¡Viva el punk!: Robert Nickas
Dolores Garnica – Edición 430
De naturaleza e ideología punk. Con el lema “Do it yourself!” en la frente. Incendiario, terco, juguetón, disidente, independiente y fascinante. Robert Nickas llegó a Nueva York en 1984, y desde entonces se ha dedicado a la curaduría, la crítica y la edición de las artes visuales.
Todos los botones de la camisa cerrados. Traje formal de un odioso color café. Calva, anteojos ochenteros y la seriedad de un nerd. Así luce Robert Nickas hoy… o, al menos, así lucía hace poco, durante una mesa redonda dedicada a Marina Abramović, cuando dejó a la artista, a los invitados y al público boquiabiertos: “Abramović ha matado al performance. Maneja los principios del performance, sus reglas, a su conveniencia”. El escándalo.
De naturaleza e ideología punk. Con el lema “Do it yourself!” en la frente. Incendiario, terco, juguetón, disidente, independiente y fascinante. Robert Nickas llegó a Nueva York en 1984, y desde entonces se ha dedicado a la curaduría, la crítica y la edición de las artes visuales. Ha curado más de 80 muestras alrededor del mundo y donde a él se le antoja (hace años decidió desterrarse de Nueva York, por ejemplo), y sus ideas, opiniones, métodos de trabajo y escritos podrían describir perfectamente el concepto de “disidencia” en el arte contemporáneo. Para muchos, si existe una relación estrecha entre un curador y un artista (o si se tiene al curador como un creador, un artista), es en parte por la labor de personas como Bob Nickas. “Un espíritu libre”, dice la revista Arts in America.
En 1986, dos años después de su llegada a la Gran Manzana, Bob Nickas curó Red, una exhibición en la Galería Christine et Isy Brachot en Bruselas, conforme a un precepto: sólo piezas rojas. Para ello reunió obra en este color de artistas reconocidos, nuevos, viejos y, sobre todo, jóvenes, su materia prima favorita —le encanta visitar los talleres, apostar a nuevas figuras para también desafiar a los mercados y a quienes validan el arte—, como Sherrie Levine, Allan McCollum y Steven Parrino (hoy una verdadera leyenda del arte contemporáneo). En 1991, Nickas inauguró en Dole, Francia, la exposición W, que incluía exclusivamente a artistas cuyo apellido comenzara con esa letra, de Andy Warhol a Jeff Wall o Kelly Walker. “Pon una pieza al lado de otras que de ninguna manera parezca que van juntas. Seguramente no lo habrás visto antes, y si se abre un espacio sugestivo entre ellas, nadie tiene que saber que fue un tiro a ciegas”: es parte de su filosofía.
¿Disidente? ¿Rebelde? Veamos. Si las serias teorías del arte actual declaraban que el trabajo del curador es casi filosófico, exacto y meditativo, entonces Nickas hacía una exposición sólo con piezas de color rojo. Si los museos lo elogiaban invitándolo a crear una gran retrospectiva, él elegía una pequeña galería en un pueblito francés. Si la crítica atacaba su escritura, entonces echaba a andar una revista (fue editor fundador de Index Magazine, junto a Meter Halley, en 1996, una publicación que para muchos cambió por completo la visión editorial y periodística de las artes). Si los curadores prestigiados trabajan únicamente con nombres reconocidos, entonces organizaba una muestra de jóvenes en un recinto importante. Si para la institución la pintura ha muerto, entonces ideaba Cave Painting (2009), una colectiva de arte abstracto contemporáneo en Nueva York, pero en tono sarcástico —“una mirada sucia al abstracto”, dijo sobre el objetivo de esta exhibición en una galería subterránea—. Y para agregar más punk, habrá que mencionar que uno de sus últimos proyectos es el sello discográfico From the Nursery, que edita acetatos de color blanco con piezas sonoras o música de, por ejemplo, Orphan (tremendo dúo de metal), u obituarios recitados por Adam McEwen o los exquisitos Melvins.
En mucho, gracias a Bob Nickas —quien se define a sí mismo como “un mocoso engreído”— conocemos a Maurizio Cattelan, Felix García-Torres, On Kawara y otros tantos artistas contemporáneos. El curador también ha trabajado para la Bienal de Lyon, Francia, y cuenta en su currículo con más de una decena de libros y catálogos. Dos son los tomos que bien podrían considerarse su manifiesto: Live Free Or Die (2000) y Theft Is Vision (2007), ambos compilaciones de escritos, guiones curatoriales y críticas realizados durante casi 30 años de trabajo.
¿Sobre su independencia? Él confesó la realidad en una entrevista: “Estoy atado por mis propios compromisos. Ser ‘independiente’ consiste básicamente en no estar institucionalizado, no ser un jugador de equipo. Y en los negocios, el estamento militar, la inmobiliaria —todos clubes masculinos, por cierto—, se hacen contratos unos a otros, se invitan entre ellos, se dan oportunidades entre sí, y si tú no eres parte de ese círculo, no llegarás nunca a ningún sitio. Yo, tras 30 años dedicándome a esto, no estoy mucho más lejos de ellos de donde estaba cuando empecé”. m
Para leer
:: Live Free Or Die (Phillip Galgiani, Estados Unidos, 2000).
:: Theft Is Vision (jrp / Ringier, Estados Unidos, 2007).
:: Painting Abstraction: New Elements In Abstract Painting (Phaidon Press, Estados Unidos, 2009).
:: Entrevista en línea y en español.
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