Egresados: los mejores del mundo y para el mundo
José Morales Orozco SJ – Edición 445
Una universidad jesuita es valiosa por lo que lleguen a ser sus egresados: por su competencia profesional y su compromiso con la sociedad
Después de ser provincial de los jesuitas en México de 1989 a 1995, fui llamado a Roma por el padre Peter-Hans Kolvenbach, SJ, entonces Superior General de la Compañía de Jesús, para ser su consejero responsable de la formación de los jesuitas en el ámbito mundial hasta 2003, año en que fui designado como Rector de la Ibero ciudad de México, donde desempeñé ese cargo de 2004 a 2014. A partir de noviembre del año pasado soy Rector del ITESO.
Comparto la convicción del padre Kolvenbach de que una universidad jesuita es valiosa, no sólo ni fundamentalmente porque logra sus metas inmediatas —relacionadas con la calidad académica o con aparecer en los ranking universitarios—, sino, sobre todo, por lo que lleguen a ser sus egresados: por la competencia con que realizan su profesión y por su compromiso en la transformación de la sociedad, por hacer de nuestro mundo un lugar donde quepamos todos, con mayores libertad, justicia, equidad, paz y respeto por los derechos humanos.
El interés que tengo por lograr una vinculación más estrecha y constante entre los exalumnos y su alma mater está relacionado con ayudarles en su crecimiento y su desarrollo personal, profesional, familiar, social, cultural y religioso. Y también con que los egresados del ITESO enriquezcan a la Universidad con su experiencia profesional, ya sea como docentes, como voluntarios en proyectos sociales, con su participación en los diversos organismos colegiados o su consejo para mejorar los programas académicos.
El ITESO es una institución viva, creativa, con muchas iniciativas; comprometida con su entorno, incluyente, muy vinculada con la sociedad y el sector productivo, comprometida con los más necesitados; preocupada por realizar una investigación que sea pertinente socialmente y, más que todo, por ofrecer a sus estudiantes una formación integral, al estilo jesuita, enfocada en preparar personas conscientes, competentes, compasivas y comprometidas: mujeres y hombres con y para los demás, las y los ciudadanos que México y nuestro mundo necesitan: los mejores del mundo y para el mundo.
Es necesario seguir haciendo hincapié en estos aspectos integrantes del ser y quehacer de la Universidad. Si bien ya son logros alcanzados, es necesario seguir profundizándose y fortaleciendo. Porque el magis jesuita (buscar siempre la excelencia en todo), no tiene límites. La formación integral al estilo del ITESO, la apropiación del modelo educativo jesuita, la conciencia crítica y propositiva, la transformación social, la búsqueda de la justicia, el diálogo interreligioso e intercultural, la docencia centrada en el alumno, la investigación de calidad y con pertinencia social, el servicio a los sectores más desfavorecidos, exigen de todos los que conformamos la comunidad universitaria un esfuerzo constante y, a veces, extraordinario.
Y algo que para mí es una preocupación constante es el bienestar de las personas del ITESO, así como su crecimiento personal y profesional. Formamos una comunidad universitaria eficiente, que siempre está saliendo de la zona de confort y que busca el mejor y el mayor servicio como un esfuerzo por construir relaciones comunitarias, fraternas, colaborativas, solidarias, competentes, que prefiguren la sociedad y el mundo por el que luchamos, donde quepamos todos y en el que a nadie le falte lo necesario para vivir de acuerdo con la dignidad humana y de hijos de Dios.
El espíritu vivifica. m.