Jóvenes mujeres que se esterilizan en Venezuela
Fotos: Carlos García Rawlins. Texto: Alexandra Ulmer
La escasez de alimentos, la inflación y el desmoronamiento del sector médico en Venezuela se han vuelto en tal medida una fuente de angustia, que un creciente número de mujeres jóvenes, a su pesar, opta por esterilizarse antes de tener que encarar las dificultades del embarazo y la crianza de los hijos.
Los anticonceptivos tradicionales, como el condón o las píldoras, virtualmente han desaparecido de los anaqueles de las tiendas, lo que empuja a las mujeres a practicarse una cirugía que es difícil de revertir.
“Tener un hijo ahora significa hacerlo sufrir”, afirma Milagros Martínez, mientras espera en la banca de un parque, una mañana reciente, antes de su esterilización en un centro de salud municipal cercano a Caracas.
La mujer de 28 años, que se dedica a la venta de carne en la empobrecida periferia de Caracas, decidió hacerse la operación luego de tener un segundo hijo no planeado porque no podía encontrar píldoras anticonceptivas.
Su vida diaria gira en torno a la búsqueda de alimentos: se levanta a medianoche para ir a hacer fila afuera de los supermercados, algunas veces sin más opción que llevar a su bebé, que termina quemado por el sol debido a las largas horas de espera.
“Me asusta un poco esterilizarme, pero prefiero eso antes que tener más hijos”, dice Martínez, quien, junto a docenas de otras mujeres, a las 4 de la mañana aborda un autobús que las lleva desde sus barrios a una zona rica de Caracas donde tendrá lugar un “día de esterilización” especial.
Aunque no hay estadísticas disponibles acerca de las esterilizaciones, los médicos y trabajadores de la salud afirman que la demanda de este procedimiento va en aumento.
El programa de salud local para mujeres en el estado de Miranda, que incluye partes de Caracas, ofrece 40 turnos durante estos “días de esterilización”, pero todavía el año pasado no llegaban a agotarse. Hoy, todas las fichas se terminan y hay unas 500 mujeres en la lista de espera, según la directora del programa, Deliana Torres.
“Antes, las condiciones para este programa contemplaban que las mujeres fueran de bajos ingresos y tuvieran al menos cuatro hijos. Ahora, tenemos mujeres con uno o dos hijos, que quieren amarrarse”, asegura.
Los trabajadores de la salud en una organización nacional para la planificación familiar y en tres hospitales gubernamentales en los estados de Falcón, Tachira y Mérida, coinciden en que la demanda ha aumentado en meses recientes. La tendencia resalta cómo la brutal recesión en esta nación rica en petróleo está forzando a la gente a tomar decisiones difíciles.
Venezuela es, en su mayoría, un país católico donde la doctrina de la Iglesia rechaza toda forma de contracepción y el aborto está prohibido, a menos que la vida de la mujer esté en riesgo. El arzobispo de Mérida, Baltazar Prooas, ha dicho a Reuters que un incremento en las esterilizaciones sería una “barbarie”. Pero la crisis venezolana, prácticamente todos los días desata batallas campales por los alimentos y ha golpeado tanto a la clase media como a los más pobres, que solían ser el bastión en que se apoyaba la “bella revolución” del extinto líder izquierdista Hugo Chávez.
Mientras esperan a que las llamen para ingresar al quirófano, las mujeres, vestidas con batas azules y redes para el cabello, recuerdan con melancolía tiempos más felices en la otrora floreciente Venezuela.
“Antes, cuando estabas embarazada, todo mundo se ponía feliz”, dice Yessy Ascanio, de 38 años, madre de dos hijos, sentada en una cama en un cuarto contiguo. “Ahora, cuando una mujer dice: ‘Estoy embarazada’, todos la regañan. Me apena por las mujeres jóvenes”.
Mientras algunas de sus compañeras miran nerviosas a las pacientes que salen en sillas de ruedas de su esterilización, Ascanio advierte: “Si tienes miedo, sólo recuerda las filas para comprar comida”. m.