Greta Gerwig: “Ser grandiosa o nada”
Raúl Fuentes – Edición 495
Antes de Barbie, ya era una creadora consagrada que había logrado imprimir un sello muy personal a las cintas en las que había actuado o que había dirigido. El éxito global de la cinta, que resignifica a la muñeca de Mattel, ha confirmado que es una de las realizadoras más atendibles del cine contemporáneo. ¿De dónde salió y hacia dónde se encamina Greta Gerwig?
“Quiero ser grandiosa o nada”, amenaza en un capítulo Amy, una de las cuatro hermanas March que Louisa May Alcott concibió para su clásico Mujercitas, adaptado por Greta Gerwig para una multinominada película a finales de 2019. La misma Gerwig confesó que al revisar el texto se dio cuenta de cuán moderno se leía, por lo que algunos de los diálogos los dejó íntegros. Para ella, la esencia de la novela radica en cómo plasma a alguien ferozmente independiente y todo lo que tiene que hacer para conseguir sus sueños.
Ser grandiosa o nada es el camino que Greta Gerwig ha seguido desde que irrumpió en la escena cinematográfica, a mediados de la primera década de este siglo, con cintas de corte independiente y de bajo presupuesto y hasta protagonizar algunos clásicos de culto o participar con papeles secundarios en películas comerciales e, incluso, llevando su carrera un paso adelante al dirigir sus propias historias, pero sin dejar de lado su más grande pasión: escribir.
La cara del mumblecore
A mediados de los años dos mil, el cine hollywoodense había encontrado una nueva tendencia y una mina de oro: las películas de superhéroes. Entre 2000 y 2010 desfilaron varias películas de Batman, Spider-Man, los X-Men y el universo cinematográfico de Marvel comenzaba a demostrar su músculo con Robert Downey Jr. al frente de un emporio que cuenta más de 30 filmes. Del otro lado del espectro figuró el mumblecore, un subgénero cinematográfico caracterizado por presentar historias de bajo presupuesto, con actuaciones y diálogos naturalistas, muchas veces improvisados, y enfocado principalmente en las relaciones sociales de jóvenes veinteañeros y treintañeros. Aunque el término mumblecore no fue muy bien recibido por sus mismos exponentes (Joe Swanberg, los hermanos Jay y Mark Duplass y Lynn Sheldon, entre otros), sí era evidente que Greta Gerwig era la figura más representativa de este movimiento.
Nacida en Sacramento, California, el 4 de agosto de 1983, hija de una enfermera y un programador en computación, Gerwig estudió inglés y filosofía en el Barnard College, la prestigiosa universidad privada y femenina especializada en artes, y aunque siempre coqueteó con la idea de ser dramaturga, el sueño no se le cumplió de inmediato ya que, aún siendo estudiante, ya comenzaba a figurar en algunas producciones cinematográficas de corte independiente.
Entre 2006 y 2012 apareció en películas como lol, Hannah Takes the Stairs, Baghead, The House of the Devil, Greenberg (ésta dirigida por Noah Baumbach), Damsels in Distress y To Rome with Love (dirigida por uno de sus ídolos: Woody Allen).
Aunque en 2008 codirigió con Joe Swanberg la película Nights and Weekends, no sería hasta cuatro años después, con la película Frances Ha (coescrita por ella y por el director Noah Baumbach) que la carrera de Gerwig daría un nuevo vuelco, en el que no sólo brillaría por los papeles que interpreta, sino también porque mucho de esos filmes tenía su sello autoral. En Frances Ha escribe con Baumbach el primero de sus guiones como mancuerna creativa.
A continuación, cinco películas para conocerla mejor.
Frances Ha (2012)
Escrita por Noah Baumbach y Greta Gerwig; dirigida por Noah Baumbach
No fue ésta la primera vez que Gerwig y Baumbach —que hoy forman una pareja sentimental— trabajaban juntos: apenas dos años antes, él la dirigió a ella como el interés de Ben Stiller en Greenberg, una comedia romántica.
Frances Ha es otro tipo de comedia romántica, sólo que más… individual. Según la dramaturga estadounidense Annie Baker, no se trata de un romance de un chico y una chica, sino que es una historia de amor que la protagonista tendrá consigo misma. “Después de una serie de obstáculos, Frances finalmente llega a conocer y a enamorarse de Frances”, escribe Baker en el cuadernillo que acompaña la edición en Blu-ray de la película.
Para muchos, Frances Ha fue la película por la que Greta Gerwig se dio a conocer como actriz. Esa peculiar cinta, de aparente bajo presupuesto y filmada en blanco y negro con evidentes influencias de la Nueva Ola Francesa (sólo que aquí el escenario principal es Nueva York y no París, aunque en un momento de la película Frances viaja precisamente a esta ciudad para regresar el mismo día con más frustración que jet-lag), sorprendió a propios y extraños por la forma tan íntima y a la vez tan despreocupada de representar la vida de una joven veinteañera que no tiene tapujos en correr por las calles de Manhattan al ritmo de “Modern Love”, de David Bowie (en una especie de homenaje retorcido al recorrido tortuoso que hace Denis Lavant en Mauvais Sang, de Léos Carax) o de orinar en las vías del metro ante la mirada juguetona de Sophie, su mejor amiga.
Es precisamente ella la que crea un conflicto, pues Sophie y Frances viven juntas hasta el momento en que la primera decide mudarse con su novio; esto descompone emocional y económicamente a Frances, quien tendrá que conseguir dinero, luego despilfarrarlo en una cena costosa, tratará de volver a la academia de baile de sus sueños, conocerá a nuevos amigos, se peleará con otros, visitará a su familia en Sacramento (sus padres en la película son sus padres en la vida real) y, finalmente, habiendo hecho un atropellado viaje del héroe, mostrará un último toque de ternura cuando escriba su nombre completo para pegarlo en el identificativo del buzón de su edificio —pero al no medir bien, sólo se alcanza a leer “Frances Ha”, y no “Frances Halladay”.
Frances Ha tiene en común con muchas de las historias que Gerwig escribirá y dirigirá más adelante el tema del propio descubrimiento. Para ella, todo lo que tiene Frances al final en realidad lo tenía desde el principio, sólo que era incapaz de aceptarlo y reconocerlo. Ella siempre tiene todo a su alcance, pero no sabe cómo obtenerlo.
Mistress America (2015)
Escrita por Noah Baumbach y Greta Gerwig; dirigida por Noah Baumbach
Lo que sí obtuvo Greta Gerwig con Frances Ha fue más trabajo, aunque no necesariamente reconocido. En los tres años que pasaron entre esa película y Mistress America filmó el piloto de un sucedáneo de la exitosa serie de televisión How I Met Your Mother, sospechosamente llamado “How I Met Your Dad”, en el que Greta interpreta a Sally, una mujer que cuenta la historia de cómo conoció al padre de sus hijos. Aunque el proyecto fracasó (el piloto quedó en eso… en piloto), le dio oportunidad a Gerwig de escribir de nueva cuenta una película con su pareja sentimental.
En esta nueva producción, Gerwig interpreta a Brooke Cardinas, una mujer intensa e histriónica que en apariencia tiene una vida de éxitos sólo para descubrir (ella y nosotros) que no todo es lo que parece. En una de las entrevistas acerca del proceso de Baumbach y Gerwig para crear a Brooke, ella contó que había imaginado lo divertido que sería escribir un personaje que fuese, básicamente, el vocero de todas las cosas locas que siempre quisiste hacer y decir y que, por una u otra razón, jamás lo habías conseguido.
Eso es muy notable en la película cuando Brooke habla de sus logros y su aparente salud mental, mientras desciende por unas escalinatas en Times Square, en Nueva York, o cuando le reclama a una vieja amiga el haberse quedado con sus gatos. En uno de los puntos máximos de soberbia (o de contar con una autoestima más que sana), Brooke le dice a un antiguo novio que ella se conoce tan bien que no necesita ir a terapia. Sin embargo, aunque Brooke es una fuerza de la naturaleza cada vez que aparece en escena, la protagonista en realidad es Tracy (Lola Kirke), una mujer joven que encuentra en su futura hermanastra toda la admiración y la fuerza para hacer realidad su sueño: escribir.
Según Kirke, Mistress America navega con una idea precisa: “el punto central es encontrar gente a la que admiras y luego admirarte a ti mismo como resultado de ello”. Si las palabras de la actriz no parecen tener sentido, lo que sí lo tiene es el hecho de que Gerwig exhibe en esta película uno de sus temas favoritos: personajes femeninos que quieren ser escritoras.
Mujercitas (2019)
Dirigida, escrita y adaptada por Greta Gerwig (a partir de la novela homónima de Louisa May Alcott)
Si alguien sabe lo que es ser una mujer que quiere ser escritora, ésa es precisamente Greta Gerwig. En una entrevista promocional que aparece en el Blu-ray de la película, cuenta que, cuando se enteró de que querían hacer una nueva versión del clásico literario, se dirigió a los altos mandos de Sony para exigirles que la contrataran porque, según ella, era la única persona que podía hacerle justicia, con una idea específica de lo que trata Mujercitas: “Se trata de las mujeres como artistas y su relación con el dinero”, dijo.
Gerwig adaptó la novela de una manera peculiar: tomó los dos libros que cuentan la historia de las hermanas March, les quitó la narración cronológica y los mezcló. El segundo libro, que se ocupa de lo que ocurre siete años después de los sucesos del primer volumen, contenía ecos estilísticos que la cineasta aprovechó para dotar a la historia con paralelismos que la harían aún más interesante, ya que son evidentes, no sólo en la fotografía (el “pasado” tiene una paleta de colores diferente a la del “presente”), sino también en la madurez de los personajes y, sobre todo, en el antagonismo entre Jo y Amy, que es más notorio: Jo ahora tiene experiencia como escritora y es menos soñadora, y Amy es una niña berrinchuda que al crecer sabe perfectamente lo que ha significado crecer a la sombra de su hermana mayor y qué piezas necesita mover para concretar sus planes.
Filmada con un reparto multiestelar (Saoirse Ronan, Emma Watson, Florence Pugh, Timotheé Chalamet, Bob Odenkirk, Louis Garrel, Laura Dern y Meryl Streep), con Mujercitas Gerwig demostró estar a la altura de un clásico literario y ser capaz de ofrecer una mirada nueva y fresca, con su sello autoral. También estaba confirmando que Lady Bird, su más notable éxito hasta entonces, no había sido un golpe de suerte.
Lady Bird (2017)
Escrita y dirigida por Greta Gerwig
Aunque para muchos Lady Bird fue la primera película dirigida por Greta Gerwig, no se debe soslayar que nueve años antes, junto con su entonces novio Joe Swanberg, coescribió y codirigió Nights and Weekends, una comedia romántica realizada con los códigos del mumblecore que cuenta la historia de una pareja que se enfrenta a vivir su relación a distancia, con las implicaciones que podría acarrear tal decisión.
Con Lady Bird, las cosas se dieron de manera distinta. Tras años de experiencia frente a las cámaras y con dos películas escritas en coautoría con Noah Baumbach, Gerwig se sintió más que lista para emprender su labor como realizadora. Al hablar de sus influencias para la creación de Lady Bird, se ha referido a los grandes exponentes de la Nueva Ola Francesa (Jean-Luc Godard, François Truffaut, Alain Resnais, Éric Rohmer, etcétera), pero sobre todo a algo que estos cineastas acuñaron cuando eran críticos de cine para la mítica revista Cahiers du Cinéma a finales de los años cincuenta: su famosa teoría de los autores, que postula que el director es el único amo y señor detrás de todo proyecto cinematográfico, imprimiéndole no sólo su estilo, sino también su esencia propia y detentando el completo control creativo de la cinta.
Lady Bird, que en un sentido podría funcionar como una precuela de Frances Ha por sus tintes autobiográficos, cuenta la historia de Christine Lady Bird McPherson, una joven de 17 años que vive en Sacramento, California, en 2002. Si en Mujercitas Gerwig se preguntaría cómo sería plasmar las vidas de cuatro jóvenes que pasan por la difícil transición de niñas a mujeres, en Lady Bird se cuestionaba cómo sería exponer la no menos difícil relación que suelen tener las adolescentes con sus madres. “No conozco a nadie que no tenga una relación complicada con su madre”, dijo en una entrevista.
Lady Bird supuso un éxito para Gerwig de varias maneras: por un lado mantuvo durante varias semanas la calificación perfecta de cien en la página Rotten Tomatoes (un sitio que agrupa los textos de los más importantes críticos cinematográficos y califica la “frescura” de las películas con un tomate rojo o uno podrido); por otro, fue nominada a cinco premios Oscar, en las categorías de Mejor Película, Mejor Actriz, Mejor Actriz de Reparto, Mejor Directora y Mejor Guion Original. Estas dos últimas nominaciones dejaron en claro que los talentos de Gerwig como actriz se quedarían en la banca un tiempo: desde el estreno de Lady Bird, sólo ha actuado en dos películas: doblando una voz en la cinta animada Isla de Perros, de Wes Anderson (2018), y protagonizando junto con Adam Driver el más reciente filme de Noah Baumbach, White Noise, de 2022.
Barbie (2023)
Escrita por Greta Gerwig y Noah Baumbach; dirigida por Greta Gerwig
En una escena de Barbie, la famosa muñeca de Mattel se enfrenta a una sorpresa después de llegar con su compañero/novio/amigo Ken, al “mundo real”. Para entonces ya ha sido acosada, nalgueada, apresada y liberada por muchos hombres “reales”. Y ahora está en la banca de una parada de autobús, al lado de una señora de edad avanzada que le sonríe.
—Usted es hermosa —le dice Barbie.
—Lo sé —responde la anciana.
Ese momento en la película es significativo porque los ejecutivos de Warner Bros. le pidieron a Gerwig eliminar la escena aduciendo que lentificaba la trama. Pero ella se rehusó argumentando que era el corazón del filme, puesto que Barbie en ese momento se da cuenta de que otro tipo de belleza es posible, y eso ponía la primera semilla de la transformación y el autodescubrimiento del personaje en su viaje.
El proyecto de una película de Barbie se barajó desde hace casi 15 años, y se consideró a actrices como Amy Schumer o Anne Hathaway para interpretar a la muñeca. Pero no se volvió realidad sino hasta que la australiana Margot Robbie (famosa por encarnar en tres cintas a Harley Quinn, la antiheroína de DC Comics, y también por ser nominada al Oscar gracias a su interpretación de la patinadora Tonya Harding en Yo, Tonya) y su casa productora LuckyChap (en sociedad con su esposo, Tom Ackerley) se aventuraron a invertir en esta historia, en la que se tocarían temas sobre feminismo y el patriarcado, interés que ya había quedado patente en otra cinta producida por Robbie, Promising Young Woman, la historia de una mujer que busca vengarse de las personas que violaron a una de sus mejores amigas.
Consciente del talento de Gerwig, Robbie la invitó a escribir el guion de la película que finalmente ella misma se postularía para dirigir, no sin una dosis de miedo. “Este proyecto podría sepultarme”, dijo en una entrevista, refiriéndose a su carrera.
El éxito de Barbie sigue generando asombro: al momento de escribir estas líneas, la película ha ganado ya más de mil millones de dólares, lo que la convierte en la película más exitosa dirigida por una mujer; además, es la producción de Warner que más pronto ha conseguido esta cantidad de dinero, superando a Harry Potter y las reliquias de la muerte: parte 2, que tuvo más dificultad en alcanzar esa recaudación en taquilla.
Los retos de Gerwig
“Escribir es escuchar”, asegura Greta Gerwig. En la base de las películas que ha escrito, protagonizado o dirigido, hay una pregunta que no sólo no evade, sino que afronta de distintas formas: ¿qué significa ser mujer? ¿Qué significa ser mujer en la adolescencia? ¿Qué significa ser mujer en relación con la madre? ¿Qué significa ser mujer estereotípica en un mundo aparentemente idílico? ¿Qué significa ser mujer en un mundo dominado por hombres?
Película a película, Gerwig lanza estas preguntas sin dotar a sus historias de una respuesta explícita, pero sí coloreando sus tramas con su paleta de inquietudes y discursos.
“Ser grandiosa o nada”, dice Amy March como manifiesto de vida. Pero también lo dice Greta Gerwig, que encontró en esta frase el suficiente poder para cumplir sus sueños. En la primera presentación de Lady Bird en un cine abarrotado, con lágrimas en los ojos y voz entrecortada, confesó que siempre quiso dirigir; que todo era cuestión de “aventarse” y darse esa oportunidad, por lo que animó a la gente a construir su propio destino.
Después de obtener varias nominaciones al Oscar por sus películas, reconocimiento como actriz, escritora y cineasta, y de haber logrado el estreno más exitoso de la historia para una película dirigida por una mujer, Greta Gerwig se prepara para su siguiente reto, que son dos películas de Las Crónicas de Narnia, producidas por Netflix. O tal vez su reto sea seguir criando a sus dos hijos, en tanto le llueven nuevas propuestas de trabajo. A lo mejor nos sigue sorprendiendo y actualiza su lista de las 12 películas que nadie se debe perder, o quizás en algún momento documente algún proyecto que tenga que ver con la danza, otra de sus grandes pasiones.
Mientras mantenga su sueño de escribir y dirigir, habrá Greta Gerwig para rato.
2 comentarios
Solo he visto la película de Barbie, y ahora quiero verlas todas. Tengo que admitir que Greta Gerwig no es por mucho mi Directora favorita, pero ahora iré a buscarla y a descubrir porque dice que escribir, es escuchar. Creo que ser grandiosa o nada fue su mejor apuesta. Gracias por el texto.
Gracias a ti, Verónica. Gracias por leer. 🙂