Claudia Rodríguez: escultura colectiva
Sofía Rodríguez – Edición 492
La propuesta creativa de esta egresada del ITESO es clara: “Para mí, el arte siempre ha sido más que decorar paredes o poner objetos en una casa, es su capacidad de transformación lo que lo hace un arma muy poderosa”
Claudia Rodríguez nació en Ciudad de México (1966), pero se volvió artista en Guadalajara, donde habita desde que tenía seis años. Su obra dialoga profundamente con esta ciudad, sus espacios y su gente; a veces, de manera plástica ocupa el espacio público, como la enorme escultura de acero doblado y retorcido El rizo (2020), que, además de ser observada, invita a interactuar con ella y recorrer sus curvas; de otra forma, como en Bosque rojo (2021, en colaboración con Ana Ashida), acompaña el recorrido con el movimiento producido por la repetición visual de decenas de bambúes teñidos de rojo que siguen las fluctuaciones del camino, enmarcado en el verdor de la naturaleza.
Mas es en el arte social y en la expresión contemporánea donde ella ha realizado sus proyectos más potentes. Su talante sensible y comprometido y su poder de convocatoria y de cohesión comunitaria le han ayudado a construir proyectos de arte social de largo alcance: su obra Redes, que se extendió de 2012 a 2015,1 convocó a las comunidades de varios municipios a tejer colectivamente para visibilizar los enormes problemas ambientales y de salud provocados por la contaminación del río Santiago; en ella, el flujo largo y continuo del tejido blanco emulaba el color y la extensión de la espuma tóxica de las aguas contaminadas. Es también fundadora de la Colectiva Hilos, cuyo proyecto Sangre de mi sangre —iniciado en 2019 y aún activo— ha logrado convocar en varias ciudades del país a familias, madres, comunidades y grupos de activistas para armar, de nuevo, un tejido colectivo que denuncia las desapariciones, los feminicidios y la trata de personas en México.
Su larga trayectoria como artista incluye obras controversiales y también memorables: Patriotas (2004), una de las primeras intervenciones de arte público en Guadalajara, consistió en colocar aros hula-hula a las esculturas de los Niños Héroes ubicados en avenida Chapultepec, en el marco del Día del Niño y de la Niña y como parte del proyecto Urbanizarte. El gesto, que parecía inofensivo, detonó intensos debates de alcance nacional en torno a la narrativa institucional de estos personajes, sobre el sentido de las esculturas urbanas, su cuidado y su resguardo (una de las estatuas había perdido su mano y nadie parecía haberlo notado hasta esta intervención), y acerca de la naturaleza misma del arte y sus expresiones contemporáneas, a la vez que hacía evidente la contradicción entre la tácita aceptación de estos niños históricos con sus armas en los brazos como símbolo de violencia, y el rechazo público y mediático a los juguetes que la artista les había colocado.
El paso de Claudia Rodríguez por el ITESO, como egresada y profesora de la carrera de Psicología, además de contribuir a la profundidad de su mirada como artista, nutrió su convicción en el poder del arte desde la perspectiva social de esta disciplina: “Para mí, el arte siempre ha sido más que decorar paredes o poner objetos en una casa, es su capacidad de transformación lo que lo hace un arma muy poderosa”. Y es con esta firmeza con la que aborda su obra, en la combinación de lo tangible y lo intangible, entre la dureza del metal y la flexible conexión de la acción colectiva.
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1. En colaboración con la psicóloga Ana Joaquina Ramírez, psicóloga del ITESO, y con la artista cubana-puertorriqueña Rosina Santana. Tejido comunitario con hilo de rafia blanco en el que participaron más de 400 personas de las comunidades de El Salto, Juanacatlán, Ixcatán y Guadalajara, entre otras.
1 comentario
Muchas felicidades y reconocimiento a una gran mujer que se ha abierto camino de manera original y contundente en un medio de por sí difícil (el del arte), y más para el caso de las mujeres.