Filmar con el Sol

Filmar con el Sol

– Edición 494

Imagen de la película «El Renacido»

Para los cineastas, la luz solar puede aportar calidez a historias y personajes, generar alegría o agobio, bienestar o fastidio

Por razones prácticas y artísticas, el cine ha utilizado desde su nacimiento luz natural y artificial. La primera es, por lo general, cortesía del Sol; la segunda proviene de lámparas alimentadas con electricidad. El Sol es generoso —no cobra recibo cada bimestre—, y si nace para todos, como dice la canción, su luz no es la misma en todo el planeta ni a lo largo del día. Su manejo ofrece más de un obstáculo, por lo que a menudo pone a prueba la habilidad de los cinefotógrafos, sobre todo cuando el rodaje tiene lugar en sitios apartados a los que no es posible llevar lámparas o plantas generadoras de electricidad. A pesar de eso deben mantener la continuidad de la intensidad y de la dirección de la que proviene, para que no “brinque de un plano a otro”. Además, han de aprovecharla con los propósitos expresivos que tenga el director… Para los cineastas, la luz solar puede aportar calidez a historias y personajes, generar alegría o agobio, bienestar o fastidio. Por medio de ella, Terrence Malick da cuenta de la presencia de la divinidad y exalta la humana condición; Lucrecia Martel apuesta por una luz sin relieve en los exteriores de La ciénaga (2201), y así hace sensible la abulia que habita a sus personajes; en El desierto rojo (1964), de Michelangelo Antonioni, por lo general el sol brilla por su ausencia en el paisaje urbano, pero es abrasador al borde del mar.

No es raro que el Sol cobre mayor protagonismo al acompañar el devenir o transitar de los personajes o porque es un objeto de atención o veneración para ellos. Como iluminan estos casos:

Walkabout (1971), Nicolas Roeg

Una joven adolescente y su hermanito, ambos de origen occidental, quedan a la deriva en el Outback australiano. Lejos de la civilización hacen lo que está a su alance para sobrevivir en la aridez circundante. En la ruta coinciden con un joven aborigen que realiza su walkabout, su ritual iniciático hacia la madurez. El propio Roeg se hace cargo de la cinefotografía y da cuenta del paisaje con abundantes zooms. Asimismo, concede a la luz solar, que va de la belleza a la amenaza, un papel tan vital como agobiante.

Quemado por el Sol (Utomlennye solntsem, 1994), Nikita Mikhalkov

El quemante Sol que aparece en el título alude lo mismo al que ilumina y caldea el verano que vive el protagonista —quien combatió con los bolcheviques en la revolución rusa—, al lado de su hija y su esposa en una casa de campo, que a una bola de luz que cruza el cielo en más de un momento; asimismo, simbólicamente, apunta al “fuego amigo” de los excamaradas. La calidez que emana de la cinta conmovió a diferentes públicos, y obtuvo el gran premio del jurado en Cannes, así como el Oscar a Mejor Película Extranjera.

Sunshine: alerta solar (Sunshine, 2007), Danny Boyle

El Sol se extingue y en 2057 tiene los días contados. Para reactivarlo se envía una nave cuya misión es detonar una bomba nuclear. Los tripulantes encaran numerosas contrariedades, entre ellas una de orden religioso: ¿sus afanes se oponen a los designios de Dios? Danny Boyle entrega imágenes maravillosas y consigue un buen balance entre aventura y ciencia ficción. La cinta es una especie de memento mori que nos invita a reflexionar sobre la finitud de la tierra y de la especie humana, que vive entre la inconciencia y la indiferencia.

Mr. Turner (2014), Mike Leigh

“El Sol es Dios”, dicen que dijo el pintor Joseph M. W.Turner en su lecho de muerte. Con esto en mente, pero sobre todo con la profunda expresividad de la luz en sus pinturas, Mike Leigh y su fotógrafo, Dick Pope, se dieron a la tarea de dar protagonismo al sol en Mr. Turner. No es raro, así, que abunden los planos –particularmente amaneceres y crepúsculos– en los que la luz solar cobra relevancia y significado. El resultado es bastante afortunado: la película, como la obra de Mr. Turner, es deslumbrante.

El renacido (The Revenant, 2015), Alejandro González Iñárritu

Cuentan que Emmanuel Lubezki suele esperar posiciones precisas del Sol para iniciar el registro de las tomas. Para él, la luz natural ha sido una aliada tan fiel como habitual. En El renacido, cuyo rodaje tuvo lugar en amplios bosques, su labor concede espectacularidad y profundidad a la naturaleza, que ofrece tanta belleza como indiferencia al tránsito humano. Y así como el protagonista de la cinta sigue su vengativa ruta contra viento y marea, la luz del sol sale airosa entre la bruma montañosa: toda una victoria de la cinematografía.

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