Dos poemas puntiagudos

Dos poemas puntiagudos

– Edición 489

Foto: Facebook/Luis Eduardo García

Nada más ajeno a Luis Eduardo que menospreciar la capacidad imaginativa e intuitiva de sus lectores, como suele hacerlo, lamentablemente, buena parte de la poesía que hoy en día se dirige al público infantil

No estoy castigada

Hace tiempo

en un pueblo llamado Amherst

una mujer

escribió las cosas más bellas

que alguien haya escrito jamás.

Ella creía que afuera

todo era demasiado puntiagudo

así que decidió

no salir más de su cuarto.

Las cosas bellas

se quedaron encerradas.

Pero un día

cuando la mujer no estaba más

su hermana abrió una caja misteriosa

y salieron volando como avispas.

Los cardos

Eran diez, quizá.

No sé de dónde los sacamos

sólo que estuvieron ahí

por mucho tiempo. Secos

y erizados, descansaban en un jarrón verde

como chicos punks con miradas desafiantes.

Hay un arma medieval llamada lucero del alba

que se les parece mucho, aunque los cardos son más nobles.

Aparecen en muchas escenas de mi infancia.

Me gustaría recordar qué fue de ellos.

*     *    *

Una de las admirables características de la poesía que escribe Luis Eduardo García (Guadalajara, 1984) es que no establece severas distinciones entre los libros de poemas que escribe para niños y aquellos otros destinados a los lectores adultos. La calidad con la que lleva a cabo ambos abordajes nunca desmerece, por el contrario: la precisión —habitual en su fraseo— conserva siempre su frescura y una suerte de inteligente candidez, así nos esté convocando a la perplejidad ante los sucesos de una vida tan singular como la del artista holandés Bas Jan Ader, las curiosas criaturas que pueblan su jardín imaginario o las sutilezas de un juego tan aparentemente inocuo como el bádminton. Nada más ajeno a Luis Eduardo que menospreciar la capacidad imaginativa e intuitiva de sus lectores, como suele hacerlo, lamentablemente, buena parte de la poesía que hoy en día se dirige al público infantil. Aquí dos poemas. En el primero, sin decirlo, alude a la vida de la poeta estadounidense Emily Dickinson; en el segundo, nos invita a realizar un veloz viaje hacia las cosas que una vez fueron centrales en nuestra vida y que hoy añoramos. Forman parte de Puntiagudos (FOEM, 2020). Los libros de Luis Eduardo García han obtenido diversos premios y ediciones nacionales y foráneas (España, Chile, Argentina). Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

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