«Calvario es», de Miguel Aguilar Carrillo
Jorge Esquinca – Edición 482
Miguel Aguilar Carrillo (1954) nos entrega su libro Calvario es, que bien podemos leer como un solo poema, limpiamente impreso por Ediciones Monte Carmelo.
Soy un bendito | De las palmas de las manos brotan flores
Jesús es un erial sonriente
De las palmas flores dátiles espinas
El desierto es pródigo | Soy un bendito
Jesús esculpe palomas con la arena del desierto
que vuelan hacia mí.
*
Es el desierto el lugar donde las manos toman lirios
invisibles y deseados
El desierto está en mis manos
Sin lirios para María
sin lirios para Jesús que está en el leño
El desierto son mis manos en oración
El desierto es mi oración sin lirios.
*
Caminaba Jesús sobre las aguas
y untaba su saliva en los ojos de los ciegos
Yo nunca he caminado sobre las aguas de un lago
Y no sirve de nada que me unte saliva para la ceguera
No estoy bendito
Y mi padre es un madero sin Jesús
que goza de la gloria eterna.
* * *
La poesía de temática religiosa en México tiene por lo menos dos ilustres antecedentes en los sacerdotes Alfredo R. Placencia y Manuel Ponce. Pero también en quienes, desde la vida laica, buscan en la espiritualidad una vía para enfrentar las pesadumbres del mundo contemporáneo; así, Concha Urquiza y, más recientemente, Javier Sicilia. Desde su asombrosa biblioteca queretana, Miguel Aguilar Carrillo (1954) nos entrega su libro Calvario es, que bien podemos leer como un solo poema, limpiamente impreso por Ediciones Monte Carmelo. Como han hecho los poetas que lo preceden, Miguel recurre al uso de los símbolos —el único lenguaje religioso universal, según Mircea Eliade— para hacernos partícipes de un estado del alma. De manera que en los tres fragmentos que aquí presentamos se advierte un contraste entre el desierto y el lago como dos espacios de privilegio donde la iniciación en un misterio y la constatación de un milagro tendrían que suceder. Las espinas y el madero, emblemas del martirio, hacen pensar en el dolor físico, pero también en el conflicto interior que se atraviesa (“soy un bendito” / “no estoy bendito”) donde los lirios, a la vez invisibles y presentes, encarnan la humildad necesaria para acceder a la redención. Una poesía valiente para tiempos oscuros. Miguel Aguilar Carrillo fue director de la Escuela de Escritores de Querétaro y ha obtenido varias distinciones nacionales. Entre sus libros de poesía: Cenizas donde hubo un cuerpo y Defectos escogidos, ambos publicados en 2019.
1 comentario
!Gran poeta!