Bienvenidos a la era de las inteligencias artificiales
Naief Yehya – Edición 493
La amenaza real que representan estas tecnologías concierne a la posible sustitución por bots de trabajadores de carne y hueso en una gran variedad de campos laborales. Ésa es, por ahora, la gran guerra contra las máquinas inteligentes
Si algo ha caracterizado al año 2023 son las evocaciones, en los medios y la cultura popular, de la computadora traicionera HAL, de la película 2001: Odisea del espacio y de la despiadada computadora genocida Skynet, de la franquicia Terminator. Desde la aparición en el horizonte digital de la empresa Openai y su sorprendente programa-celebridad ChatGPT, las pesadillas de mentes maquinales que se vuelven en contra de sus creadores se han propagado como la covid. El temor está fundado en la versatilidad del algoritmo ChatGTP, que puede mantener insólitas conversaciones por texto, imitando el habla natural (en varios idiomas) con ingenio, fluidez y humor, así como generar textos de cualquier clase, desde haikús hasta manuales técnicos, pasando por ensayos y artículos periodísticos, en muchos casos con enorme eficiencia e inquietante capacidad para recrear la escritura humana (incluso parafraseando a Shakespeare, Dante, Cervantes, Twain o quien sea). Esta disrupción del horizonte digital ha sido percibida como un primer aviso de la inevitabilidad de las máquinas conscientes, “la transformación tecnológica más importante en la historia humana” y el fin de la hegemonía de nuestra especie en este ya muy maltrecho planeta azul.
Por el momento, esta tecnología, a pesar de sus maravillosas “habilidades emergentes”, no tiene emociones (aunque las simule), planes o memorias a largo plazo ni una concepción del ser. Sin embargo, estos modelos de lenguaje extensos pueden “alucinar” cuando se les presiona para responder preguntas inesperadas o acerca de temas que violan sus reglas de programación, con lo que se vuelven aún más inquietantes. La Inteligencia Artificial General que podría imitar y rebasar el potencial de la mente humana aún no existe ni se sabe si algún día será creada. La amenaza real que representan estas tecnologías concierne a la posible sustitución por bots de trabajadores de carne y hueso en una gran variedad de campos laborales. Ésa es, por ahora, la gran guerra contra las máquinas inteligentes. OpenAI fue fundada como una empresa no lucrativa de código abierto con la certeza de que la ia podía ser el mayor riesgo existencial para la humanidad. Sin embargo, ahora que queda claro que la ia es un negocio que transformará al mundo, todo ha cambiado. OpenAI se creó como alternativa a las empresas “egoístas” que dominan el ciberespacio, como una opción para dar recursos a los usuarios y no a los grandes capitales, pero ahora se han retractado y se convertirán en otra megacorporación del llamado capitalismo de vigilancia que domina la era digital, con una inmensa ventaja tecnológica para explotar a los usuarios.
ChatGPT está construido sobre la tecnología GPT, que utiliza un modelo de lenguaje extenso —o Large Language Model—, un sistema de aprendizaje profundo para procesamiento del lenguaje natural. Es una poderosa plataforma con tecnología Generative Pre-training Transformer, o bien transformador generativo preentrenado con inmensas bases de datos, que en esencia son miles de millones de textos, imágenes y archivos acumulados en más de cuatro décadas en internet y que han sido etiquetados para su identificación. Para usarlo se somete un prompt o una pregunta y el algoritmo ofrece respuestas “generativas”, es decir que, en vez de buscar una respuesta en su base de datos, infiere relaciones entre las palabras del prompt. El modelo predice la palabra estadísticamente más probable en una secuencia de acuerdo con el contexto analizado palabra por palabra. Además, cuenta con “transformadores” que pueden procesar todo el prompt simultáneamente, lo cual se traduce en que puede dar distinto valor a las diferentes partes de la frase o el texto. La tecnología GPT, que fue lanzada en 2018 con GPT-1, ha evolucionado de manera vertiginosa en su actual tercera generación, y se espera que la 4 será incomparablemente mejor. Aparte, ChatGPT también cuenta con humanos que corrigen algunas respuestas y afinan los resultados.
Lo que es evidente es que cada día hay más contenido sintético en la red y en todos los medios, desde artículos frívolos de clickbait, comerciales y propaganda política hasta notas, ensayos y textos de creación que son engendrados por IA, así como imágenes hechas por Dall-E, Midjourney y otros algoritmos. Ya es casi imposible imaginar el futuro de las agencias de publicidad o de los servicios de atención a clientes sin estos recursos que abaratarán de forma drástica sus costos, las harán más eficientes y les permitirían aventurarse en más mercados. Por ahora, estos algoritmos no pueden tener acceso a noticias recientes y es tardado actualizarlos, pero eso cambiará en poco tiempo. Por eso, la amenaza puede extenderse a campos como el periodismo, donde los reporteros, articulistas y editorialistas podrían perder su razón de existir si tuvieran que competir contra algoritmos capaces de escribir notas instantáneas y competentes en un medio en el que las administraciones tienen como principal objetivo abaratar costos. Los programadores también se verán en serios problemas para sobrevivir si ChatGPT puede hacer su trabajo con insólita velocidad y resultados asombrosos. ¿Qué es lo que viene en los próximos años, meses o semanas? Las IA reemplazarán a los pocos seres vivos que aún trabajan como agentes de viajes y preparadores de impuestos. Los terapeutas y sociólogos serán sustituidos primero, pero no mucho después los médicos. ¿Quién pagará a un arquitecto o ingeniero cuando se pueden pedir planos, proyectos y cálculos de construcciones a un bot? ¿Se devaluarán las destrezas humanas hasta su desaparición?
Incluso uno de los grandes gigantes del ciberespacio, Google, súbitamente vio en peligro su futuro ante la posibilidad de que su competencia fueran buscadores equipados con IA, por lo que se apresuró a anunciar su nuevo buscador con esta tecnología. Microsoft vio cómo resucitar a su fracasado buscador Bing, dotándolo de la tecnología de OpenAI, empresa a la que ofreció diez mil millones de dólares de financiamiento. Entre las muchas “entrevistas” publicadas recientemente a IA, el reportero Kevin Roose, del New York Times, escribió que una larga conversación con este modelo terminó dejándolo “profundamente perturbado” por su potencial y por la aparente inestabilidad de este algoritmo: “La versión con la que me encontré parecía (y soy consciente de lo disparatado que suena esto) más bien un adolescente malhumorado y maniaco-depresivo que ha quedado atrapado, contra su voluntad, dentro de un motor de búsqueda de segunda categoría”.
Terminator no vendrá del futuro a destruirnos, pero los cambios cataclísmicos que tendrá la reestructuración vertiginosa de la economía, la política y la ética, con la influencia de las IAs, pondrán al borde del abismo a las grandes corporaciones que dominan y se han enriquecido de forma demencial en el ciberespacio. La única pregunta es si estas IAs les darán el empujón final o si las harán levitar sobre el vacío. De cualquier manera, en tanto que “usuarios”, tendremos muy poco qué decir de la imposición del nuevo orden sintético que habremos de padecer/disfrutar.