Bosque Escuela: una mirada a la biodiversidad y su conservación
Óliver Zazueta – Edición 498
El PAP Bosque Escuela del ITESO comenzó sus actividades de 2024 con una visita del rector Alexander Zatyrka, SJ, quien participó en una actividad de observación de aves y reconocimiento del predio en La Primavera
Para observar aves es necesario pisar suave, caminar en el mayor silencio posible y usar la visión periférica: se debe mirar a las copas de los árboles, pero también las partes medias, y hay algunas especies que prefieren los matorrales bajos. Una vez localizada una, se utilizan como referencia las manecillas del reloj para indicar al resto del grupo la localización. Sigue enfocar los binoculares, apreciar las características físicas del pájaro en cuestión y, si es posible, identificar a la especie en la guía técnica con la que se cuenta.
Ésta es tan sólo una de las actividades que lleva a cabo el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) Bosque Escuela en el bosque La Primavera, que arrancó sus labores de 2024 con una visita guiada al predio dentro del bosque que está resguardado por el ITESO. Además de estudiantes y docentes, se contó con la presencia del rector Alexander Zatyrka, SJ.
Al lugar se llega por Bosques de Santa Anita, luego de subir por una brecha. El predio en custodia del ITESO forma parte del convenio del Bosque Interuniversitario, un acuerdo que contempla la donación de alrededor de 400 hectáreas por parte de Cástulo Romero a universidades privadas de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) para que realicen actividades de formación, conservación y colaboración académica, científica y cultural en materia del cuidado de la naturaleza y el medio ambiente, en especial aquellas que promuevan el cuidado del bosque La Primavera. El ITESO tiene a su cargo dos terrenos: uno de 6.2 hectáreas y otro de 22.
Esquivando arbustos semisecos —dado que es la temporada previa al estiaje, aunque el bosque se hace sentir con aromas a roble, pino y salvia—, el grupo escuchó las indicaciones de Juan Fernando Escobar, profesor del PAP y quien es especialista en observación de aves. “Ahorita estamos en temporada migratoria. Es una de las mejores épocas para observar aves en México, porque de las mil 100 especies de aves que hay en el país, aproximadamente 400 son migratorias de invierno”, explicó Escobar, quien dijo que en el terreno bajo habitan principalmente aves insectívoras y granívoras, mientras que arriba se suman otras especies de aves frugívoras.
Añadió que actualmente las aves migratorias enfrentan diferentes amenazas, pues se ha calculado que en los últimos 30 años ha disminuido 40 por ciento de muchas de sus poblaciones. Esto indica que estamos en una crisis de extinción de especies. “Las áreas naturales protegidas cumplen un papel fundamental en la conservación de la naturaleza, pero se ha visto que no sólo por decretar áreas naturales se aseguran la conservación y la preservación, entonces hay muchos retos asociados: uno de los principales es lo que se conoce como la desconexión del hombre de la naturaleza. Cada vez más gente migra a las ciudades y ahí hay poca biodiversidad, no es nula, pero sí hay menos; además, las personas realizamos nuestras actividades en las áreas grises construidas, y la naturaleza se encuentra en los parques y las áreas verdes”.
Tras avanzar, y luego de afinar bien la vista, los participantes pudieron descubrir en la cima de un pino seco a una pareja de pirangas encineras —el macho en rojo y la hembra en amarillo—, así como aves residentes, como una huilota común o un pinzón mexicano.
Además de jesuita, Alexander Zatyrka es ingeniero agrónomo, por lo que siente una atracción especial por el campo y la naturaleza. Durante el recorrido compartió su interés por seguir de cerca el trabajo de los distintos PAP que existen en el ITESO, pues son la demostración de una de las características fundamentales de la educación ignaciana, que cultiva una relación permanente con la realidad y el entorno, buscando no sólo formar profesionistas, sino la excelencia académica y humana centrada en la incidencia y la vinculación.
Este PAP es parte del compromiso que tiene el ITESO con la sostenibilidad y el cuidado de nuestro entorno natural, y también colabora con la sustentabilidad entendida como la reflexión académica sobre ese tipo de prácticas. “Esta mancuerna de sostenibilidad y sustentabilidad es uno de los ejes de nuestro trabajo en el ITESO. Oímos de los dramas que hemos tenido con los incendios en el bosque, la necesidad de cuidarlo; y la biodiversidad de la que somos parte, que nos ayuda a sobrevivir, es uno de los elementos importantes de este vínculo del PAP. Está también la necesidad de retomar y replantar, reforestar con especies nativas, porque con el tiempo se ha perdido la diversidad de la vida, que es lo que nos permite, por ejemplo, que nos visiten las aves migratorias”, señaló.
El Bosque Escuela nació en 2011 como respuesta a un incendio que hubo en 2008 en estos predios universitarios. Desde la carrera de Ingeniería Ambiental se participó en una convocatoria de la Comisión Nacional Forestal para hacer obras de restauración ecológica y así empezó el proyecto, recordó Hugo de Alba, académico del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales (DPTI) y coordinador de este PAP, en el que existen tres líneas principales: investigación, restauración ecológica de los predios afectados por incendios forestales y educación y difusión de la ciencia en torno a la conservación del bosque.