Por su prestigio como arquitecto y docente, en 1963, el entonces Rector del ITESO, el jesuita Jorge Villalobos, lo buscó para que fundara la Escuela de Arquitectura de esta institución

Enrique Nafarrate es doctor en Arquitectura, docente y teórico, pionero del Movimiento Moderno en Guadalajara y fundador de la Escuela de Arquitectura del ITESO, que en 2023 celebra sus 60 años de creación.

Es el único sobreviviente de esa mítica primera generación de arquitectos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara, la escuela de Ignacio Díaz Morales, la también llamada Bauhaus tapatía. Nafarrate fue uno de los primeros tres titulados, junto con Fray Gabriel Chávez de la Mora y Humberto Ponce Adame.

Su trayectoria profesional fue prolífica y de rápido ascenso. Su periodo constructivo más fructífero, de inicios de los años cincuenta hasta la década de los setenta, dejó icónicas obras, entre ellas, la Casa Ortiz, una obra maestra del Movimiento Moderno tapatío cuya reciente destrucción ha despertado el rechazo y la indignación de casi todo el gremio arquitectónico ante las autoridades que permitieron su pérdida. Varios de los inmuebles que el arquitecto legó dan cuenta de su periodo de esplendor y experimentación, de su brillante educación visual, y sobre todo de su profundo conocimiento de las necesidades de las personas expresadas en sus programas arquitectónicos precisos, resultado de una metodología que él mismo ideó. Entre estas obras icónicas podemos mencionar la Casa Levy Villegas (1953), la Casa Chapalita (1955) y la Casa Enrique Nafarrate (1967).

La fundación de la escuela de Arquitectura del ITESO (1963)

A la par de su fecunda labor constructiva, sus pasiones siempre fueron la docencia y la teoría. Por su prestigio como arquitecto y docente, en 1963, el entonces Rector del ITESO, el jesuita Jorge Villalobos, lo buscó para que fundara la Escuela de Arquitectura de esta institución.

Así, Nafarrate diseñó un plan de estudios que con el tiempo fue cambiando y personalizando, siempre con fundamentos teóricos como respaldo. Al respecto diría: “Lo que sí hay que entender es que una escuela, además de sus profesores y alumnos, básicamente se forma en torno a una teoría, una teoría sobre lo que se entiende que es la arquitectura”.¹ Su metodología para desarrollar un programa arquitectónico rindió innumerables frutos en las siguientes generaciones: “saber lo que se tiene que investigar, para saber lo que se tiene que lograr”.² Prueba de ello es el prestigioso primer lugar que obtuvo un grupo de estudiantes en el Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), realizado en Ciudad de México en 1978. Si bien en ese momento Nafarrate ya no era director de la carrera, este acontecimiento fue un hito para una escuela tan joven, con tan sólo 13 años de trayectoria.

En 1974 se marchó a Madrid por motivos personales, con nuevas perspectivas laborales, y en especial por el genuino deseo de seguir aprendiendo. Ahí se matriculó en el doctorado de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid (ETSAM) y mantuvo su quehacer constructivo junto con Julio Touza, con quien el fundó el Taller Nafarrate Touza (TNT), firma con la que construyeron diversos proyectos arquitectónicos y urbanos. Algunos ejemplos, entre más de una decena de obras en España (1974-1980), son el Edificio Serranova en Madrid (1974), los núcleos residenciales del Señorío de los Pinos en Majadahonda (1976) y el Centro Grandes Inválidos en Cáceres (1973-1979).

A su regreso a México publicó un par de libros, Influencia de la Arquitectura de México en España (1996) —que fue su tesis de doctorado en Madrid— y Piedra angular de la arquitectura (1996); también inició su último libro, La teoría de la forma (2012). Entre los reconocimientos por su labor están su ingreso a la Academia Nacional de Arquitectura (1980), su nombramiento como Académico Emérito (1984) y el Premio Luis Barragán Honoris Causa por parte del Colegio de Arquitectos de Jalisco (2018).

Actualmente vive en Madrid, adonde regresó en 2022 para estar cerca de su hija. A sus 93 años sigue trabajando con una energía inagotable, ahora en el proyecto de Comunidades Urbanas para la ciudad de Madrid, por lo que es, quizás, el arquitecto tapatío con más obras fuera de Guadalajara.

Al repasar su legado, podemos constatar que ha dejado una huella indeleble en la ciudad de Guadalajara: como constructor de una de las etapas arquitectónicas más brillantes en nuestra historia, como formador de muchos de los más importantes arquitectos hoy en día, a quienes instruyó con su particular metodología y, finalmente, porque ha fundado una de las más importantes escuelas de arquitectura de la región. Sin embargo, para él, su mejor obra son sus hijos. Celebremos a este inagotable creador en el aniversario de su escuela.

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1. Arabella González Huezo, entrevista a Enrique Nafarrate Mexía vía telefónica, mayo de 2023.
2. Ídem.