e incluso más brillante”. Por lo pronto, ya tiene listo el prototipo. m