Escucha lo que sí es la discapacidad auditiva
Priscila Hernández – Edición 491
Un paso importante para la inclusión de las personas sordas es transitar del Modelo Médico Rehabilitador al Modelo Social, con una perspectiva de derechos humanos, en el que la discapacidad está en el entorno y no en la persona
Que no se comunican, que no comprenden el mundo o que la música es un placer que les está restringido… Son algunos de los mitos acerca de las personas con discapacidad auditiva. Mitos que en la escuela, el trabajo y la vida cotidiana han causado que se las excluya, al tiempo que la sociedad pierde la riqueza que hay en la diversidad.
El primer paso es conocer qué es la discapacidad auditiva, aunque siempre teniendo claro que, antes que la discapacidad, está la persona. La discapacidad auditiva es una limitación sensorial, al igual que la discapacidad visual. El Grupo de Trabajo sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad la define en el Glosario de Términos como la “restricción en la función de percepción de los sonidos externos, alteración de los mecanismos de transmisión, transducción, conducción e integración del estímulo sonoro, que a su vez pueden limitar la capacidad de comunicación”.
La persona puede tener la discapacidad desde el nacimiento o adquirida como secuela de una enfermedad o un accidente. Como sucede con otras discapacidades, la auditiva se clasifica de acuerdo con su grado. Por eso no todas las personas usan aparatos auditivos ni todas son candidatas a implantes cocleares.
Cristina Salazar, de la Red de Sordos Señantes-Modelos Lingüísticos, explica que hay “una diversidad entre las personas sordas: hay quienes son usuarios de la Lengua de Señas Mexicana (LSM), porque es su lengua materna, y hay quienes pueden llegar a ser bilingües (LSM y español) y otros que, con ayudas tecnológicas, pueden captar sonidos del lenguaje y del medio ambiente. Todo depende de los apoyos y la estimulación que reciban”.
La historia de la comunidad sorda en el mundo, y en México en particular, está atravesada por la discriminación a partir de la ignorancia, que tampoco podríamos afirmar que ha desaparecido porque el desempleo y el analfabetismo son mayores en esta población. La comunidad sorda insiste en que, más allá de una discapacidad, es una cultura que tiene como parte fundamental el uso de la lengua de señas. La reivindicación de esta lengua se da tras años de exclusión y hasta violencia contra las personas que usan las manos para comunicarse.
En la sede de la Asociación Deportiva y Cultural de Jalisco hay un mural en el que Benito Juárez está en el centro y alrededor están las manos con lengua de señas. Se trata de un testimonio de agradecimiento, porque Juárez fundó la Escuela Nacional de Sordomudos —como era llamada entonces la población sorda; hoy se sabe que la forma correcta es decir personas sordas, y no mudas, porque el hecho de que no escuchen no significa que no puedan hablar—. En esa misma asociación, el profesor José Luis Murguía Sánchez (q.e.p.d.), de la Escuela Normal Superior de Especialidades, impartió clases de alfabetización en primaria y secundaria; además, tocaba la batería para que sus alumnos percibieran la música con las vibraciones. Él es uno de los líderes sordos en Jalisco que impulsaron la educación abierta para la comunidad sorda desde la década de los ochenta. Otro paso importante para la inclusión de las personas sordas es transitar del Modelo Médico Rehabilitador, centrado en ver los diagnósticos, al Modelo Social, con una perspectiva de derechos humanos, en el que la discapacidad está en el entorno y no en la persona. ¿Cómo incluir a las personas sordas? La comunidad aconseja conocer la Lengua de Señas Mexicana, incluir subtítulos en videos, gesticular con claridad, sin prisas y en un espacio iluminado, así como contar en todas las actividades con un intérprete de LSM.