Belleza y funcionalidad en arquitectura
Víctor Ortiz Partida – Edición 434
En arquitectura la belleza es invisible, o se vuelve invisible luego de su reconocimiento. Qué paradójico: los arquitectos y todos los profesionales que participan en la creación de un edificio se esforzaron por hacer bien su trabajo y luego, como por arte de magia, su trabajo visible desaparece
La belleza es un lugar para sentirse bien. Esta frase podría servir como un resumen de la reflexión continua sobre belleza y funcionalidad en arquitectura. Uno puede llegar a un edificio, vivir o trabajar en él, y sentirse bienvenido gracias a sus particularidades arquitectónicas. Uno puede saber que se siente así, pero describir ese estado, muchas veces inconsciente, es definir, finalmente, la belleza, y hacerlo es un problema laberíntico. Se ha llegado a una definición consensuada; sin embargo, cada quien tiene un concepto de belleza armado con diferentes fuentes y referentes, y uno reacciona a la belleza de acuerdo con ellos. Uno, si llega a reflexionar sobre eso, simplemente sabe que está en la belleza y que se siente bien ahí.
En arquitectura la belleza es invisible, o se vuelve invisible luego de su reconocimiento. Qué paradójico: los arquitectos y todos los profesionales que participan en la creación de un edificio se esforzaron por hacer bien su trabajo, por dar lo mejor de sí mismos, y luego, como por arte de magia, su trabajo visible desaparece para, en el mismo instante, dar paso a ese “sentirse bien” de los individuos que viven, así sea momentáneamente, en su construcción.
La unión de la belleza y la funcionalidad en arquitectura se logra cuando la sensación evidente de la existencia de la belleza desaparece: uno sencillamente quiere estar ahí, en ese edificio, y ni siquiera piensa por qué, aunque múltiples factores estén trabajando para lograr esa sensación de bienestar.
Uno se afana en sus asuntos y flota en el bienestar creado por la conjunción de la belleza y la funcionalidad en la edificación en la que estamos. La sensación es esa que extrañamos cuando hay un desperfecto en nuestro entorno cotidiano: cuando se interrumpe el flujo de la energía eléctrica o el motor que provee agua se quema y el líquido deja de fluir para nuestro servicio, por ejemplo.
La reflexión continúa. Aquí se ofrece un paseo personal por edificios y obras que han sido considerados bellos o funcionales y que, visitados o no, son un estímulo para seguir reflexionando.
Pabellones de la Serpentine Gallery, Londres
En la arquitectura efímera, los arquitectos han encontrado una manera de experimentar con materiales, formas y técnicas. Esas experiencias muchas veces han llevado al avance de la fructífera unión de belleza y funcionalidad, como es el caso del Pabellón de Barcelona (1929) del arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe. En la actualidad, el proyecto de pabellones de la Serpentine Gallery de Londres ha contribuido a esta reflexión desde el año 2000. Sou Fujimoto, en 2013; Herzog & de Meuron y Ai Weiwei, en 2012; Peter Zumthor, en 2011, y Jean Nouvel, en 2010, son los más recientes arquitectos participantes.
Biblioteca de la Universidad de Arte de Tama, Japón
Toyo Ito, el arquitecto japonés ganador del premio Pritzker 2013, dejó de lado sus bellos y lujosos edificios de Tokio para diseñar la biblioteca de una universidad de arte. Inaugurada en 2007, y comparada con sus edificios anteriores, esta biblioteca podría considerarse como no bella. Sin embargo, vista y vivida con detenimiento es verdaderamente atractiva, si se toman en cuenta la intersección de sus arcos de diferentes tamaños y formas, su estética luminosa y sin adornos, y sus espacios fluidos y cómodos. Es un edificio que apela al disfrute intelectual, ideal para una universidad.
Nathan_p/Flickr
Getty Center, Los Ángeles
Este centro incluye uno de los museos más visitados del mundo, The J. Paul Getty Museum, y si uno se adentra en su cielo arquitectónico es posible experimentar uno de los ejemplos más altos de la fusión de belleza y funcionalidad. Richard Meier llevó hasta sus últimas consecuencias sus hallazgos arquitectónicos en este proyecto que se construyó de 1984 a 1997 y costó mil 300 millones de dólares. El blanco es el color que impera en este complejo que alberga arte y todo lo relacionado con su estudio y su conservación. Las salas del museo son inmejorables y los espacios entre edificios muy disfrutables. En la cima de todo está el jardín, un verdadero edén.
Casas de Luis Barragán en Guadalajara y México
En cualquiera de las casas diseñadas por Luis Barragán uno se olvida de que está en una de las obras más reconocidas e influyentes de la arquitectura del siglo xx. La belleza de los edificios está íntimamente ligada a las funciones de un hogar que se centra en la atención de los seres que lo habitan. La mezcla de arquitectura tradicional y moderna con una visión personalísima de la limitación de espacios lleva a un disfrute completo, integral, que incluye el cuerpo y el intelecto. Su casa en Tacubaya es un camino para llegar a Dios, pero no se dejan de lado las necesidades terrenales de las personas que la habitan.
Luisbarragan.org
Casa de Marco Aldaco en Guadalajara
Marco Aldaco (Guadalajara, 1933-2013) afirmaba que un arquitecto tiene que ser artista. Y en la construcción de la casa, el arte debe estar siempre presente, ya que ahí el ser humano contempla, crea y encuentra la paz espiritual. Armonía, tranquilidad y sencillez: con estas tres palabras describía su casa, en la que él encontraba serenidad física y espiritual. Afirmaba que la belleza en arquitectura se crea con espacios de buenas dimensiones, bien proporcionados, bien iluminados y distribuidos lógicamente. Creía que una obra de arte arquitectónica puede ayudar al humano a ser mejor. No obstante, consideraba que, desgraciadamente, 99 por ciento o más de la gente no vive en una buena casa.