El vaivén de las profesiones
Patricia Martínez – Edición 413
A diferencia de numerosos oficios que han desaparecido con el curso de la historia, la ingeniería ha evolucionado como una actividad cardinal en el desarrollo de las sociedades. Desde los tiempos en que el ser humano comenzó a usar herramientas, y hasta nuestros días, cuando surgen constantemente nuevas áreas de especialización, la del ingeniero sigue siendo una profesión absolutamente indispensable.
Cuando se hace referencia a las profesiones se habla de un conocimiento especializado que requiere estudios universitarios. Sin embargo, antes de la profesionalización propiamente dicha, la historia da cuenta de distintos oficios que se ejercieron con base en un conocimiento empírico, en el sentido común y, la mayoría de las veces, en el ingenio personal. Muchas de estas ocupaciones han desaparecido y sólo quedan en la memoria colectiva como un retrato curioso del mundo laboral en épocas remotas. Por ejemplo, en la segunda mitad del siglo XVII (durante el reinado de Luis XIV), existía el oficial de las ranas del rey, personaje comisionado por el monarca para vigilar que el sueño de la corte no fuera perturbado por los ruidos que las ranas producían durante la noche. Para ello, el citado personaje coordinaba a escuadras de campesinos o domésticos que se encargaban de agitar el agua con un palo para espantar a los bichos y así evitar el molesto canturreo. Por tan destacada labor, el officier des grenouilles du roi percibía un pequeño salario y tenía el privilegio de formar parte del selecto grupo de empleados del rey.
Durante la Edad Media, un oficio muy común era el de mozo, apelativo aplicado a cualquier hombre o mujer que sirviera en las casas, o al público en general, en ocupaciones sencillas. Tal era el caso del mozo de paja y cebada, aquel que en las posadas y mesones llevaba la cuenta de lo que cada pasajero tomaba para alimentar a su ganado. Digno de mención es también el cargo de mozo de cuerda, quien se ponía en los lugares públicos con un cordel al hombro para que cualquiera pudiera contratarlo para llevar cosas de carga o para hacer algún mandado.
Hay oficios que trascendieron de generación en generación y que, al superar la etapa empírica, se convirtieron en profesiones altamente reconocidas e indispensables. Una de ellas es la del ingeniero, cuya labor en la historia inició desde el momento en que el hombre intentó dominar las fuerzas de la naturaleza para su propio beneficio. Los primeros pobladores sedentarios utilizaron los principios básicos de la ingeniería para conseguir alimentos y pieles y para fabricar instrumentos rudimentarios de caza, como las lascas, las puntas de flecha, los raspadores o las hachas.
En el mundo antiguo los asirios fueron los primeros en emplear armas de hierro y en organizar un ejército con infantería y caballería. Los egipcios también realizaron algunas de las obras más sorprendentes de la ingeniería, como el muro de la ciudad de Menfis, mejor conocido como el muro blanco. Por su parte, los griegos fueron los creadores del primer documento de ingeniería intitulado “Mecánica”, aunque no se sabe a ciencia cierta si el crédito debe darse a Aristóteles o a Estratón de Lámpsakos. En este texto se estudiaban conceptos básicos de la ingeniería, como la teoría de la palanca. El saber de los ingenieros romanos se centró en el área civil con especialización en el diseño y la construcción de obras tales como acueductos, carreteras, puentes y edificios públicos. Es importante destacar que la cultura oriental, más específicamente la china, construyó los primeros puentes de suspensión con cables de fibras de bambú.
Es claro que desde que los primeros especialistas que construyeron muros para proteger las ciudades, y crearon sistemas de irrigación para las incipientes cosechas, hasta la época actual, el universo de la ingeniería se ha diversificado de tal manera que abarca la mayoría de los campos del saber humano: ingeniería militar, civil, mecánica, eléctrica, química, industrial y de sistemas.
En este vaivén de profesiones, la ingeniería está destinada a permanecer como una de las actividades fundamentales para el desarrollo de la humanidad. A su lado se consolidarán carreras de reciente creación como la dedicada a los estudios de biogenética, los masajistas terapéuticos o los expertos en reciclaje de residuos urbanos (según un estudio de la Universidad de Alicante, España).
Estos profesionales ya trabajan en los distintos espacios públicos y privados, si bien lo hacen de manera velada y con escaso reconocimiento en el mundo profesionalizante. Sin embargo, en algunos países europeos (principalmente en España) han proliferado en los últimos años algunos posgrados y masters en Gestión y Tratamiento de Residuos Urbanos, o bien, en Consultoría e Ingeniería Medioambiental, cuyo objetivo esencial es la preparación de los estudiantes en la gestión de la problemática ambiental para empresas. El perfil de los alumnos que se inscriben a estos cursos es tan diverso que abarca a los egresados de Ciencias Biológicas, Ciencias Ambientales, químicos, ingenieros técnicos y superiores, agrónomos, abogados y todo aquel profesional que desea conocer las bases técnicas del fenómeno de la contaminación y su repercusión sobre el equilibrio medioambiental. Las asignaturas que se imparten abordan problemáticas concretas que cuestionan la necesidad de crear programas para generar en la población un cambio en los hábitos de consumo desde la ética de la responsabilidad (minimizar los residuos, reciclar y recolectar). Para llegar a ello, los estudiantes empiezan por conocer las bases técnicas del fenómeno de la contaminación y su repercusión sobre el equilibrio medioambiental.
En otros países como Islandia, Suecia y Bélgica existen impuestos específicos que inciden en la utilización de las bolsas de plástico, las pilas, las cámaras fotográficas desechables y los envases de refresco. Estas tasas fiscales afectan directamente el bolsillo del ciudadano consumidor y aplican ciertas restricciones a las empresas que fabrican dichos productos.
La profesión del experto en reciclaje de residuos urbanos es realmente prometedora si concluimos que más de 80% de la población no tiene el hábito de separar la basura de su casa y que 95% no conoce con detalle los perjuicios de los desechos industriales. m.