Benedikt Taschen, el editor del arte
Dolores Garnica – Edición 438
Taschen Verlag cuenta en su catálogo con más de mil 500 títulos en más de 15 series. Publica arte, pero también arquitectura, diseño, fotografía, cómics, cinematografía, cocina, viajes y moda en 20 idiomas
Un alemán que cambió el mundo del arte. Bueno, al menos como lo leemos y observamos. Y aunque la frase anterior suene a herejía, pensemos por un momento: ¿qué haríamos si Benedikt Taschen no hubiera pedido prestados a sus papás 40 mil marcos en 1984 para comprar 40 mil libros sobre la obra de René Magritte (sí, el de la pipa que no era pipa) y revenderlos en su tiendita de cómics a 9.95 marcos cada uno?
Quizás estuviéramos en una biblioteca buscando y cargando esos libros enormes sobre arte que existían antes de su primer trabajo como editor (el de Picasso de 1985, a la venta por lo que hoy compramos dos hamburguesas en McDonald’s); o, quizás, estaríamos ahorrando para comprarnos un libro con ilustraciones, regalando libros con más letras que imágenes, o frente a la computadora googleando sin parar para disfrutar un clásico, un contemporáneo, un pornógrafo a escondidas, un diseñador o un arquitecto: una a una cada obra de arte, sorteando falsificaciones, collages, gatitos disfrazados como una bailarina de Degas o el tributo de un imbécil saltando como Yves Klein desde el techo de su casa. Es más —y a punto de condenarme al infierno de la Academia del Arte—: quizá no conoceríamos la fiebre al hojear a Tom Poulton, ni compartiríamos soledades con Hopper ni veríamos un muro en la calle pensando en el pequeño Basquiat. Mucho del arte de hoy, y quizá mucho del de ayer, se nos hubiera salido de las manos, de nuestros conocimiento y disfrute sin la tradición que fundó un chico alemán adicto a los cómics en 1985: la de editar, compilar, publicar, reunir y difundir arte en libros de todos tamaños, colores, olores y letras, a precios accesibles. Por esto, gracias a los médicos y generosos papás Taschen.
Hoy Taschen Verlag cuenta en su catálogo con más de mil 500 títulos en más de 15 series; cada tiraje no menor de 25 mil ejemplares (de ahí el secreto de sus precios bajos), excepto ediciones especiales —cómo olvidar el sumo de Helmut Newton, de 30 kilogramos y casi un metro de longitud. Taschen publica arte, pero también arquitectura, diseño, fotografía, cómics, cinematografía, cocina, viajes y moda en 20 idiomas, más la consentida del fundador: una nueva serie erótica de portadas reversibles (para “mantener ocultos los contenidos auténticos al pesado de tu jefe ¡o incluso para ayudarte a impresionar a una atractiva mirona!”) con títulos de Immanuel Kant o Edward Gibbon.
La historia del señor Taschen tampoco es un cuento de hadas, aunque nosotros disfrutemos de su accesibilidad. El editor, empresario y magnate, catalogado por las revistas de sociales como “refinado, sofisticado y educado”, también ha sido acusado de hacer contratos injustos con sus artistas en catálogo, de hacer trampas con registros de propiedad intelectual y de una cada vez más baja calidad en impresión, edición y selección —es decir, de hacer ediciones ajustadas y forzadas debido a su compromiso con los precios—. Son menos los reclamos que los halagos, pero Benedikt Taschen vive todavía de sus primeros triunfos, y tal vez por esto fue que, previendo problemas, cambió su residencia hace años a Hollywood, a la Chemosphere, una lejana y extrañísima casa diseñada por John Lautner a la que sólo se tiene acceso mediante funicular, y donde vive con su enorme colección de arte contemporáneo (en 2004, el Museo Reina Sofía y el Palacio Velázquez expusieron una selección de su amplísimo acervo de artistas, como Jeff Koons, Gunther Förg, Cindy Sherman, Christopher Wool, Wolfgang Tillmans y Mike Kelley).
Don Taschen dejó atrás al niño tímido que se escudaba en los cómics de Carl Barks (el papá del Pato Donald), y hoy sigue siendo parte fundamental de su empresa multimillonaria, entrevistando a artistas para su página en internet o escribiendo prólogos, editando y buscando nuevas imágenes para sus libros. No sabemos qué tan refinado y sofisticado es, pero sí que su fantástica visión para los negocios, su intrepidez para aventurarse en publicar temas e imágenes novedosos y arriesgados nos sorprenderá en el próximo libro suyo que compremos, uno que también nos recordará cómo un hombre puede cambiar la forma en que vemos y hojeamos el arte. m