Festejan medio siglo del Centro Polanco
Óliver Zazueta – Edición 499
El Foro “50 Años de Formación e Incidencia Social” reunió a académicos, estudiantes, usuarios e invitados especiales a fin de dialogar sobre la historia y la repercusión de este proyecto
Karla es mamá de Mariana, una estudiante de Psicología del ITESO que por dos años ha colaborado en el Centro Polanco. Pide el micrófono y, un poco nerviosa, explica: “Me preguntaba qué iba a pasar con mi hija cuando saliera de la universidad y se enfrentara a la realidad; la teoría es muy bonita, pero la práctica es muy diferente. Y aparece Centro Polanco, y veo a mi hija comprometida, creo que la vida le cambia, llega con tantas inquietudes, hablándome de una realidad que no conocía; veo su cara brillar, la veo transformada y enamorada, haciendo tantos proyectos”.
Justo en torno a esos vínculos emocionales, pero también académicos, formativos y transformadores, el pasado 10 de abril se desarrolló el foro “50 años de Formación e Incidencia Social”, en el que participaron estudiantes, egresados, usuarios del Centro, vecinos de Lomas de Polanco e invitados especiales.
En el acto de apertura participaron, la directora General Académica, Catalina Morfín; la coordinadora del Centro Polanco, Lourdes Centeno; y la directora del Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES), Eugenia Catalina Casillas; asimismo, en el panel que hubo a continuación, estuvieron Jorge Atilano, SJ, de la organización Jesuitas por la Paz; Elba Noemí Gómez, académica del DPES; Diana Vargas Salomón, directora del dif Guadalajara; Norberto Villaseñor, coordinador del Colectivo Cultural Polanco; y Ana Laura Alcalde, coordinadora de la Red de Centros Comunitarios del Sistema Universitario Jesuita (SUJ).
Morfín recordó que hace 50 años, el ITESO era una comunidad de apenas mil 505 alumnos y 240 profesores; sin embargo, ya era latente el entusiasmo por convertir en ideas concretas las recientes aprobadas Orientaciones Fundamentales del ITESO, que apelan a la autotrascendencia, para conseguir el bien propio y el de los demás. De ahí que se abocaran a la creación de este espacio de atención psicológica comunitaria, en el que además participarían estudiantes universitarios. “La formación en el ITESO tiene la finalidad de ponerse al servicio de la comunidad, pero no para quedarse en una mera asistencia paternalista, pues de esa manera lo único que se lograría es que las alumnas y los alumnos pudieran tener un poco menos de mala conciencia, pero no se remediaría el fondo de los problemas sociales, ni tampoco incidiríamos en las estructuras económicas, políticas y culturales que urge cambiar”, apuntó.
Por su parte, la titular del DPES explicó que el Centro Polanco es un espacio donde todos y todas se transforman, un escenario vivo para sumar a la construcción de un mundo más justo, trabajando en y con el otro: “Es un proyecto colectivo en donde se tejen redes y construyen vínculos, que nos motiva a ser mejores personas; es un sitio donde se incide socialmente con múltiples proyectos que abonan al cuidado de la salud de las personas. Es un escenario mágico, porque nos invita y compromete a continuar en una apuesta para transformar el mundo”.
Universidad y comunidad
En el panel del día se llevó a cabo una reflexión en torno al sentido y la pertinencia de la Universidad en relación con el trabajo comunitario. Atilano consideró importante que el estudiante tenga contacto con la realidad y que la Universidad lo facilite, para que encuentre la motivación y el sentido al estudio, sobre todo ante una realidad que se ha complejizado por el auge del individualismo, y ante el hecho de que hoy se necesitan más disciplinas para comprender lo que está pasando.
Desde la academia, Gómez argumentó que hay una urgencia para la formación de actores sociales y sujetos políticos ligados a las necesidades más demandantes de una sociedad como la mexicana, profundamente desigual. Desde ahí recordó las ideas del pedagogo Paulo Freire, entendiendo el encuentro como un espacio de educación mutua, pues “nadie educa a nadie, todos nos educamos juntos mediados por la realidad”.
Representando el rol gubernamental, Vargas Salomón admitió la insuficiencia de las instituciones públicas de hacer frente por sí solas a problemáticas sociales como la salud mental o la atención a necesidades psicológicas comunitarias, por lo que reconoció la labor que se hace desde instituciones educativas como el ITESO.
Como miembro de la comunidad y gestor de varias iniciativas culturales en Lomas de Polanco, donde vive desde 1985, Villaseñor, quien participó en las comunidades eclesiales de base que encabezaron en la colonia los jesuitas de 1972 a 1992, consideró vital que la Universidad no se aleje de los conocimientos que ya existen en los propios barrios, donde ya hay una historia y donde se pueden recuperar las experiencias de vida de las personas: “Somos continuidad de esa historia, de ese pasado, de todos aquellos compañeras y compañeros que generaron estos grupos; nuestro colectivo se siente heredero de todo aquello”.
En tanto, el lado del Sistema Universitario Jesuita correspondió a Alcalde, quien alertó sobre nunca perder de vista que el objetivo central de todos los centros comunitarios siempre será cumplir con la misión educativa ignaciana: “Nuestros estudiantes tienen que participar en la vida de estas comunidades, no tanto por la vida de estas comunidades, sino por la vida misma de nuestros estudiantes. El paradigma ignaciano trata de esto, de ir a la realidad, de acercarse, para después recogerse, pensar, reflexionar, y luego regresar a esa misma realidad y llevar a cabo acciones que se pensaron desde estos espacios, para luego evaluar lo que se llevó a cabo”, comentó.
En el foro también tuvo lugar la conferencia “Presencia de las universidades jesuitas en las comunidades: experiencias y modelos de acompañamiento”, impartida por José Gómez del Campo, quien fuera el director del Departamento de Psicología cuando fue inaugurado el Centro; se presentó la exposición del Co-laboratorio de Prácticas Estéticas de la Licenciatura en Arte y Creación, dirigida por Arcelia Paz; y hubo una serie de círculos de diálogo entre actores del Centro Polanco, donde se compartieron experiencias individuales y colectivas. Además, se les otorgó un reconocimiento especial a los tres estudiantes que en 1974 arrancaron el proyecto: María Clementina Gutiérrez, José Antonio Ray Bazán y Juan Antonio Ortiz. Al día siguiente se llevó a cabo una misa de agradecimiento en la parroquia de Santa Magdalena, oficiada por el rector del ITESO, Alexander Zatyrka Pacheco, SJ, y una verbena popular al finalizar el acto religioso. “Dios salva al mundo, y por eso es su amor, el hijo de Dios ha venido aquí para entregar su vida, de manera que tengamos vida, es decir, ofreciendo lo que él es y tiene para que podamos encontrar nuevamente nuestra dignidad, como seguramente pasó infinidad de veces en el espacio del Centro Polanco, cuando hermanos y hermanos venían con una carga en el corazón, con un dolor, de su contexto y de su vida, de su realidad familiar, y quienes estaban acompañando, lo hicieron suyo”, dijo Zatyrka Pacheco durante la homilía.