En contraste con lo que escribí en mi entrada anterior, cuando encontré a gente preocupada por lo que sus políticos deberían decidir, desde las reuniones oficiales parece importarles poco lo que la sociedad civil (bien informada o no: ésa es otra historia) dice al protestar afuera del centro de convenciones.

Cobertura especial de la cumbre climática de Copenhague, en la pluma de Jaime Severino

Estoy en una reunión en la que se está negociando parte de las decisiones de la conferencia. Es sobre cómo se debe proceder ante los posibles impactos que puedan tener las medidas que se tomen para combatir el cambio climático. Por ejemplo, el impacto de nuevas regulaciones a transacciones internacionales, o el impacto en la economía de países que dependen de la exportación de petróleo.

Un jugador clave en este tema es Arabia Saudita, que está pujando (en pocas palabras) para recibir dinero de los países desarrollados como compensación por la reducción de sus ventas de petróleo.  ¿Cómo tienen el descaro de pedir que se les compense por estar vendiendo lo que nos tiene metidos en estas negociaciones? Es como si el narco pidiera su seguro de desempleo cuando la policía no los deja trabajar en la impunidad.

En contraste con lo que escribí en mi entrada anterior, cuando encontré a gente preocupada por lo que sus políticos deberían decidir, desde las reuniones oficiales parece importarles poco lo que la sociedad civil (bien informada o no: ésa es otra historia) dice al protestar afuera del centro de convenciones.

Anoche, en una recepción ofrecida por la universidad en la que estudio, Rajendra Pachauri, director del Panel Intergubernamental Sobre Cambio Climático (el órgano científico de la Convención que ganó, junto con Al Gore, el Premio Nobel de la Paz en 2007), comentó muy acertadamente que lo que sigue en cuestiones de decisiones públicas es una estrecha relación entre los políticos y lo que la sociedad tiene que decir, especialmente con organizaciones que presentan resultados en sus proyectos.

Para ver el discuro que Rajendra Pachauri pronunció el 10 de diciembre de 2007, cuando recibió el premio Nobel de la Paz, haz click aquí.