Despertar ambiental en el valle de Mazatepec

Despertar ambiental en el valle de Mazatepec

– Edición 502

Foto: PAP San Pedro Valencia

El PAP San Pedro Valencia comenzó atendiendo la emergencia en la presa Hurtado, pero con el paso de los años se ha extendido por todo el valle y dos subcuencas, vinculándose con otras luchas sociales

José Cruz y Norma Toscano se conocieron en uno de los restaurantes familiares que hay en la laguna de San Pedro Valencia. Él era mesero y la conoció entre el ir y venir de los platillos. Con los años, la presa representó para ellos el flechazo de amor, el nacimiento de sus hijos y su sustento, pues en ese lugar tienen una tienda a la que llamaron La Herradura. El 29 de junio de 2013 este pueblo de pescadores se declaró en emergencia debido a la mortandad excesiva de peces en la presa Hurtado. ¿La causa? Un derrame clandestino de más de 10 mil litros de melaza de caña que dejó sin oxígeno al embalse.

La crisis y la desinformación alejaron al turismo. Hubo un tiempo en que por los callejones de tierra de Valencia se oían conjuntos norteños, mariachis y hasta una banda de vientos amenizando las comilonas de los visitantes. Después de la tragedia ambiental, sólo el viento sonaba entre las enramadas del lugar. “El ecocidio nos afectó muchísimo, porque la mayoría somos comerciantes. Yo tengo una tienda de abarrotes en la pura esquina y la economía decayó; Valencia parecía pueblo fantasma, de veras, no había nadie”, recuerda Cruz, quien es originario de un pueblo muy cercano, San Antonio Mazatepec.

Han pasado ya más de 10 años de aquel suceso, y aunque el pueblo no ha recuperado el vigor de aquel tiempo —Ramón Santos, otro lugareño, quien fue delegado un tiempo, recuerda que había hasta 20 restaurantes abiertos y un día contó cerca de mil 500 carros estacionados—, hoy se puede decir que hay más afluencia y poco a poco se recupera el prestigio del lugar.

El ITESO ha acompañado el proceso de recuperación con el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) San Pedro Valencia, desde enero de 2015 hasta la fecha, y si bien todo comenzó atendiendo la emergencia en la presa, con el paso del tiempo todo el valle y dos subcuencas de la zona se han convertido en lugares de atención y vinculación con organizaciones civiles de defensa del territorio y los recursos naturales.

La historia fue contada por sus protagonistas y escuchada por Alexander Zatyrka, SJ, rector del ITESO, quien visitó el pap y conoció las acciones realizadas por parte de los estudiantes y las propias comunidades —tanto en Valencia como en los poblados aledaños—, en especial ante la inacción de los gobiernos locales.

“Es ingenuo pensar que las autoridades de cualquier orden necesariamente van a luchar por los intereses de toda la gente. Lo estamos viendo constantemente: por cualquier cosa se cambian de partido, se venden por cualquier oferta. Lo fundamental es que caigamos en la cuenta de que la sociedad civil organizada es la que realmente puede cambiar las cosas”, dijo Zatyrka en un encuentro al pie de la laguna.

Martín Navarro, otro habitante de Valencia, recordó cómo se fue dando la colaboración con el ITESO: “Vinieron y nos apoyaron a sacar peces muertos, y después nos dedicamos a tratar de mitigar todo lo que había pasado en la presa y a reactivar la actividad. Nos ayudaron mucho en la difusión para que la gente creyera en el pescado de aquí”.

Héctor Morales Gil de la Torre, coordinador del Programa de Incidencia Territorial del Centro Universitario de Incidencia Social (Coincide), y quien está muy vinculado a este PAP, explicó que muy pronto se dieron cuenta de que la salud de la presa dependía de lo que ocurría río arriba. “Buscamos establecer vínculos con las organizaciones de la zona, empezamos a trabajar en San Antonio Mazatepec, San Isidro, Cuxpala, Ahuisculco, en varias comunidades. La ruta del agua nos llevó a conocer a muchas personas con ganas de mejorar sus vidas y las de sus comunidades”.

Así, el PAP se fue inmiscuyendo en otras luchas ambientales. Y, junto con él, las y los habitantes. Un ejemplo de este trabajo conjunto es la inconformidad por la instalación del vertedero de basura en el municipio de Tala, movimiento del que José Padilla Gómez, originario del ejido de El Refugio, fue parte activa a través de Resistencia Civil por el Valle. “Nos unimos a este movimiento hace porque vimos en alto riesgo a nuestro municipio, cuando supimos que se iba a establecer un proyecto que iba a traer de cuatro a cinco mil toneladas diarias de basura de los municipios de Tonalá, Guadalajara, Tlajomulco y El Salto, más la de Tala. Era un proyecto de muerte para toda nuestra región”, dijo Padilla Gómez.

“Nos surgió un despertar de conciencia ambiental y nos convertimos en defensores territoriales”, explicó José Juan Lira, otro de los integrantes de Resistencia Civil por el Valle. La gestión y la defensa del agua se han convertido en uno de los tres proyectos ancla del PAP —los otros dos son la gestión de residuos y las rutas turísticas sustentables— mediante la creación de humedales, plantas potabilizadoras, monitoreo de la calidad del agua, redes de agua potable e, incluso, la filmación de un documental acerca del agua.

También se han vinculado con la defensa del corredor ambiental de la Sierra de Ahuisculco; con el Comité Agua y Vida —que ha denunciado a las empresas extractivistas en el corredor Santa Cruz de las Flores-San Isidro Mazatepec—; con la organización Defensoras del Agua y con luchas locales en los municipios de Zacoalco de Torres y Atotonilco el Bajo.

“El papel de la Universidad es aportar elementos para que las propuestas de la sociedad civil organizada estén bien sustentadas. Cuando la ciencia y la conciencia se juntan, empezamos a ver un cambio en nuestra sociedad. Una verdadera universidad tiene que alimentarse de la experiencia de la gente y creo que una de las características del ITESO es que la presencia, el testimonio y la experiencia de ustedes es parte de este ir y venir de las aulas a las comunidades”, añadió Zatyrka Pacheco.

Para saber más
:: El PAP San Pedro Valencia fue galardonado recientemente con el Premio Uniservitate 2024 que otorga la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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