Las ventajas que representa tener estos dispositivos son por todos conocidas: además de almacenar los contenidos regulares del curso, también se contará en ellos con materiales interactivos, videos y demás herramientas multimedia.
Cada inicio de curso, los padres de familia son protagonistas de un vía crucis que ve cristalizadas sus estaciones en una o dos o tres librerías, mientras sus bolsillos se desangran buscando ese oscuro objeto de deseo llamado libros de texto. Sin embargo, este calvario pudiera tener sus días contados, al menos en Corea del Sur: hace un par de meses, el Ministerio de Cultura de aquel país anunció que para 2014 todos los materiales educativos, léase libros de texto, serán sustituidos por dispositivos móviles como tablets y smartphones. La medida incluirá en su primer año sólo a la educación básica, con la idea de que para 2015 se extienda a todos los niveles educativos.
Para este nuevo proyecto, el gobierno surcoreano tiene proyectada una inversión de poco más de dos mil millones de dólares, destinada a dotar a los estudiantes de tablets fabricadas ex profeso para las instituciones educativas. Las ventajas que representa tener estos dispositivos son por todos conocidas: además de almacenar los contenidos regulares del curso, también se contará en ellos con materiales interactivos, videos y demás herramientas multimedia para enriquecer el aprendizaje de los estudiantes. Todo ello, además, contribuirá al ahorro de papel al prescindir de versiones impresas de los libros.
Según datos del Ministerio de Cultura de Corea del Sur, aproximadamente 87.5 por ciento de la población estudiantil de ese lugar cuenta con algún equipo informático en casa, por lo que la estrategia busca adaptarse al entorno digitalizado en el que se desarrollan niños y jóvenes. Para ampliar el alcance de la medida, se dará facilidad para que los estudiantes de escasos recursos puedan adquirir de manera gratuita los dispositivos, además de dotar de conexión WiFi a los colegios.
De este lado del mundo
Mientras en Corea del Sur se aprestan para dar este salto digital, en América Latina el escenario no es tan halagador. En una colaboración para El País, Andrés Oppeheimer señala que, desde un inicio, los niños surcoreanos tienen una gran ventaja: están acostumbrados a estudiar 12 horas diarias y 216 días al año, contra los menos de 180 días que duran casi todos los calendarios en Latinoamérica (200 días en México). Además, añade, está la manera de usar la tecnología: “Muchos países latinoamericanos han empezado a darles computadoras a sus estudiantes. Pero en algunos casos se trata simplemente del regalo de una máquina. Ayuda a los gobiernos a ganar las elecciones, pero no necesariamente mejora los estándares educativos si no se acompaña de un buen entrenamiento docente y de programas de soporte técnico”.
El escritor Alberto Chimal, que en diversos foros se ha manifestado en favor del libro digital, señala que la medida de Corea del Sur es “muy interesante. Podría parecer algo prematuro, pero me da la impresión de que marca un camino que ya se empezaba a ver hace mucho”. Sin embargo, tal y como están las cosas, es impensable una medida así en México. “Sería un error serio, sobre todo por la desigualdad y la precariedad en la que viven tantas personas, por no hablar del declive del sistema educativo”, sentencia Chimal. m