Hernán Casciari: Fuera de lugar

Hernan Casciari es escritor y editor (muy) independiente. Foto: Victoriano

Hernán Casciari: Fuera de lugar

– Edición 437

Hernan Casciari es escritor y editor (muy) independiente.

Casciari renunció en 2010 a La Nación, de Argentina, y El País, de España,  así como a las editoriales que publican sus libros y se lanzó a una de las empresas más admirables de los últimos años en el orbe literario hispanoamericano: la revista Orsai.

Los dados dictan un número telefónico. En una casa de Mercedes, Argentina, una anciana contesta la llamada: “¿Quién habla?”. Del otro lado hay un par de adolescentes menos malévolos que irresponsables, amigos desde la infancia, ejerciendo el arte de las bromas bobas pero despiadadas que han perfeccionado para su propio deleite. “Lo que faltaba”, responde el que ha marcado. “¿Ya ni de mi voz te acordás?”. La anciana duda: “No sé. ¿Con quién quiere hablar”. Puesto que es una competencia (gana quien engañe a su interlocutor  más tiempo, y el récord lo tiene el otro amigo, que escucha en silencio por una extensión: diecisiete minutos y doce segundos), el jugador tiene que ser audaz: “¡Con vos, boludona!”. El insulto surte efecto. “¿Daniel?”, pregunta la anciana, y suelta así el dato clave que desencadena el torrente de invención. Daniel es el hijo lejano que reaparece sorpresivamente en la vida solitaria de la anciana, su regreso no puede ser sino la manifestación de su única dicha posible; ella quiere creerlo todo, y lo cree. Los amigos, al principio, hacen esfuerzos para no soltar la risa que arruinaría el acto. “¡Claro, mamá, quién va a ser!”. Se ponen al día, hay algún reproche (“Papá hubiera querido que estuvieses en su entierro”), y a los doce minutos el bromista ya lo sabe todo de la vida de Daniel. La osadía alcanza una cima insospechable: “Mamá —dije, sorprendido por mi crueldad—. Estoy acá, en la Terminal”. Luego de un silencio, cuando los bromistas intuyen que aquello ya dejó de ser divertido y el que está al teléfono siente “la pulsión de la maldad”, la anciana le implora al hijo que vaya a su lado. “—Tengo que hacer un par de cositas antes, y después voy a casa —dije—. Escuchame, mamá. ¿Me hacés canelones? Estoy muerto de hambre”. El récord ha quedado roto ya hace rato, y también algo más: “Media hora más tarde entendimos que en alguna parte de Mercedes había una casa, que en esa casa había una mesa, y que en esa mesa ya humeaba un plato caliente. Nuestra infancia tardía, aquella ingenuidad, supimos entonces, iba a durar hasta que se enfriaran los canelones de Daniel”.

El pasaje lo cuenta Hernán Casciari (Mercedes, 1971), el bromista, en el libro autobiográfico El pibe que arruinaba las fotos, y acaso de él pueda desprenderse una melancólica reflexión sobre la fatalidad que supone saberse un payaso irremediable. Un niño que siempre hacía muecas estúpidas delante de una cámara, para desesperación de su madre, o que pronto descubrió que su sola posibilidad de supervivencia frente a los abusivos de la escuela, o su única oportunidad con la niña que le gustaba, estarían dadas por la habilidad de hacer reír. Ese talento habría de desembocar en una compulsión creadora: luego de un paso por la composición de poemas que terminarían avergonzándolo, Casciari se convierte en un narrador tenaz que llega a ganar algunos premios de cuento, y pronto se verá asombrado por estar asombrando a multitudes de lectores que siguen el blog que lo lanzaría a una fama inesperada: la bitácora donde una señora mercedina relata sus desventuras domésticas y sus perplejidades hilarantes, y que se convertiría en el best-seller titulado ¡Más respeto, que soy tu madre!

Columnista, a partir de ese éxito, en los diarios La Nación, de Argentina, y El País, de España, Casciari renuncia en 2010 a ambos espacios y a las editoriales que publican sus libros (a los primeros porque está harto de que lo censuren y le recorten el espacio, a las segundas porque está harto de que le mientan y le roben regalías), y se lanza a una de las empresas más admirables de los últimos años en el orbe literario hispanoamericano: la revista Orsai (el nombre corresponde a un muy argentino modo de referirse al “fuera de lugar” en futbol). Junto al amigo de las bromas telefónicas, Chiri, lo que se proponen es una publicación donde aparezcan los mejores autores del momento, que no dependa de la publicidad para subsistir y que pueda llegar a los lectores al margen de los circuitos tradicionales de distribución. Lo consiguen y es una maravilla: quizás la revista literaria más original y mejor editada de la actualidad (la historia íntegra de esta aventura está pormenorizadamente relatada por el propio Casciari en editorialorsai.com/blog; hace un par de meses anunció su final, y el inicio de un siguiente episodio editorial fascinante: Bonsai, una revista cuyo propósito —una reinvención de la mal llamada “literatura infantil”, nada menos— es tener a “grandes y chicos leyendo lo mismo”).

En un pasaje de El pibe que arruinaba las fotos, Casciari cuenta cómo en 2005 recibió la vistia de Woung, su tataranieto coreano llegado del año 2098. Le revela que “el capital humano más importante es el tiempo”. Pocos como Casciari han sabido cómo aprovechar mejor este presente fugaz y vertiginoso. m

 

Libros de Hernán Casciari

:: ¡Más respeto, que soy tu madre! (Plaza & Janés, 2005)

:: España, perdiste (Plaza & Janés, 2007)

:: El pibe que arruinaba las fotos (Plaza & Janés, 2009)

:: El nuevo paraíso de los tontos (Plaza & Janés, 2010)

:: Revista Orsai. 

MAGIS, año LX, No. 502, noviembre-diciembre 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de noviembre de 2024.

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