Yo es otros

Todos somos holobiontes: nos componemos de otros y los necesitamos para sobrevivir Foto: pixabay.com

Yo es otros

– Edición 473

El microbioma contribuye a la respiración de las células eucariotas, a la fotosíntesis de las plantas, a la provisión de nutrientes esenciales. En humanos, y otros animales, incide en el almacenamiento de grasas, en el sistema inmune, en la digestión, en el desarrollo muscular, entre otras funciones

El conjunto de microorganismos que habita en nuestros cuerpos, conocido como microbiota o microbioma, contribuye a las funciones vitales y tiene un profundo impacto en la salud. Es una relación simbiótica: el organismo que hospeda se beneficia de los microbios huéspedes y éstos de él. En los humanos, el número de microorganismos es de aproximadamente 100 billones —se han descubierto más de 4 mil 700 especies microscópicas sólo en nuestra piel, y hasta 10 mil distintas en nuestro estómago—.

El microbioma contribuye a la respiración de las células eucariotas, a la fotosíntesis de las plantas, a la provisión de nutrientes esenciales y la protección contra patógenos en todo tipo de organismos. En humanos, y otros animales, incide en el almacenamiento de grasas, en el sistema inmune, en la digestión, en el desarrollo muscular. También interviene en las hormonas, el cerebro, los metabolitos, el sueño, el estrés, en la selección de pareja, en la convivencia. Ayuda a la desintoxicación de sustancias nocivas provenientes de plantas u hongos en la comida, y por metales pesados. Regula la temperatura de los peces, de las plantas del desierto y del pasto. Los microbios pueden limpiar el agua del drenaje, comer plástico y desechos nucleares, producir biocombustibles. Y pueden hacer llover.

A los microbios les debemos la evolución. El concepto de hologenoma comprende el genoma extendido, es decir, es la suma del ADN del organismo hospedador —el holobionte— más el de las bacterias y los virus con los que mantiene una relación de beneficio mutuo. Todos los animales y plantas somos holobiontes —término introducido por la bióloga Lynn Margulis—: nos componemos de otros y los necesitamos para sobrevivir y para transformarnos. Es gracias a la cooperación, y no sólo a la competencia, que evolucionamos.

 

¿Héroes o villanos?

No hay microbios buenos y microbios malos: el mismo que causa enfermedad puede ser la cura. En lugares donde se han erradicado ciertos gérmenes se ha registrado un incremento de enfermedades autoinmunes. Las lombrices intestinales o helmintos son microorganismos parásitos que infectan a otras especies y ocasionan diversos trastornos. Pero no es lo único que pueden hacer; en ensayos clínicos se ha descubierto que tienen cualidades terapéuticas y son usados exitosamente para tratar el síndrome de Crohn y otras enfermedades inflamatorias, como colitis, asma y esclerosis múltiple.

 

Superyó: somos nuestros microbios

Los microbios, en especial los que viven en nuestros cerebros y estómagos, regulan nuestro comportamiento. La interacción y la coexistencia con entidades microscópicas determinan nuestra personalidad y es lo que nos define. No somos individuos unitarios, sino superorganismos compuestos de diversas formas de vida. Hay virus implicados en los desórdenes mentales cuyo ADN se incorporó al nuestro desde hace millones de años. Estos elementos no humanos que componen nuestra identidad alteran nuestros genes y, además, se heredan.

 

Divide y habrá más 

No sólo las mutaciones en el ADN pueden producir nuevas especies: también lo hacen los microbios. Los genes de la microbiota deberían contarse como parte del código genético del organismo hospedador, debido a que participan en la evolución tanto como los genes de las mismas células de dicho organismo. Por ello, la divergencia entre especies es también consecuencia de cambios en la flora intestinal: se ha documentado en algunas especies, por ejemplo, que si la población de individuos se divide geográficamente, su microbioma cambia a tal grado que les impide reproducirse, resultando así dos especies distintas

 

Transmisión de datos

En hormigas se ha detectado la presencia de miembros del mismo microbioma que datan del Eoceno. A los grandes simios, la Helicobacter pylori no sólo nos provoca gastritis, sino que también nos sirve para rastrear a nuestros ancestros y seguir rutas de migración. Las madres, además de transmitir a sus bebés la microbiota por medio de la leche materna, también la transmiten durante el parto. En estudios recientes se descubrió que el meconio, las primeras heces de los recién nacidos, antes considerado estéril, contenía gran diversidad de lactobacilos y bacterias como la Escherichia coli.

 

Microtecnología

Las grandes firmas de tecnología también están dedicando sus esfuerzos a la investigación del microbioma; IBM estudia su rol en las enfermedades autoinmunes y está analizando millones de genes de distintas bacterias, empezando con las que se encuentran en el estómago, con el fin de encontrar nuevas formas de prevención y tratamiento. Por su parte, la filial de Google en salud, Verily, lanzó el Project Baseline, que recolectará los datos de 10 mil voluntarios. Con esto, la empresa busca conocer más acerca de la transmisión de enfermedades para poder predecirlas y tratarlas a tiempo.

MAGIS, año LX, No. 498, marzo-abril 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de marzo de 2024.

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