Emprendedores, el futuro está por inventarse
Vanesa Robles – Edición 410
¿En qué momento un idealista debe volverse su propio jefe? A unos la “inspiración” les llega antes de terminar la formación universitaria, mientras que otros comienzan cuando la inflación “achica” sus salarios o cuando dejan de aparecer en la nómina de una empresa.
El oficio de King Camp era el de agente de ventas. Su obsesión era emprender. Había trabajado para William Painter, nada menos que el inventor de la corcholata. El siglo XIX agonizaba. La máxima de Painter era que el éxito de un negocio radica en la creación de un producto práctico que se pueda tirar después de usarse, para que la gente consuma una y otra vez.
Han pasado más de cien años y, cuando parece que todo está creado, hasta la internet, resulta que falta mucho por hacer: desde innovaciones que, apoyadas en todo lo que existe, reviertan las graves consecuencias del mundo desechable —del que William Painter fue autor teórico y práctico—, hasta la venta de productos tradicionales por medios que el inventor de la corcholata ni siquiera imaginó.
En Jalisco, decenas de profesionales saben que el futuro está por inventarse. A unos la “inspiración” les llega antes de terminar la formación universitaria, mientras que otros comienzan cuando la inflación “achica” los salarios con los que antes cubrían sus gastos cotidianos o cuando dejan de aparecer en la nómina de una empresa: según el Monitor Global de Emprendimiento (GEM, por sus siglas en inglés), las nuevas empresas surgen como negocios familiares, en momentos de crisis, y como salidas urgentes a problemas de desempleo o subsistencia. También hay quienes gozan de buenos salarios, pero un día se guían por el sentido del olfato y arriesgan la buena vida. Cuando eso ocurre, unos y otros se convierten en emprendedores.
El concepto emprender ha sonado mucho en los últimos años. Las definiciones de la Real Academia Española son: “Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”, y “Tomar el camino con resolución de llegar a un punto”. Sobre el emprendimiento, Jeffry A. Timmons, uno de los especialistas en la materia, dice: “Es un acto humano y creativo que consiste en construir algo de valor prácticamente de la nada […] Requiere visión, pasión y el compromiso para guiar a otros a la consecución de esa visión”.
De vuelta a King Camp: quizá los que vivieron a finales del siglo XIX pensaban que la Revolución Industrial era el máximo escalón alcanzable por la especie. Según la biografía del personaje, su obsesión comenzó cuando era un adolescente, la noche en que su familia, avecindada en Chicago, se quedó en la calle tras el gran incendio de 1871. El muchacho pasó horas, días y años de su vida intentando convertirse en su propio jefe, pero varias de sus iniciativas fracasaron. La gente que lo rodeaba comenzó a creer que a King “le faltaba un tornillo”.
Es probable que muchos piensen lo mismo hoy de Ernesto Sánchez Proal, ingeniero electrónico egresado del ITESO en 1988. A principios de 2009 era el director senior de negocios en México de la empresa electrónica Jabil, puesto al que llegó después de haber sido director senior de operaciones con diez mil empleados (6,500 sólo en Guadalajara) a su cargo. Hoy, con su socio Arancia Industrial, ha creado Energía e Información (ENERI), de ocho empleados. Su nuevo oficio es el diseño de soluciones tecnológicas para el ahorro de energía en edificios medianos y pequeños: una contribución firme contra el calentamiento global.
La decisión de Sánchez Proal no se debió a que su relación con Jabil anduviera mal. Al contrario, el 5 de marzo de 2004, The Wall Street Journal le otorgó la primera plana de su edición, porque puso al día a la industria electrónica del país. Un año después, en 2005, el equipo que él comandaba fue reconocido con el Premio Nacional del Trabajo, y luego la revista Manufactura, del Grupo Expansión, lo nombró Manufacturero del Año (MAGIS, agosto de 2005).
Algunas hazañas del multipremiado: haber logrado la reconversión del modelo de manufactura y el incremento en las ventas de la trasnacional. En otras palabras, que una línea de producción que ensamblaba tres modelos electrónicos diferentes hiciera 30 o 40, y que durante 2006 la empresa comercializara seis veces más productos que en 2001. Todo eso mientras que en Jabil desaparecieron las subcontrataciones —comúnmente conocidas como outsourcing—, en momentos en que gran parte de las maquiladoras electrónicas que operan en México son señaladas por sus graves violaciones a los derechos laborales.
El caso es que en 2006, cuando estaba en una de las posiciones más altas de Jabil en México, Sánchez Proal y su socio consiguieron el financiamiento del programa Avance, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que habían solicitado dos años antes: “Yo ya no estaba tan cómodo [en la trasnacional] Mientras más alto subes en la escala corporativa, estás más amarrado. Tus decisiones tienen mayor alcance, pero tu libertad para decidir está más acotada. Se vuelve una labor más estresante”, comenta. Así, decidió dejar la punta de la pirámide y probar suerte con ENERI, un proyecto que aún está gestándose en la Incubadora de Empresas Tecnológicas del ITESO y que ya tiene ocho clientes activos.
Ojalá King Camp hubiese conocido una incubadora en 1895, cuando tuvo la fortuna de herirse mientras se rasuraba. Aquella mañana se le ocurrió una empresa nueva. El problema era que antes había tenido muchas ocurrencias que terminaron en fracasos y en su mente se había afianzado una idea que aún mantiene: “Un mito del emprendimiento es que primero hay que echar a perder uno o dos negocios, para aprender. Falso. En una incubadora tratamos de evitar que eso ocurra”, dice Mauricio Torrecilla Colin, líder de la incubadora Joven Empresario (Jovem), del Centro Universidad Empresa del ITESO.
La olla de los huevos de oro
Cuando escuchamos la palabra incubadora, muchos imaginamos una olla eléctrica tibia, repleta de huevos de gallina o una caja de cristal hospitalaria en la que se mantiene a un bebé prematuro hasta que está listo para sobrevivir. Hay similitudes extraordinarias entre esas imágenes y las incubadoras de empresas, que en Jalisco suman una docena. “Su función es el acompañamiento en la creación de un negocio sustentable. Les ayudamos a tener toda la estructura técnica, financiera y de mercado necesarias; a que identifiquen bien una estrategia para posicionar sus productos: qué voy a vender, a quién le voy a comprar, cuánto necesito invertir, cuál es mi punto de equilibrio”, explica Mauricio Torrecilla.
En una incubadora, una empresa arranca y se consolida. Joven Empresario (Jovem), además, acompaña a los empresarios durante “su primera vez”: ante los municipios para obtener una licencia; ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para darse de alta; ante los sindicatos para evitar emplazamientos a huelga… según comenta el jefe del Centro Universidad Empresa del ITESO, Guillermo Pérez Esparza. En Jovem, la estancia en la “caja de cristal” dura siete meses, tiempo en el que los emprendedores hacen un plan de trabajo a tres años. El centro gestiona recursos federales y estatales; pone cubículos, computadoras, impresoras y teléfonos a la disposición de los creadores de nuevos negocios, que sólo deben aportar 20 por ciento del apoyo que reciben.
En otras instituciones y otros tipos de empresas, los apoyos y gestación son distintos. En la Incubadora de Negocios de Alta Tecnología del ITESO, por ejemplo, los recursos para algunos proyectos provienen del Conacyt, y el “bebé” puede demorarse hasta dos años antes de estar preparado para irse a casa. La empresa de King Camp necesitó mucho más tiempo para consolidarse. Lo que se le ocurrió al joven en 1895, cuando se hirió por accidente, fue fabricar un aparato para afeitar con una navaja desechable. Una actividad aparentemente sencilla, pero que en aquel entonces era peligrosa, molesta y cara: los hombres debían afilar diariamente la cuchilla o acudir a un barbero.
Con hojas de latón, cintas de acero para reloj, un torno rústico y una lima, Camp pasó seis años de su vida perfeccionando un rastrillo: no sabía de metales ni de diseño. Convenció a varias personas para que se convirtieran en sus socias y buscó a un especialista, el ingeniero William Nickerson, con quien ideó la forma en “T” de los rastrillos. En 1902, la nueva manera de arreglarse la barba se había inventado, pero Camp y Nickerson no tenían un solo centavo. Innovaron otra vez: se anunciaron en las revistas masculinas de la época, con lo que en 1904 vendieron 90 mil máquinas y 123 mil navajas desechables. Durante la Primera Guerra Mundial, el gobierno de Estados Unidos les compró tres millones y medio de aparatos y 32 millones de navajas, de modo que los que regresaron del frente se convirtieron en clientes cautivos.
King Camp era soñador e impulsivo. La primera es una característica indispensable de los emprendedores. La segunda es más bien un defecto: una nueva empresa debe planearse con cuidado. En México, cuatro de cada cinco que se generan, mueren en el corto plazo, señala el jefe del Centro Universidad Empresa, Guillermo Pérez. La pregunta del millón es: ¿en qué momento un idealista debe pasar de asalariado a emprendedor?
“Hay que buscar el momento adecuado. Hace tres lustros comencé un negocio que duró dos años y lo cerré porque no tenía tiempo, conexiones, ni un entrenamiento básico en administración. Ahora creo que, si no hago esto, en diez años me voy a arrepentir por no haberlo intentado”, responde Ernesto Sánchez Proal. Continúa: “Una empresa nueva debe tener una parte emocional y una racional. Yo no la comenzaría si falta cualquiera de las dos. En mi caso, había dejado de sentirme apasionado por lo que hacía en Jabil: ésa es la parte emocional. ¿La racional? El mercado del ahorro de energía está creciendo; tiene componentes tecnológicos, económicos y ambientales”.
Los emprendedores deben estar conscientes de que van a dejar la situación de comodidad que les proporciona un salario quincenal o mensual, añade Mauricio Torrecilla: “Se les recomienda dar el paso cuando tienen una inquietud y están dispuestos a arriesgarse, con un respaldo económico mínimo que les dé confianza y después de que ya tienen un proyecto trabajado, aunque sea en la cabeza”.
La planeación es indispensable porque los costos de una decisión improvisada pueden ser irreversibles: en México sólo sobrevive en el mediano plazo uno de cada cinco negocios y, según el Observatorio de Pequeñas y Medianas Empresas, 65 por ciento del total es de carácter familiar. La mayoría de los empresarios aprende de manera empírica, deduce Mauricio Torrecilla.
Para los que tienen la inquietud de convertirse en empresarios pero no saben cuál pieza va primero, una buena opción es participar en algún taller de formación de emprendedores o de planes de negocio, como el que ofrece el Centro Universidad Empresa. Durante cuatro meses, los futuros emprendedores conocen las tendencias del mercado de su área, las posibilidades de financiamientos oficiales, públicos y privados, y perfeccionan su idea original. O terminan cambiándola. Así ocurrió con Banana Marketing Lab, una empresa que cuando comenzó el taller pretendía ser un canal de televisión por la internet, y dos bimestres después nació como desarrolladora de aplicaciones, servicios y sistemas para páginas web.
La Banana comenzó a agarrar forma en junio pasado, cuando la mercadóloga del ITESO Lorena Acosta Cuevas, su esposo Marcelo Robles González y el programador Vicente Asael Mass, amigo de ambos, tomaron la iniciativa de convertirse en emprendedores y socios pero, antes, decidieron pulir su idea en el curso de planes de negocios de Jovem. Durante la capacitación cambiaron el fin de su giro y después lo incubaron en el Centro Universidad Empresa. Menos de un año después, tienen media docena de clientes que han consolidado al negocio.
“Hemos modificado el proyecto y qué bueno, porque de ser algo chiquito, creció”, comenta Lorena. Los cambios se decidieron por sentido común. Marcelo y Asael tenían experiencia en turismo médico, es decir, conocían a los clientes. Lorena había trabajado en estudio de mercados, de forma que sabía que la mitad de los usuarios de la internet participa en alguna red social (Messenger, Facebook, Hi5). El equipo ofreció a los galenos aplicaciones para el desarrollo de redes sociales de sus pacientes: “Creamos la infraestructura en la red (foros, videos, transmisiones en vivo) y una convocatoria a los pacientes. A los médicos les conviene porque bajan las quejas”, continúa.
“¿La crisis?”, pregunta Marcelo: “Nos está yendo bien. Los medios tradicionales ya no funcionan y cuando hay una recesión económica, baja el consumo y debes publicitar más tu negocio. Es el caso de nuestros clientes. Internet funciona mejor y cuesta diez veces menos. No estamos inventando el hilo negro; la necesidad ya existe: el médico tiene una comunidad y la pone en contacto; nosotros ponemos el sistema para que la gente conviva mejor”, añade.
Quizá tenga razón: los médicos, los pacientes, las comunidades, e incluso la internet, existen desde hace mucho tiempo. Lo novedoso es la idea de ponerlos en el mismo plano. Las ideas nuevas son una característica común de los emprendedores. “De otra manera, tienen que compartir el pastel con su competencia”, dice el jefe de Universidad Empresa, Guillermo Pérez Esparza.
Lo demás es pura decisión: “El piso no es planito, pero si tienes un proyecto en mente, no puedes regresarte ya que diste el brinco”, concluye Lorena Acosta. El brinco que King Camp dio hace más de un siglo llega a nuestras mañanas todos los días. Su apellido era Gillette. m.
Dificultades que enfrentan las empresas nuevas en México:
:Falta de planeación estratégica.
:Mala operación y deficiencias en la producción.
:Desconocimiento de la estructura financiera.
:Falta de visión empresarial.
:Deficiencias en los programas oficiales de apoyo.
:Falta de ética y de compromiso social por parte de los involucrados.
El decálogo del buen emprendedor
:Monitorea su entorno de manera constante.
:Es capaz de aventurarse en el momento preciso.
:Es flexible y está dispuesto a cambiar una estrategia con rapidez.
:Tiene capacidad para aguantar jornadas largas cuando está tras la pista.
:Está orientado a conseguir resultados.
:Tiene claras las metas tangibles.
:Es independiente.
:Le aburren las tareas cotidianas y monótonas; le gustan las nuevas ideas.
:Está dispuesto a enfrentar los riesgos de sus decisiones.
Fuente: Mauricio Torrecilla Colin, líder de Jovem (ITESO)
Incubadora de Empresas Tecnológicas (Proginnt, ITESO)
(33) 3669 3434, ext. 3880. Incubadora Jovem-ITESO
(33) 3669 3434, exts. 3831 y 3735. Centro de Asesoría para la Creación de Nuevas Empresas de Tijuana
(664) 682 9950 y 973 0460. Universidad Politécnica, de Tuxtla Gutiérrez
(961) 612 0484, con terminación 99. Incubadora de la Universidad de Londres (Distrito Federal)
(55) 5264 3455 y 5264 3461, exts. 62 y 66. Incubadora Emprendedores UNAM/FCA (Distrito Federal)
(55) 5622 8387. Incubadora de Empresas de Alta Tecnología de la Universidad Autónoma de Nuevo León
(81) 8329 4080, ext. 5510. Más información en el Observatorio Laboral del gobierno federal (el link lleva a un PDF).