Adelantados a su tiempo
Enrique Blanc – Edición 448
Los músicos que me parecen adelantados a su tiempo no son los que se rodean de teclados, laptops y tecnologías cada vez más complejas, sino los que entienden que el hombre puede intuir dimensiones de ciencia ficción y, por ende, revolucionarias.
En un pasado no muy distante imaginamos el futuro marcado por el dominio de la máquina, por tecnologías que lo hacían todo con el solo pulso de un botón. Pero ese futuro, el que de cierto modo vislumbraron Ray Bradbury y Philip K. Dick y William Gibson, parece ya, en gran medida, nuestro presente. Vivimos dependiendo de máquinas que año tras año se sofistican y nos condicionan la vida, atentos a pantallas planas donde todos nos ven y nos reconocemos a nosotros mismos, a través de una red de conexiones que parece haber reducido de tamaño nuestro mundo y que nos encara cotidianamente con una realidad virtual tan intangible como las ideas, prueba innegable de nuestra capacidad para soñar y crear universos antes impensados. No obstante, la imaginación también se despliega hacia otros territorios donde no precisamente depende de la tecnología, sino de la reflexión, del conocimiento que ofrece el paso del tiempo, de que nunca hay nada tan futurista como aquello que arroja una mente que experimenta y busca derribar paradigmas. Es por ello que los músicos que me parecen adelantados a su tiempo no son exclusivamente los que se rodean de teclados, laptops y tecnologías cada vez más complejas, sino los que entienden que el hombre, en la medida en que consigue entender su contexto, su momento histórico y apropiarse de los incontables medios que existen para crear, emitir sonido, generar ruido y hacer música, es que puede intuir dimensiones de ciencia ficción y, por ende, revolucionarias.
Alejandro Ghersi
Este productor venezolano, al que mejor conocemos como Arca, más allá de ser el responsable del futurista Xen, el álbum que marcó su debut en 2014, ha venido plasmando el sonido de algunos de los músicos más destacados del presente. Lo hizo para Björk en Vulnicura, para Kanye West en Yeezus y para FKA Twigs en su EP2. Su interés prioritario en la música estriba en el diseño de sonidos, todos de factura electrónica, que nos transporten a un mundo que no sucede hoy, sino mañana.
Fernando Corona
El mexicano Fernando Corona se ha consolidado como uno de los referentes del abstracto sonoro del siglo XXI, trabajando desde softwares, samplers y aparataje de punta. Arrancó su carrera en el ámbito de la electrónica experimental, aportando ideas a la evolución del sonido Nortec con el seudónimo Terrestre, pero es su alter ego Murcof el que le ha dado prestigio internacional a través de una obra que hace de sus universos musicales una futurista forma de arte en sí misma.
FKA Twigs
En el trabajo musical del proyecto encabezado por la inglesa Tahliah Debrett Barnett se innova en la danza, la moda, el maquillaje y el trip hop. En cierta medida, FKA Twigs puede ya ser considerada la heredera del rol que en otros días jugaron Madonna y Lady Gaga. Pero, muy acorde con la vertiente independiente de nuestro presente, ella no ofrece concesiones comerciales y sí, en cambio, una obra mucho más experimental y provocadora, fruto de esta excéntrica diva cuyos videoclips replantean las disciplinas que a ella interesan desde una perspectiva vanguardista y renovadora.
Julia Holter
El primer hecho que hace a Julia Holter una compositora del futuro es que sus dos primeros discos fueron hechos en su alcoba. En Loud City Song,su tercero y el primero realizado fuera de casa, combina distintos referentes para elaborar una especie de obra cinematográfica de 45 minutos de duración que prescinde de la imagen y que tiene como punto de partida Gigi (tanto la novela de Colette como la cinta musical basada en ésta). Un relato sonoro situado en París que rinde tributo a ese cabaret llamado Maxim y que ella reimagina desde la apocalíptica ciudad de Los Ángeles, donde reside.
Mark Kozelek
El visionario experimento de este compositor estadunidense, sin duda uno de los más prolíficos de los últimos años, que lo mismo firma discos con su nombre de pila que como Sun Kil Moon, anuda la canción y la literatura como quizá nadie se hubiese atrevido anteriormente. Lo suyo es el relato llevado a la guitarra y de allí a otra serie de instrumentaciones que bien pueden tener como apoyo una banda de rock —como Desertshore— o un productor electrónico, como lo acusa el estupendo álbum Perils From The Sea, realizado junto a Jimmy Lavalle. ¿Es Kozelek el Dylan del siglo XXI? Eso está por verse.