Hijos de la Luna

Hijos de la Luna

– Edición 491

Carlos Jasso/Reuters

Según la leyenda local, el primer albino enviado al pueblo guna por su dios, Baba o Bab Dummat, era conocido como Mago, el padre del Sol. Los que vinieron después de Mago ahora se conocen como Hijos de la Luna o Nietos del Sol

Por años, las personas con piel de alabastro nacidas en este archipiélago de la costa caribeña de Panamá han sido veneradas como Hijos de la Luna o Nietos del Sol. Pero ese mismo Sol, su ancestro mítico y celestial, es también su mayor enemigo.

Los expertos afirman que hay cientos de albinos entre los 80 mil integrantes del pueblo Guna que habita en Panmá, casi la mitad en la parte continental de la región de Guna Yala y en tres docenas de sus 365 islas salpicadas de palmeras. Aunque no se ha levantado un censo, Pascale Jeambrun, fundador de la organización local SOS Albinos, asegura que uno de cada 150 niños gunas presenta esta condición.

En algunos países, como Tanzania, los albinos pueden ser perseguidos y asesinados porque se los toma como símbolos de mala suerte o de brujería. Pero los gunas tratan a sus hijos albinos con amor y respeto.

“Como los ancestros han dicho, es una bendición”, explica Yira Boyd, madre de Delyane Ávila, una niña albina de seis años. Ambas viven en la isla de Ailigandi. “Si los cuidas, puedes alcanzar un lugar especial en el cielo”.

Si bien no son perseguidos, los albinos gunas enfrentan otra amenaza: el sol tropical que puede ocasionarles problemas oculares y cáncer en la piel. Más de la mitad de la población de albinos sufre de alguna forma de este cáncer, dice José Jons, médico en la isla de Ustupu, en comparación con la incidencia global, que es de menos de 1 por ciento de la población, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.

A medida que el conocimiento médico moderno acerca de la enfermedad ha comenzado a penetrar en los atolones de la región, los casos de cáncer de piel reportados han aumentado, señala Rosa España, jefa de Dermatología del Instituto Nacional de Oncología en Ciudad de Panamá, quien hoy atiende a unos tres albinos a la semana en su clínica, lo que significa que el número de consultas se ha triplicado en tres años. Los médicos consultados afirman que la cantidad de albinos que mueren como consecuencia del cáncer de piel se ha elevado, pero el Ministerio de Salud de Panamá no lleva un conteo. 

Los ojos grises de los albinos gunas también son vulnerables al nistagmo, un movimiento ocular involuntario que puede afectar la visión. Debido a su piel sensible, los jóvenes albinos deben ser transportados hacia y desde la escuela de tal forma que eviten exponerse al calor abrasador, mientras ven a sus amigos jugar en las calles.

Los albinos gunas no siempre fueron bien tratados por sus compañeros. Desde que España colonizó la región y hasta finales del siglo XIX, los gunas masacraron a sus albinos, en la creencia equivocada de que estaban emparentados con sus amos europeos, recuerda el líder espiritual Maximiliano Ferrer. A principios del siglo XX floreció una reforma espiritual entre los gunas, que redescubrieron sus creencias tradicionales y el amor por su descendencia albina. Según la leyenda local, el primer albino enviado al pueblo guna por su dios, Baba o Bab Dummat, era conocido como Mago, el padre del Sol, explica Ferrer. Los que vinieron después de Mago ahora se conocen como Hijos de la Luna o Nietos del Sol. Samuel Jiménez, un líder albino de 57 años, de la isla de Archutupu, recuerda que cuando era niño su abuela lo obligaba a quedarse despierto hasta tarde durante un eclipse, a fin de protegerse de un mítico animal alado que los gunas creen que intentaría devorar la Luna. “Es por eso que llevamos un arco y una flecha”, afirma. “Para dispararle a la bestia”.

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